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Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

El tópico de los inmigrantes analfabetos

Los extranjeros no comunitarios con título universitario superan a los españoles, pero trabajan en 'lo que salga'

La tasa de titulados universitarios entre el colectivo de inmigrantes procedentes de países pobres o en desarrollo es superior a la media española. Lo mismo sucede con los estudios secundarios. Los datos están recogidos en un estudio del catedrático de Sociología Antonio Izquierdo que, publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), será presentado este mes.

Un 16,8% de los regularizados tiene estudios superiores y el 42,3% ha terminado la enseñanza secundaria, según el estudio del CIS

Un 16,8% de los inmigrantes regularizados en España cuenta con titulación universitaria. Un 42,3% posee estudios secundarios. Los porcentajes, que contrastan con la visión estereotipada del inmigrante analfabeto, adquieren mayor relieve si se tiene en cuenta que la estadística excluye a todos aquellos que llegaron procedentes de países de la Unión Europea, Suiza, Japón y Estados Unidos.

Los datos se incluyen en el trabajo La educación errante de Antonio Izquierdo, catedrático de Sociología de la Universidad de A Coruña, uno de los varios ensayos que componen el volumen colectivo La sociedad. Teoría e investigación empírica. Esta obra, editada por el CIS en homenaje al sociólogo José Jiménez Blanco, será presentada el próximo día 30 de octubre en Madrid. Los porcentajes que aparecen en el libro son consecuencia de una cuidadosa expurgación de la Encuesta de Población Activa (EPA), en sus ediciones de 1992 a 2000, llevada a cabo por el investigador social Carlos García Serrano. El resultado es que, en ese periodo, la media de inmigrantes con estudios universitarios se elevaba al 18,5%, mientras que entre 1997 y 2000 suponía el 16,8%.

Para Antonio Izquierdo, las cifras alcanzan toda su dimensión si se comparan con los porcentajes de los nacidos en España: sólo un 11% de los autóctonos mayores de 15 años tenía estudios superiores en 2000, mientras un 41,9% había superado estudios secundarios, por debajo también de la media que se observa entre la población inmigrante procedente de países en desarrollo.

Si ponemos la lupa en el colectivo de inmigrantes irregulares que han demandado los papeles para legalizar su situación, los porcentajes basculan hacia cifras aún mayores: un 31,7% poseía un título universitario en 2000 (incluyendo diplomaturas) y un 47,5% disponía de bachillerato superior o el equivalente a la formación profesional. Entre los inmigrantes no comunitarios en situación irregular, los que poseían formación universitaria eran el 17,1% y los que contaban con estudios secundarios el 41,4%. Unos y otros datos son el fruto de una encuesta.

'Trabajadores de mono azul'

Pese a su nivel educativo, los inmigrantes 'aceptan lo que sea al principio'. Izquierdo reconoce que este colectivo 'está sobrerrepresentado entre los trabajadores de mono azul', si bien a medio plazo, una vez legalizada su situación, la formación acaba por permitirles abandonar las profesiones manuales, en las que muchas veces son sustituidos por inmigrantes irregulares.

'Son perfectamente conscientes de que cuando llegan deben trabajar en lo que salga y deslizarse en el terraplén de la caída social, pero a cambio obtienen estabilidad laboral y salario, que es lo que vienen buscando prioritariamente', comenta Antonio Izquierdo, quien añade que 'para muchos de ellos el no tener que empezar una vez y otra en un trabajo nuevo ya es de por sí valioso, algo que últimamente se aprecia sobre todo entre los llegados desde Argentina'.

La necesidad de comenzar a abrirse camino desde empleos muy alejados de su nivel educativo 'no les genera frustración', asegura el catedrático de Sociología. Por contra, una de sus principales preocupaciones 'es que sus hijos sí se equiparen con los españoles una vez que sean mayores', para no repetir el ciclo al que se han visto abocados sus progenitores.

Ahmed Ben Amín es uno de esos titulados que llegaron a España en busca de un mejor porvenir que en su país de origen. Marroquí, su caso es una excepción, ya que no tuvo que recurrir a subempleos, pero sí conoce a muchos compatriotas que, pese a ser titulados universitarios, trabajan como camareros o en otras ocupaciones similares del sector servicios. Ahmed Ben Amín, doctor en Sociología y Ciencia Política, ha trabajado como profesor de instituto y ahora ocupa el cargo de responsable de Educación y Cultura de ATIME, la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes de España.

Pese a su propia experiencia y merced al conocimiento directo de lo que hoy en día ocurre en España entre sus paisanos, no puede eludir mostrarse escéptico sobre la integración plena de los inmigrantes con estudios.

'Se da el caso muy frecuente', explica, 'de becarios de la Agencia de Cooperación Internacional o de universidades españolas que, pudiendo acceder por ley a un permiso especial de trabajo destinado a estudiantes, no lo consiguen porque ni ellos mismos ni los propios funcionarios saben que existe'. A lo que añade otro problema: 'Incluso en el caso de que lo conozcan y lo soliciten, el proceso de concesión se demora muchos meses'. Al final, entre los recelos de los españoles y los problemas de integración, el resultado es que 'crece el odio al entorno en el que se encuentran y el deseo de regresar a su país'.

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