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Reportaje:MÚSICA

El aire traspasado

Luis Gago

El órgano, en una u otra forma, ha sido un fiel compañero de la humanidad desde hace más de dos milenios, si damos por buena la hipótesis de que el hidraulos, cuya construcción se atribuye a Ktesibios de Alejandría, nació allá por el siglo III antes de Cristo. Entonces un pequeño depósito de agua -de ahí el nombre de esta pionera forma de órgano- se encargaba de suministrar el aire para hacer sonar los tubos, dispuestos ya en tres hileras en un modelo en arcilla descubierto en Cartago. Desde estos primitivos instrumentos, de unos tres metros de altura, hasta los imponentes ingenios que vemos en nuestras iglesias, el órgano no ha cesado de crecer en tamaño, en complejidad y en ambición. Sólo él puede cambiar tanto su fisonomía y, gracias a sus registros, metamorfosearse en otros instrumentos, o en una suma de ellos. El afán de no dejar resquicios sin explorar llevó un día a los organeros barrocos franceses hasta el punto de inventar un registro que bautizaron como voix humaine.

Y es que Francia ocupa un

lugar señero en la historia del órgano: sus constructores han estado casi siempre en la vanguardia de su evolución, sus compositores -de Couperin a Messiaen- han creado escuela y sus mejores intérpretes han formado, y siguen formando, parte del grupo de los elegidos. Nuestros vecinos han sido también pioneros en la recuperación, restauración y uso de sus instrumentos históricos. El primer paso es conocer en detalle el legado del pasado, y fresca está aún la tinta del extraordinario Catálogo de órganos de la provincia de Ávila, realizado por Alfonso de Vicente. Toulouse ha llegado incluso más allá: ha complementado su patrimonio histórico con la construcción de nuevos instrumentos que le permitieran contar en la ciudad con ejemplos representativos de diferentes tipos de órganos. Uno de sus principales proyectos aún pendientes es precisamente, por razones obvias de cercanía geográfica, idiosincrasia e imperativos del repertorio, el encargo de un órgano español para completar su soberbia oferta.

En 1998, Toulouse les Orgues planteó buena parte de su programación en torno al órgano ibérico y, hoy mismo, en un concierto apadrinado por el Instituto Cervantes de Toulouse, Montserrat Torrent interpretará en la catedral de Saint-Étienne un recital con música española para órgano del siglo XX (Guridi, Montsalvatge, José Luis Turina...). Las primeras notas que sonaron ayer en el concierto inaugural de la presente edición fueron también de un músico español: José de Nebra, de quien celebramos este año el tercer centenario de su nacimiento. Christophe Coin dirigió un programa de villancicos del que fuera organista del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. El título de uno ellos, Sagradas armonías, enlaza a las mil maravillas con el motivo central del festival de este año, La armonía de las esferas, un locus classicus de la antigua teoría musical que, desarrollado en todas sus posibles vertientes, articula el más de medio centenar de conciertos que sonarán allende los Pirineos hasta el próximo 20 de octubre.

Toulouse les Orgues ha op-

tado por el modelo habitual de los festivales finlandeses, confiando la dirección artística a un intérprete, en este caso el organista holandés Jan Willem Jansen. Los conciertos convencionales conviven este año con conferencias de expertos astrónomos o astrofísicos, visitas guiadas a la Ciudad del Espacio de Toulouse, improvisaciones organísticas inspiradas por imágenes del espacio (el alunizaje del Apolo XI), excursiones para ver y escuchar órganos de los alrededores de Toulouse, coloquios sobre la acústica organística, cursos impartidos por los grandes nombres que acuden estos días a la ciudad, recitales ofrecidos por los más jóvenes, un concurso internacional, estrenos de nuevas obras y audiciones de todas aquellas que, por su título o su concepción, guarden relación con el tema central del festival: los programas son todo un recordatorio de la omnipresencia del cielo o las estrellas a lo largo de la historia del repertorio organístico.

Toulouse les Orgues brinda también, por supuesto, la oportunidad de poder escuchar en unos pocos días la extraordinaria oferta de instrumentos de la ciudad, con tres ejemplos construidos por uno de los nombres señeros de la organería francesa y mundial: Aristide Cavaillé-Coll, que revolucionó su voz y sus entrañas en la segunda mitad del siglo XIX. Toulouse acoge también órganos barrocos en la iglesia de Saint-Pierre-des-Chartreux y en la catedral (de Delaunay y Lefébure), o construcciones modernas como el bellísimo instrumento construido en 1981 por Jürgen Ahrend para la iglesia museo de los Agustinos.

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Sobre la firma

Luis Gago
Luis Gago (Madrid, 1961) es crítico de música clásica de EL PAÍS. Con formación jurídica y musical, se decantó profesionalmente por la segunda. Además de tocarla, escribe, traduce y habla sobre música, intentando entenderla y ayudar a entenderla. Sus cuatro bes son Bach, Beethoven, Brahms y Britten, pero le gusta recorrer y agotar todo el alfabeto.

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