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Crónica:FÚTBOL | Quinta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Osasuna desmonta al Barça

El equipo navarro alcanza un merecido empate en un Camp Nou presa del nerviosismo

Ramon Besa

Osasuna desmontó el mecano de Van Gaal y dejó al Camp Nou pasando el rosario. Al Barcelona invicto en la Copa de Europa ya le pueden equipos españoles de todos los pelajes y en circunstancias diferentes. A los azulgrana le han pillado tanto el truco que ayer pareció que sumaba un punto y no que descontara dos. Tal como está el campeonato, recién iniciado, el empate no sería ninguna calamidad si no se hubiera presentado el encuentro como el del despegue barcelonista. Ocurrió que Osasuna le puso una camisa de fuerza y le obligó a defenderse más que a atacar. Incómodo como se sintió el Barça desde el arranque, no supo corregir la contienda como ya es costumbre en el entrenador y alcanzó el final de mala manera, con la hinchada malhumorada y cansada, sobre todo porque el choque tuvo una gran carga ambiental por cuanto sucedía en Chamartín y en contrapartida no pasaba en el estadio. Ni Riquelme pudo acabar con el mal rato. Van Gaal se mostró errático con los cambios y Osasuna se fue del estadio tan pancho porque siempre tuvo el partido a buen recaudo.

BARCELONA 2| OSASUNA 2

Barcelona: Víctor Valdés; Puyol, Frank de Boer, Fernando Navarro; Mendieta, Xavi (Riquelme, m. 45), Cocu, Motta (Gabri, m. 70); Saviola (Gerard, m. 74), Luis Enrique; y Kluivert. Osasuna: Sanzol; Mateo, Cruchaga, Josetxo; Puñal, Iván Rosado (Muñoz, m. 90), Pablo García, Antonio López; Rivero (Alfredo, m. 86), Pipa Gancedo; y Aloisi (De Carlos, m. 88). Goles: 0-1. M. 1. Iván Rosado penetra por la izquierda, centra el punto de penalti, Cocu rechaza mal en pugna con Aloisi y Rivero remacha. 1-1. M.39. Motta remata con la zurda a la entrada del área un balón rechazado por partida doble después de un centro de Mendieta. 1-2. M.45. Iván Rosado centra, la pelota rebota en Fernando Navarro y Gancedo cabecea a la red. 2-2. M. 47. Motta saca una falta desde la derecha con la izquierda y Kluivert cabecea entrando desde atrás. Árbitro: Carmona Méndez, extremo. Mostró la tarjeta amarilla a Josetxo, Frank de Boer, Iván Rosado, Cruchaga, Gabri, Mendieta y Pablo García. Camp Nou. 75.000 espectadores.

Y a Saviola, que ya no sabe si ataca o defiende, le salió un remate que no era un centro ni un tiro

Quizá para disimular que era el equipo más goleado, Osasuna atacó el Camp Nou nada más llegar a Barcelona con la entereza propia de un hincha navarro y el toque de juego de los mexicanos que tan bien conoce su técnico Javier Aguirre. Vestido de blanco, el plantel rojillo fue a por el partido como si fuera el líder y no un candidato a colista. El temor a quedar rezagado le llevó a disputarle la victoria al Barcelona en su propio feudo con un fútbol precioso, presidido por la generosidad física y también por el buen criterio futbolístico, siempre discutido en los equipos pequeños. Ocupó la cancha de manera tan racional que más que replegarse se desplegó: defendió fuera del área, se agrupó en el ombligo del campo y se descolgó desde arriba hasta abajo por las bandas, dejando al Barcelona en Babia.

Hasta el marcador se plegó al desafio de Osasuna, que marcó en la primera jugada, mal defendida como de costumbre por los azulgrana, que no atinaban a colocarse. El gol atontó de mala manera al Barça, sorprendido, superado, espantado y, sobre todo, negado. Las entradas por los flancos de Ribero y Pipa Gancedo obligaron al Barcelona a jugar con retrovisor, sin decidirse a salir o quedarse, de manera que los jugadores de banda no sabían si eran laterales o volantes, y nunca, en cualquier caso, extremos. No había futbolista para el que tocar ni tampoco quien tocara, tapado como quedó Xavi por Iván Rosado, omnipresente de principio a fin.

El Barcelona perdió el tiempo queriendo deshacer el nudo que entre Puñal y Pablo García montaron en la divisoria. Ambicioso como se había presentado, Osasuna estuvo siempre metido en la refriega, con y sin ventaja en el marcador, estando ausente o presente Riquelme, más que nada porque a falta de extremos jugó tan abierto que pareció como si los tuviera. Tocando y combinando, Osasuna fue más equipo que Barcelona, demasiado mecanizado, incapaz de afrontar un planteamiento inesperado. Ya viene ocurriendo con una cierta insistencia. A la que el equipo azulgrana se pone 1-0 se le ven todas las virtudes con la misma crueldad que con el 0-1 se le aprecian todos sus defectos. Presa de la ansiedad, fuera de sitio por los nervios, al Barcelona no le valió siquiera atrapar al adversario e igualar el encuentro a tiempo.

De la misma manera que concedió dos goles que a los entrenadores les ponen de muy mala leche, por ser el primero en el minuto 1 y el segundo en el 45, anotó otros dos que parecieron que ni regalados por su valor psicológico: uno, un tanto barroco en un remate de Motta cuando la hinchada ya la había emprendido con Frank de Boer y el otro, estupendo, en una falta que Kluivert cabeceó como un ariete de los grandes. Entonces, sin embargo, en una y otra ocasión, le pudo la prisa. Le faltó cabeza al equipo y también al entrenador, que retiró a Xavi para dar entrada a Riquelme y después sacrificó a Saviola, en una decisión que expresó que a la hora de retocar la alineación el entrenador va por un lado y la afición por otro.

Privado de Xavi, el Barcelona tuvo menos ocasiones incluso que Osasuna, que por lo menos remató al palo en una jugada de Pipa Gancedo que se cantó como gol por tres veces. La clarividencia de Osasuna triunfó frente al barroquismo del Barcelona, falto de juego por bandas, empeñado en embestir como un buey, penado por la falta de un tercer futbolista en cada jugada. Riquelme sólo hizo una jugada, aunque bien valió la pena: generó un espacio precioso para Saviola en un pase al hueco, pero al pibitio, que ya no sabe si ataca o defiende, le salió un remate que no era ni un centro ni un tiro.

Más que las jugadas de ataque, al Barcelona le perdieron las concesiones defensivas de cada partido. Incluso el colegiado, que estuvo mal por ambos bandos, le perdonó la segunda tarjeta a Frank de Boer después de haberse excedido al mostrarle la primera, un detalle que sigue dejando en mal lugar a los árbitros. La actuación del central holandés expresó la aceleración con la que jugó el Barcelona, demasiado lento, poco profundo, sin ritmo, poca cosa para tumbar a un rival atrevido, fuerte y valiente y ordenado, que nunca le dio un respiro. Por muchas vueltas que le dio, el Barça nunca encontró la manera de resolver un partido que sólo el resultado asegura que Osasuna no ganó.

Fernando Navarro intenta irse de un jugador de Osasuna.
Fernando Navarro intenta irse de un jugador de Osasuna.VICENS GIMÉNEZ

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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