'La corrupción es el impuesto más injusto'
Fulgurante es la palabra que mejor define la trayectoria de Transparency International (TI), la única organización no gubernamental dedicada en exclusiva a la lucha contra la corrupción en el mundo, que ahora aterriza en España. En tan sólo 10 años, TI se ha instalado en 90 países y sus listas de naciones corruptas y corruptoras se han convertido en la principal referencia para medir el alcance del fenómeno. Su director ejecutivo, Miguel Schloss, conversó ayer con EL PAÍS, poco antes de presentar el capítulo español de TI en la Fundación José Ortega y Gasset.
Para este chileno, de 57 años, ex funcionario del Banco Mundial, el gran éxito de la organización es haber llevado al debate público una cuestión que muchos consideran tabú y por la que antes se pasaba casi de puntillas. 'Es difícil saber si el mundo es hoy más o menos corrupto que hace 10 años, pero lo que sí está claro es que se habla más del tema, porque nosotros mismos lo hemos puesto sobre el tapete. Hay más conciencia'.
¿Quién es el principal responsable de la corrupción? Schloss responde a la pregunta recordando cómo se fraguó Transparency International: 'Varios compañeros del Banco Mundial vivimos el problema de la corrupción muy de cerca y vimos la cantidad de recursos que se pierden', señala Schloss. 'Nos dimos cuenta de que los Gobiernos son, muchas veces, el problema fundamental de la corrupción'. A juicio del experto chileno, son los pobres quienes más pierden con una lacra que no hace sino agrandar las desigualdades. 'Las clases poderosas se benefician y son las que paga menos. Es la gente pobre la que al final acaba pagando más. La corrupción es el impuesto más regresivo, el más ineficiente, y un freno al desarrollo económico sostenido'.
Para Schloss, no hay mejor ejemplo del efecto devastador de la corrupción que Argentina. 'La corrupción tiene una responsabilidad enorme en la crisis', opina. 'Argentina tiene una corrupción muy institucionalizada que se ha manejado con un clientelismo enorme, y está llevando al país a la quiebra'.
Schloss niega que la corrupción sea un fenómeno cultural y afirma que nadie, sin distinción de origen, está a salvo de la tentación. 'Los seres humanos se parecen enormemente de un lugar a otro. Hemos hecho encuestas y hemos preguntado: 'Si usted encuentra una billetera en mitad de la noche y nadie lo ve, ¿se la quedaría?'. En Vietnam, en Chile, en Estados Unidos, en Francia, la respuesta es la misma: más del 90% se la quedaría. Si se hace la misma pregunta, advirtiendo del riesgo de que alguien pudiera verlo, la respuesta positiva baja al 40%. Ello demuestra que la corrupción no es algo inherente a la cultura, que es una cuestión de circunstancias, de cómo la sociedad se controla a sí misma'.
¿Y cuál es, entonces, el remedio? 'El sol es el mejor desinfectante', responde Schloss. 'En sociedades que son más abiertas, con más observación mutua, un régimen legal que funciona, más competencia y menos discrecionalidad, la corrupción es más baja'.
La sección española de TI, constituida ayer, la preside Rafael Calvo González y en su comité ejecutivo están, entre otros, Mariano Aguirre, Antonio Garrigues Walker y Emilio Lamo de Espinosa. España figura con un aprobado justo (5,8) en el último ranking de TI y 'tendrá que mejorar si quiere ser competitiva con sus países hermanos de Europa', afirma Schloss.
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