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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bailando la vida, viviendo el baile

Juan Manuel Rodríguez, el Mistela, bailaor de Los Palacios, ha creado para esta Bienal una especie de autobiografía bailada. Se alude a ello en algún momento del espectáculo: bailar la vida, vivir el baile. En definitiva esta es la ecuación en que se ha desarrollado toda la vida del bailaor, y lo que cuenta en la obra tiene todo el hálito de lo personal e intransferible, de lo que se ha vivido. Mistela, efectivamente, ha hecho del baile su vida.

En el espectáculo que comentamos vuelve sobre momentos de su vida -bailes, sobre todo bailes- al hilo de lo que vemos en imágenes en gran pantalla de la vida del bailaor protagonista, desde su infancia. Imágenes que tienen fuerza y vida propias, algunas tan sugerentes como el recorrido bailado que hace por las calles de Sevilla enfrentándose a ciudadanos que caminan, incluso insinuando un paso danzado con ellos.

BAILOGRAFÍAS

Baile: Mistela, con Encarna Fernández y David Peña. Toque: Miguel Iglesias y Paco Iglesias. Violoncelo: Nicasio Moreno. Percusión: Mario Carmona. Cante: Enrique el Extremeño, Juan José Amador, José Ángel Carmona, Rosario Amado, José María de Lepe. Grupo de rock. Guión y Dirección: Álvaro Begines. Teatro Lope de Vega, Sevilla, 4 de octubre.

Las imágenes cinematográficas permiten rellenar pasajes y espacios que de otra manera sería muy difícil poner en escena sin caer en problemas de premiosidad o divagación que irían contra de la fluidez del espectáculo. A mi juicio, uno de los grandes aciertos de Begines y Mistela en estas Bailografías es el ritmo sostenido que les han sabido dar, sin tiempos muertos indeseados ni precipitaciones que menoscaben el valor de cada instante. Los 90 minutos que dura el espectáculo transcurren sin sobresaltos, son muy entretenidos, emana de ellos una frescura y una espontaneidad gratificantes.

Hemos visto a un Mistela tan convencido de la bondad de esta creación que nos pareció incluso relajado, en esos momentos tan difíciles para todo artista de comparecer ante una audiencia, cuando casi todos son víctimas del miedo escénico o les reconcome por dentro una cruel procesión de angustia e inseguridad. No fue el caso de Mistela, o no me lo pareció.

Es bailaor al que conozco desde hace ya muchos años, y al que admiro por su dedicación absoluta a la difícil -y hoy más complicada que nunca- disciplina de la dedicación al baile flamenco. El suyo es el baile jondo por derecho, el que tanto admiró él mismo en su maestro Farruco. Sin veleidades ni coqueteos con corrientes foráneas ni fusiones que casi nunca vienen a cuento. En Bailografías Mistela baila bien, decididamente bien, con sobriedad y elegancia. La farruca, la caña tan bien resuelta en compañía de Encarna Fernández y David Pérez, unas graciosas sevillanas, unas soleares de extraordinaria factura.

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La citada pareja de bailaores se integran perfectamente en los requerimientos artísticos de Mistela y responden con notable profesionalidad. Como todos los demás colaboradores que participan en el espectáculo, músicos, cantaores. Numerosos cantaores y de calidad tan sobresaliente como la de El Extremeño o Amador, quienes hicieron en solitario unos cantes a palo seco realmente estremecedores. La cantaora Rosario Amada merece asimismo una mención. Nos sorprendió con unas vidalitas que ciertamente no sabemos muy bien cómo encajarlas en el espectáculo, pero que ella cantó con gusto exquisito y una significativa aportación de melismas personalísimos.

Con estas Bailografías! Mistela parece retornar a los circuitos convencionales del flamenco, en los que desde hace tiempo no le encontrábamos. Y este género de baile tiene que prevalecer en los escenarios, no puede ir desvaneciéndose sin que nos demos casi cuenta en beneficio de tantas bagatelas como vemos a diario y que por añadidura tienen éxito. Mistela tiene cosas que contar en el baile jondo, y en esta obra que tantos elementos autobiográficos parece tener comienza por afirmar su credo personal de que el baile hay que vivirlo y la vida hay que bailarla. Él lo hace así antes que nadie, y lo hace con dignidad y lo hace con apasionamiento.

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