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Condenado a 11 años de prisión el 'violador del castillo' de Alicante

La sentencia cierra uno de los casos más escabrosos de la ciudad

La Audiencia de Alicante ha condenado a once años y seis meses de prisión a Manuel Cascales Bernabeu, de 32 años, conocido en la capital alicantina como el violador del castillo. Es la cuarta vez que se condena al protagonista de uno de los casos que más conmocionó a la opinión pública de la ciudad durante la década de los noventa. Manuel Cascales sembró de miedo a la población.

Las laderas del Castillo de San Fernando era el escenario escogido por Manuel Cascales Bernabeu para consumar sus agresiones sexuales. El rígido plan de actuación que diseñó cuando tenía 19 años, le valió el apodo del violador del castillo. Enfundado en una cazadora de cuero negro y montado sobre un ciclomotor, Manuel merodeaba por las laderas del castillo durante las horas de escasa luz en busca de nuevas víctimas. Siempre actuaba igual: agarraba a las chicas del pelo y, bajo amenazas, las trasladaba a un lugar donde no pudiera ser visto para consumar la agresión.

Los remaches que portaba en su cazadora permitieron su identificación y primer arresto, a finales de la década de los ochenta. Tras ser juzgado en 1991, fue trasladado al Psiquiátrico de Santa Faz, de donde logró fugarse. Días después, el violador del castillo ya había sumado una nueva agresión sexual a su largo historial de violaciones.

En 1994, el violador del castillo cayó de nuevo en manos de la justicia. Nueve años de internamiento psiquiátrico fue la condena impuesta por cometer numerosos delitos de abusos y agresiones sexuales, especialmente contra menores.

Ahora, la Audiencia de Alicante vuelve a sentenciar, por cuarta vez, a Manuel Cascales. Esta vez a una pena de once años y seis meses de prisión por dos delitos de agresión sexual y uno de lesiones. Además, el fallo obliga al acusado a pagar una indemnización a sus dos últimas víctimas, de 14 y 15 años de edad, de 3.000 y 3.150 euros, respectivamente. La condena de nueve años en 1994 no disuadió a Manuel a continuar con su plan. Volvió a actuar, cuatro meses después de su larga reclusión, cuando disfrutaba de un permiso penitenciario. Pero esta vez, la intervención policial fue rápida y el violador del castillo, como se le conoce, fue detenido días después, a mediados de junio de 2001.

En su última actuación, Manuel cambió de escenario. Las dos agresiones se registraron, sorpresivamente, en el barrio alicantino de la Goteta, lugar de residencia de los padres del violador. El procesado se había trasladado hasta La Goteta para realizar un curso de formacion profesional.

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La sentencia considera probado que el día 3 de junio de 2001, Manuel cogió de los pelos a dos niñas de 14 y 15 años, respectivamente, y las obligó a desnudarse en un descampado del citado barrio, a la altura del edificio de La Pirámide. El acusado obligó a las dos menores a que se besaran en la boca. Después, abusó sexualmente de ambas. Minutos antes de agredir a las dos jóvenes, Manuel presuntamente trató de agredir a otra menor de 13 años. Sin embargo, ésta, que iba acompañada de otros niños, consiguió escapar del agresor. Durante el juicio, el condenado reclamó ayuda psiquiátrica para no volver a actuar. La defensa basó su alegato en que Manuel padece un trastorno psicosexual.

Un trastorno psicosexual

Los forenses que intervinieron en el juicio a Manuel en 1994, ya advirtieron de que éste volvería a agredir cuando recuperase la libertad. Y así lo hizo. Sus familiares e, incluso, el propio Manuel reclamaron ayuda psiquiátrica para reprimir sus impulsos, durante el proceso abierto en 2001. En su declaración, se confesó autor de sus dos últimas agresiones sexuales

Manuel alegó que es incapaz de dominar sus impulsos y achacó a un trauma infantil su deseo constante de agredir sexualmente a mujeres muy jóvenes. Según su hermana, Manuel sufre criptorquidia -el hundimiento de uno de los testículos-, extremo que le provoca una grave disfunción sexual. Otras fuentes corroboran la versión de la hermana y apuntan a un trastorno psicosexual como causante de su actos.

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