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Reportaje:SAN LORENZO | EXCURSIONES

El mejor paseo, el de los curas

Una vuelta por la Horizontal, el Batán y la Herrería, siguiendo los pasos de los viejos monjes de San Lorenzo

A los curas les gusta repetir que el camino que lleva al cielo es angosto y está lleno de espinas, pero deben de referirse a los caminos de otras parroquias, porque los que ellos frecuentan en sus ocios son deliciosos, a tal punto que siempre se ha dicho que el mejor paseo de cualquier pueblo o ciudad es aquel por el que suelen andar los curas.

La prueba la tenemos en el municipio de San Lorenzo de El Escorial, donde los monjes del monasterio herreriano han surcado históricamente las faldas del monte Abantos y del Risco Alto a través de una senda llanísima conocida, por esto mismo, como la Horizontal, y por lo otro, como la vuelta de los Frailes o el paseo de los Curas.

Para pasearnos como curas, hemos subido desde el centro urbano siguiendo las indicaciones viales hacia el Eurofórum Felipe II y el restaurante Horizontal, y en la curva previa a este local, hemos dejado el asfalto y el coche para tirar a la izquierda por la calle de tierra rotulada como Horizontal.

Santa Teresa se apoyó en el monasterio y halló divino consuelo en un vientecillo

Por ella avanzamos ahora entre los últimos chalés, al tiempo que atisbamos a través del pinar el monasterio de San Lorenzo, que, como todo el mundo sabe, representa la parrilla donde el mártir hispano murió asado en el año 258, no sin antes pedir que le dieran la vuelta para no quedar menos hecho por un lado, un forma exquisita de mandar a sus verdugos a paseo.

El de los Curas, que ya es el nuestro, no huele precisamente a chamusquina, sino a jara, tomillo y cantueso, que debe de ser algo parecido a eso que llaman olor a santidad. Y con ese perfume proseguimos el paseo franqueando una portilla metálica y enfilando por entre los pinos resineros hacia poniente, hacia la distante mole cónica del cerro San Benito, el cual, ya que estamos repasando el santoral, toma su nombre de aquel monje italiano que forjó en el siglo VI la férrea regla ora et labora, un grandísimo enemigo de los placeres terrenales que, seguro, no hubiera aprobado un garbeíllo como éste.

Como a una hora del inicio, el paseo de los Curas se nos acaba al topar con la cerca de la finca del Valle, pero nosotros continuamos por el camimo que baja en suave zigzag hasta la carretera que comunica San Lorenzo con la general de Ávila (M-505).

Por cierto, que Santa Teresa de Ávila fue una asidua visitante de El Escorial y, entre otras anécdotas, se cuenta que un día de calor en que se apoyó en el ángulo noroeste del monasterio, desfallecida de tanto como trotaba, halló divino consuelo en un vientecillo que ya siempre sopla allí, incluso en los días más calmos: desde entonces se le conoce como la brisa de Santa Teresa.

Doblando a la izquierda, hacia San Lorenzo de El Escorial, y luego a la derecha por una pista asfaltada y cerrada con barrera, bajamos raudos al encuentro del arroyo del Batán y a su vera subimos hasta el Batán propiamente dicho. Este edificio de sillería, antaño propiedad de los monjes, albergó el ingenio hidráulico que golpeaba, desengrasaba y enfurtía los paños para sus hábitos.

A principios del siglo XX se habilitó como vivero piscícola, luego fue un bar y ahora es puro silencio, con lo que ha recuperado cierto aire monacal.

Poco más arriba del Batán, la pista muere junto a la carretera de Ávila, la cual seguimos unos metros hacia la izquierda para desviarnos de nuevo a la diestra por otra pista cerrada con barrera, desde cuyo arranque se obtiene una vista inmejorable del famoso monasterio madrileño. Señalizada en parte como paseo ecológico, esta vía nos lleva sin pérdida -asombrados por los enormes castaños de la fuente de la Reina y los robles de la Herrería- hasta la silla de Felipe II, desde la que el rey seguía la obra de El Escorial con esa mirada suya que, según Santa Teresa, 'calaba el alma'. En total, tres horas de marcha.

Por la derecha de la regia silla, corre monte abajo el llamado sendero GR-10, cuyas señales de pintura blanca y roja nos guían directamente hacia la ermita de la Virgen de Gracia, nos invitan a cruzar la carretera de Ávila y nos acompañan mientras enfilamos, ya sin necesidad de ellas, hacia el magno monasterio y el casco urbano del municipio de San Lorenzo de El Escorial.

Las galas del bosque otoñal

Dónde. San Lorenzo de El Escorial dista 49 kilómetros de la capital yendo por la carretera de A Coruña (A-6) hasta Las Rozas y cogiendo el desvío a El Escorial por la carretera M-505. No obstante, el acceso más rápido es la salida 47 de la A-6, dirección El Escorial. Una vez en San Lorenzo, numerosos indicadores nos guiarán hacia el Eurofórum Felipe II y el restaurante Horizontal, inicio del paseo. Cuándo. Cualquier época del año es adecuada para efectuar esta ruta circular de 11 kilómetros y unas tres horas de duración, con un desnivel acumulado de 300 metros y una dificultad baja, si bien es en otoño cuando el bosque de la Herrería -robles melojos, fresnos, arces de Montpellier, castaños...- exhibe sus mejores galas. Quién. Varios miembros de la asociación cultural Amaranta han escrito En torno a los albergues y refugios de Madrid, guía de senderismo editada por Los Libros de la Catarata (calle de Fuencarral, número 70; teléfono 915 320 504), en cuyo tomo II se describe una excursión similar a ésta partiendo del albergue de Santa María del Buen Aire. Y qué más. Cartografía: mapa 18-21 (San Lorenzo de El Escorial) del Servicio Geográfico del Ejército, o la hoja equivalente (533) del Instituto Geográfico Nacional, ambas a escala 1:50.000.

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