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Reportaje:

Epílogo de un decano

Romero cierra su etapa en el Colegio de Abogados de Valencia con el estreno de la nueva sede

'No hay mejor enemigo para la historia que la espera'. Esa máxima de Séneca la hizo ayer suya Luis Miguel Romero Villafranca, decano del Colegio de Abogados de Valencia, en el acto de inauguración de la nueva sede del colegio profesional, siempre alojado de prestado desde que se creara en marzo de 1759. En proporción a esa larga espera se ha hecho una ubicación diseñada por tres arquitectos de la Universidad Politécnica de Valencia: Ignacio Bosch, Carlos Campos, también autor del edificio de la Bolsa de Valencia, y Vicente Corell.

De la polémica que se organizó sobre la ruptura de estilo arquitectónico de la fachada con el resto de fincas de la plaza de Tetuán ayer no habló nadie. A cambio, todo fueron loas a un diseño moderno, dominado por la luz y la transparencia, funcional y elegante, caro (8.324.016 euros, 1.385 millones de pesetas) pero sobrio, noble pero práctico, recreado en los detalles para humanizar grandes espacios y que fue curioseado hace escasos días por el arquitecto Santiago Calatrava.

A cambio, los 16 metros de muralla cristiana de siglo XIV, protegida por cristal y visible desde la cara al paseo de la Alameda y la que mira de reojo al palacio del Temple, apareció como una contribución a la protección de restos históricos. La nueva sede es el epílogo del decano que en noviembre dejará de serlo, Luis Miguel Romero, hecho histórico en el que ya le precediera su bisabuelo, Cirilo Amorós, cuando en 1883 instaló el colegio en la plaza de Nules.

Rito y boato el de ayer para abrir las puertas del colegio. El vicario Eduardo Margarit bendijo la casa de los garantes del derecho a la defensa y el coro entonó Veni Creator (canto gregoriano) y Benedicat Vobis de Haendl ante una corte de ilustres entre los que estaban el ministro de Justicia, José María Michavila; el decano de los abogados de España, Carlos Carnicer; el presidente de la Generalitat, José Luis Olivas, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, cuyo bisabuelo, además de alcalde, fue quien promovió que el colegio se ubicara en 1921 en el Palacio de Justicia, donde ha permanecido hasta ayer.

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