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Entrevista:JOSEP VILARASAU | Presidente de La Caixa

'La banca debería copiar a las cajas'

Andreu Missé

Josep Vilarasau (Barcelona, 1931), al frente de La Caixa desde 1976, ha convertido a la entidad en el gran banco de Cataluña y en la tercera entidad financiera de España. Durante este mandato, Vilarasau, con un sólido bagaje anterior en altos puestos de la Administración del Estado y empresas públicas, ha modernizado la entidad y ha actuado como un celoso guardián de su independencia y su poder frente a los poderes públicos. Una independencia que de nuevo sufre el acecho de los Gobiernos central y autonómico.

Con ocasión de la celebración del 20º aniversario de la edición de EL PAÍS / Cataluña, este diario ha mantenido una conversación con el financiero, quien llevaba largo tiempo guardando silencio, sobre la transformación de la entidad en un banco durante los dos últimos decenios y el creciente protagonismo de las cajas en el sistema financiero español.

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Para muchos analistas resulta difícil explicar el fenómeno de las cajas españolas: crecen más que los bancos, ganan mercado y son tanto o más eficientes que éstos. Vilarasau opina que 'no hay razones que lo expliquen', y recuerda que 'todas las predicciones agoreras que se han hecho han sido fallidas, porque las cajas han sabido adaptarse muy fácilmente en los tiempos cambiantes'. 'Las cajas', añade, 'se han adaptado bien a tipos de interés altísimos, tipos bajísimos, con inflación, sin inflación, al mercado abierto, cerrado, a todo'. Y precisa que 'en realidad, ha influido poco en las cajas la forma de sus órganos de gobierno. Cada comunidad ha tenido unos órganos de gobierno de una forma o de otra, pero las cajas han ido bien en todas partes'.

En su opinión, si hay alguna explicación 'quizá se debe a la tradición de realizar una política muy prudente, porque empezar cogiendo depósitos de la gente para hacer viviendas y dar préstamos personales ha calado a través de los siglos'.

Pero desde hace unos meses, las tranquilas aguas por las que navegaban las cajas han sufrido una súbita agitación. El intervencionismo del Gobierno al impedir la renovación de los consejeros mayores de 70 años, a través de la Ley Financiera, ha creado un desconcierto en las cajas por la invasión de sus facultades y la discriminación respecto a la banca. Y más si es 'estimulado' por políticos como Artur Mas y 'consentido' por Jordi Pujol (quien sigue en el poder con 72 años cumplidos), como aseguran fuentes del PP. Cauteloso y midiendo sus palabras, el hombre fuerte de La Caixa se limita a musitar: 'Lo único que digo es que la confederación quiere que las cajas continúen siendo cajas. Y del Gobierno me resulta muy difícil hablar, porque muchas de estas competencias están cedidas a las autonomías'.

Desde hace un par de años se ha registrado en el mundo financiero una epidemia de fraudes, que alcanza a importantes empresas americanas, algunos de cuyos gestores se han visto atrapados en escalofriantes manipulaciones contables. Ciertos expertos hablan de crisis del modelo anglosajón y vuelta al sistema de gestión alemán, con un doble consejo. Otros apuntan que el modelo más estable de las cajas podría reforzarse con una conveniente potenciación de las comisiones de control. Pero Vilarasau se muestra convencido de que 'si alguien busca un modelo de estabilidad bancaria, casi diría que lo copiara de las cajas. Es decir, que los bancos hagan lo que hacen las cajas. Más estabilidad y seguridad que han dado las cajas durante toda su historia, hay pocos grupos que puedan mostrarla'. Y concluye: 'No hay que arreglar lo que ya funciona'. Igualmente se muestra escéptico sobre la influencia de la regulación de los órganos de Gobierno. 'Las asambleas, las comisiones de control, los consejos de administración, aunque son muy diferentes de una comunidad a otra, han demostrado que en cualquiera de sus formas funcionan bien. Las cajas se mantienen rentables, ganan dinero y son sólidas'.

