Torremolinos y el 'bulevar' asesino

El bulevard nace en París a finales del siglo XVII como espaciosas vías municipales resultantes de la desaparición de las antiguas murallas que, ya obsoletas, fueron derruidas. En el siglo XVIII seguirían marcando los límites de la ciudad para quedar, a principio del siglo XIX, configuradas y asfaltadas, pasando a ser un símbolo de la modernidad de la época.

Estas nuevas avenidas en origen estaban estructuradas por cuatro carriles o vías para carruajes, intercalando entre ellos anchos andenes peatonales. Como nos relatan las películas de época, frondosos árboles completaban estos románticos paseos donde, tanto los personajes de los carruajes como los peatones, se relacionaban socialmente de manera placentera. Como ejemplos actuales en Málaga capital tenemos el parque y la Alameda Principal, y como modelo similar a los añorados bulevares madrileños de dos andenes laterales y uno doble central, la calle Ingeniero de la Torre Acosta en la prolongación del Puente de las Américas hacia el norte de la ciudad.

Dicho lo anterior, está claro que la avenida Palma de Mallorca, o antigua CN-340, a su paso por Torremolinos, nada tiene que ver con un bulevar por mucho que nuestro alcalde lo pretenda. Por otra parte, queremos denunciar que con su pantalla central de cocoteros y demás follajes, no sólo resulta empalagoso por su espesura sino que debido a su opacidad total y débil iluminación nocturna es un peligro constante para el peatón.

Como conductor, es imposible prever la aparición súbita de peatones por su lado izquierdo en sus dos direcciones. Como peatón -sobre todo si es inglés-, la visión directa de Dios la tiene asegurada de inmediato al intentar emplear, confiado, estas auténticas trampas mortales .

Si las jardineras de Montemar eran y siguen siendo unas asesinas por llevar a su espalda más de nueve accidentes mortales, los pasos de cebra de este pomposo y mal llamado 'bulevar' son mucho más peligrosos todavía. Esperemos tener ahora más suerte por nuestra parte y menos cabezonería del edil responsable, consiguiendo que la medianera sea desbrozada y acondicionada, antes de que siga cobrándose el mismo impuesto macabro de la avenida de Carlota Alessandri.

¡Ah!, otro día hablaremos de la crónica incomunicación existente entre el casco urbano histórico y sus playas que, con escaleras antidiluvianas, han estrangulado la fluidez del peatón a la hora de hacer sus compras o escoger libremente su restaurante.