_
_
_
_

Washington no fue Seattle

Las concentraciones de protesta no han sido ni la sombra del movimiento antiglobalización que sorprendió al mundo en la cumbre de la OMC en 1999

A media mañana, delante de la sede del Banco Mundial, no había ayer ni medio centenar de manifestantes. Sólo unos pocos cantaban con desgana mientras el resto se dedicaba a hacer todo tipo de planes: desde dónde comer hasta cuándo organizar nuevas protestas contra la globalización. Las concentraciones en Washington no fueron ni la sombra del movimiento que sorprendió al mundo en Seattle en el año 1999.

Sea por el gigantismo del despliegue policial o por los efectos calmantes de los atentados terroristas del 11 de septiembre, las protestas quedaron convertidas en notas a pie de página, lo cual, según los organizadores, ni resta valor a su mensaje ni supone el fin de este movimiento social.

'Defrauda un poco', decía una de las participantes, que viajó desde el Caribe
La marcha del sábado, la más importante, fue tan pacífica como poco concurrida

Algunas de las manifestaciones contaban ayer con asistentes que habían pasado de la protesta específica a la genérica: 'Queremos que se termine inmediatamente la guerra y que las burocracias de los Gobiernos se pongan al servicio de la paz', decía un participante sin aclarar con precisión qué guerra es concretamente la que desea ver terminada de inmediato.

El viernes hubo 650 detenidos ('retenidos', prefiere decir la policía de Estados Unidos); el sábado 4 y ayer, al menos hasta media tarde, ninguno. La policía, armada como si enfrente tuviera al ejército iraquí, no permitió ni una sola concentración no autorizada; dado que el viernes pasado había varias convocadas sin permiso, la policía aprovechó para detener a diestro y siniestro con la misma 'filosofía preventiva' que la Casa Blanca quiere aplicar a conflictos bien distintos.

La marcha del sábado pasado -la más importante- fue tan pacífica como poco concurrida. Los organizadores esperaban concentrar a 20.000 personas en contra de las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, pero apenas acudieron 5.000 personas (según los optimistas; otros más realistas dicen que 3.000).

Habían planeado bloquear las calles que rodean los edificios en los que se celebraban las reuniones de los ministros de Economía; desistieron en cuestión de segundos en cuanto se encontraron con el despliegue imponente de varios miles de policías. Al fin y al cabo, el viernes hubo aquí más detenciones que en todos los altercados de Seattle durante la cumbre de la Organización Mundial de Comercio del año 1999.

'Defrauda un poco', decía una de las participantes, que viajó desde el Caribe. La portavoz de una de las organizaciones que ha convocado las concentraciones, Movilización para la Justicia Global, insistía en que 'lo importante era decir la verdad, y lo hemos hecho'.

Episodios paradójicos

Hubo episodios tan paradójicos como divertidos. Dado que Washington es una ciudad cuya economía depende de los organismos internacionales que tienen aquí su sede, cualquier manifestación contra estas instituciones se contempla como una amenaza para el futuro personal de las decenas de miles de funcionarios y empleados a las que dan trabajo. Eso generó una sucesión de contramanifestaciones de florecimiento esporádico.

Cuando trabajadores del Banco Mundial, perfectamente trajeados, se encontraban con algún manifestante antiglobalización, le espetaban: '¡Pues vete a Cuba!'.

Ralph Nader, el candidato presidencial alternativo que rascó tantos votos de izquierda a Al Gore como para que George W. Bush le deba todavía la victoria, se ha paseado feliz por el centro de la capital estadounidense durante los últimos tres días: 'Esto sirve para que quienes gobiernan se den cuenta de que hay que subordinar el poder de las empresas al poder soberano del pueblo', decía al lado de un inmenso globo con forma de cerdo que llevaba escritas las palabras 'Glotón Corporativo'; a su lado, un hombre se había disfrazo de la 'E' de Enron, convertida en símbolo inequívoco de la avaricia contable.

Algunos interpretan los acontecimientos de los últimos tres días como el principio del fin del llamado movimiento antiglobalización, o al menos como su regreso a un volumen más proporcionado.

Despliegue policial

Charles Ramsey, el ubicuo jefe de policía de Washington, incluso anticipaba ayer que para futuras cumbres 'quizá ya no tengamos que volver a hacer esto', refiriéndose al tamaño descomunal del despliegue policial con motivo de la reunión del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en la capital de Estados Unidos.

Ayer, la mayoría de los manifestantes que se habían desplazado hasta Washington dedicaban el día a intercambiar números de teléfono y a decidir cómo, cuándo o en qué cumbre volvían a concentrarse.

Antes de marcharse, como para aprovechar el viaje, varios de ellos se concentraron ante la residencia del vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, para protestar contra su postura belicosa en el conflicto con Irak.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_