Sin embargo, en el caso concreto de La Caixa, la senda de crecimiento incesante de los últimos años parece agotada. Resulta difícil competir con los dos grandes bancos, que se han refundado a base de sucesivas fusiones. Un camino vedado para la entidad, que en la práctica no se puede fusionar con cajas de otras comunidades, que carece de capital para comprar bancos importantes y de acciones para intercambiar.

Josep Vilarasau se muestra menos pesimista. 'A mí me parece que el sistema actual no está agotado, tampoco para La Caixa. Nuestra cuota de mercado española es sólo del 8%; subir a un 10% es un crecimiento muy elevado, por lo que no está agotado. En Cataluña y Baleares tenemos una cuota de mercado alta, del 30%'.

Tampoco admite que la única vía de seguir creciendo, la de abrir nuevas oficinas, sea muy costosa. 'Para nosotros no lo ha sido. Ahora, las oficinas de fuera de Cataluña aportan el 30% de los beneficios'.

Durante los últimos 26 años La Caixa ha experimentado un extraordinario crecimiento y una profunda transformación. Pero hasta 1990 no llegó la libertad de expansión de la mano de la Unión Europa. La expansión fue determinante para consolidar la entidad. 'Hasta 1990', recuerda Josep Vilarasau, 'La Caixa sólo podía actuar en Cataluña y Baleares. A pesar de ello, el crecimiento en este periodo es muy importante, y La Caixa comienza a ser considerada como una de las entidades poderosas, porque ya hace adquisiciones de valores significativas y participa en las grandes operaciones de financiación. A finales de 1989, debido a que la UE liberaliza el movimiento de capitales, todas las instituciones pueden abrir oficinas en cualquier lugar'.

En realidad, el Gobierno tuvo que ceder para evitar una situación que además de infringir la normativa comunitaria conducía al absurdo. 'El Gobierno comprendió que era el momento de dar libertad a todo el mundo porque entendía que si la Caja de Hamburgo podía abrir una oficina en Segovia, era raro que La Caixa no pudiera hacerlo. A partir de aquel momento, La Caixa se convirtió en una entidad con sede en Barcelona, pero con una visión española del negocio'.

Pero, junto al crecimiento territorial, la primera entidad de de ahorro también ha experimentado un cambio de naturaleza. En sus memorias se puede leer: 'La vocación de La Caixa es la de ofrecer un servicio de banca universal'. Es decir, La Caixa ya hace años que se considera un banco, es lo que algunos llaman la bancarización de las cajas

Para Josep Vilarasau 'esta aseveración que sale en las memorias ya estaba tácitamente aceptada desde siempre. Yo creo que ahora se ha puesto en letras de imprenta lo que La Caixa siempre ha pretendido ser: una institución de crédito que, entre comillas, se llama banca universal. Es decir, atiende a los clientes pequeños, grandes y medianos; a las empresas, etcétera. A pesar de esta ambición, la realidad es que La Caixa sigue concentrada en la familia. Es más bien una empresa de crédito al consumidor, comenzando por la vivienda y acabando por la tarjeta de crédito, la nómina y la pensión. Yo creo que hacer banca universal es una de las pretensiones de toda banca, en España, Francia y en muchos lugares'.

Este cambio implicó también la oferta de nuevos productos entre los que ocuparon un lugar destacado los seguros de prima única, unos productos en los que la entidad bordeó y hasta forzó el límite de la ley vigente, lo que provocó un agrio litigio con Hacienda, que sostenía que todo era una estratagema para eludir impuestos.

Vilarasau mantiene su versión. 'Mirando los estatutos vimos que se podían hacer unos seguros atractivos para la gente. Primero siempre nos dejaban hacer, y cuando teníamos mucho volumen llegaba Hacienda y decía que eso estaba mal hecho. Aunque nos lo había aprobado antes la Dirección de Seguros, Hacienda, siempre a posteriori, cuando teníamos cerca de un billón nos levantaron un acta muy elevada, pero que afortunadamente se ha solucionado bien'.

Josep Vilarasau, en su despacho de La Caixa en Barcelona.
Josep Vilarasau, en su despacho de La Caixa en Barcelona.JOAN SÁNCHEZ

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