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Logroño lo celebra y Vitoria espera

Logroño se sobrecogió con la selección española y en cierto modo se encogió. Como que parecía más pequeño, más íntimo que nunca. Por ejemplo, la selección se alojó en el único hotel de cinco estrellas, recién inaugurado hace un mes, se desplazaron del aeropuerto en autobuses varios, las entradas se agotaron en media hora y flotaba en la ciudad el desánimo del desaliento por la desesperada búsqueda de una entrada. Era lo lógico. Logroño perdió el fútbol cuando el Logroñés descendió a Segunda División B y amenazaba ruina, incluso demolición. Entonces Logroño se quedó sin referencia: sin equipo de postín, sin nadie en el baloncesto y el balonmano, y se refugio en la pelota vasca, un deporte apasionante pero minoritario. Curiosamente, ahora que el fútbol es accidental ha construido el nuevo estadio (y el polideportivo anexo) que se le negó cuando el equipo en los noventa acarició la Copa de la UEFA. Ahora tiene estadio y no tiene equipo; entonces tenía equipo pero no tuvo estadio. La decisión de la Federación de traer a la selección española a Logroño puede dinamizar el fútbol en la región. El siguiente reto está sobre la mesa: la petición de la Diputación Foral Alavesa de llevar un partido a Vitoria. La Comunidad Autónoma Vasca es un territorio vedado, por razones políticas, desde hace décadas. La propuesta está en espera. Hasta 2004 no hay fechas disponibles. Curiosamente, Logroño se quedó sin fútbol por desafección social y problemas internos: el País Vasco ha tropezado con la política en sus dos deportes favoritos, el fútbol y el ciclismo. Vitoria espera respuesta. Logroño la encontró ayer y la celebró por todo lo alto.

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