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Columna
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Dos en uno

Miquel Alberola

A pesar de que Unión Valenciana (UV) y el Bloc son las opciones políticas que salen peor paradas entre los corredores de apuestas electorales, estos dos partidos van a absorber en los próximos meses la mayor parte de las energías de los estrategas del PP. Entre Francisco Camps y la presidencia de la Generalitat sólo se interpone la incertidumbre de la abstención de los votantes de su propio partido. La masa oscilante que le arrebató al PSPV de profesionales liberales, empleados por cuenta ajena y funcionarios se muestra poco sulfurada -no como para cambiar la orientación de su voto- por la creciente deuda de la Generalitat, las caídas del turismo y de las ventas de coches, la fluctuación citrícola, el decretazo y otros microsíntomas que anuncian el agotamiento económico. Mientras la bolsa siga precipitandose -nada hace presentir una inflexión- la inversión inmobiliaria supone la más firme garantía para muchas rentas familiares, lo que asegura que construcción continúe siendo la locomotora de la economía valenciana, mueva todos los sectores y edulcore la percepción sobre el bolsillo. El problema, más allá de la desmotivación habitual de quienes piensan que para qué votar si está asegurada la victoria, se encuentra a la derecha de esa masa oscilante. En los autónomos y propietarios, que son quienes sufren de forma más directa los efectos de la inseguridad ciudadana ante la impotencia de que su partido, a pesar de mandarles guiños como el de la supresión del IAE, no les resuelve un problema que en España ya lidera la Comunidad Valenciana. Ante el temor de que esa abstención no sólo reduzca los votos del PP sino que sobredimensione el porcentaje de emisión de los pocos que pueda recibir UV, la maquinaria electoral ya trabaja en dos sentidos. Salta a la vista que el primero era sacar a la calle la sábana del fantasma del imperialismo catalán y agitarla para rebañar lo poco que queda en el bidón de UV y movilizar el voto del abstencionismo. El segundo será hinchar el globo del Bloc para que, en el peor de los casos, esta opción sólo sirva de sumidero para quienes, quizá considerando las pocas posibilidades de este partido, habían pensado en votar al PSPV o Esquerra Unida.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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