_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El síntoma de Puyol

Ramon Besa

La renovación de Puyol por el Bar-ça se ha convertido en un asunto de estado más que nada por la manifiesta incapacidad de la directiva por cerrar un contencioso abierto por ella misma, circunstancia que se repite cada dos por tres en una institución cuya capacidad para enredarse parece no tener remedio.

Aún cuando el defensa internacional tiene contrato hasta 2004, ha sido la junta la que le ha instado repetidamente a reunirse para mejorar un acuerdo que debe entender que ha quedado desfasado. Gaspart ha asumido de alguna manera que no es de recibo que Puyol cobre cuatro veces menos que su suplente [Reiziger], una muestra más de que las cosas están del revés en el Camp Nou, y de ahí su interés por revertir el caso.

Ocurre, sin embargo, que como la directiva no logra convencer al jugador, que se remite a los dos años que le quedan de nómina azulgrana, cada reunión se zanja con un desencuentro más que como un acercamiento. A más entrevistas, mayor es la sensación de fracaso, a tal punto que los agravios respecto a la situación laboral de Puyol crece sin parar.

Por Barcelona incluso circulan ya por la radio -un empleado del club lo denunció en Ona Catalana el pasado viernes- los posibles sueldos de los directores generales de la entidad que, por lo que parece, en algún caso están por encima de lo que percibe el jugador. El contencioso se ha puesto tan interesante que hasta el Real Madrid ha metido baza, y Raúl no para de piropear a Puyol como diciéndole que si quiere le guardan un sitio en el equipo de las estrellas porque defensas como él hay muy pocos.

La renovación de Puyol, consecuentemente, ha acabado por convertirse en una necesidad para el Barcelona y en una fortuna para el futbolista, que juega con todo el viento a favor. A la junta no le queda más remedio que prorrogar el acuerdo con el defensa como signo de poderío o acto de afirmación barcelonista si se quiere, o, en caso contrario, dará una muestra más de su flaqueza. Mientras no renueve, la hinchada pensará que Puyol puede correr la misma suerte que Figo o Ronaldo y que las negociaciones con Ronaldo y Morientes fueron un camelo.

El poder adquisitivo del Barça no da para más que para renovar a Puyol y comprar a final de temporada a Riquelme y Mendieta, todos ellos jugadores ya suyos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_