La canción de Manu

Gran Hermano 4 multiplica por dos la presencia del concurso en un mismo año y dilata nuestras sufridas tragaderas. Teniendo en cuenta que un elevado porcentaje de la parrilla se alimenta de las fobias de Guadalix (A tu lado, Día a día, Salsa rosa, Abierto al anochecer, Crónicas marcianas), asistiremos a otro maremoto de televisión sobre la televisión agravado por el estreno de Operación Triunfo 2, de secuelas casi tan imprevisibles como el Momento Bandera protagonizado por Aznar. Lo curioso es que OT-2 tendrá un seguimiento de 24 horas. Ahora sólo falta que los de GH-4 graben un disco para que todo sea monotemático como Popstars, que terminó su acelerada e imperfecta andadura con desmayos de emoción y el bautizo del grupo ganador: Bellepop.

Teorema artificial

Parte de la realidad que refleja la tele será, pues, televisiva, lo cual no deja de ser una mutación sociológica digna de estudio: a consecuencia de este alud de endogamia antropofágica, fuera de la pantalla cada vez interesa más la televisión y menos la realidad. Resultado: algo tan artificial como las disputas de dos concursos acaba formando parte de la realidad a cambio de que ésta pase a ser bastante más artificial y, por consiguiente, más rentable televisivamente. No sé si me explico.

Drama vespertino

Como el sueño que precede la siesta, la tarde culebrea. Nada mejor que doble dosis de telenovelas para superar este rincón de parrilla. En TVE pisan el acelerador. De primero, Géminis, venganza de amor, una producción que intenta recuperar para la madre patria un género inequívocamente latinoamericano. De segundo, Secretos de amor, muy superior en histrionismo y delirios melodramáticos. Géminis sólo supera a su competidora en una cosa: la canción de Manu Tenorio, que, extraída de su disco, actúa como telón melódico. Es un dignísimo ejemplo de himno de teleserie, futuro clásico de karaoke, comparable a aquel que compuso nada menos que Willy Colón para el culebrón La intrusa.

Viva Ortega

En la cadena barcelonesa City TV, en el programa Vitamina N, que dirige y presenta Jordi González (el de Abierto al anochecer), se emite una sección tan absurda como estupenda, titulada Sólo en la ciudad, a cargo de Juan Carlos Ortega. Es una parodia de los consultorios sexológico-sentimentales a lo Cristina Tárrega, con llamadas de desequilibrados, decorado urbanita y noctámbulo y un presentador que practica una forma surrealista de narcisismo intimista. Este Juan Carlos Ortega es el mismo que deslumbra a los oyentes del programa La ventana, de la SER, y que en su día trabajó con, entre otros, Javier Sardá, Miquel Giménez o Julia Otero. Humor, mala leche y una suma de estímulos poético-filosóficos son algunas de las virtudes de un profesional que merecería un reconocimiento a su talento perfeccionista y a su imitada trayectoria. ¿Qué tal un premio Ondas?