La vida sigue igual
Continuismo y conformismo. El PP ni siquiera se ha molestado en su congreso de aplicar la vieja receta de Lampedusa para disimular su inmovilismo. No han podido o no han sabido crear la ficción de hacer cambios aparentes para que todo siga igual. La historia de este simulacro estaba escrita con antelación, salvo la astracanada de Aznar, que redactó un epílogo con los renglones torcidos, avivando los fantasmas de una memoria histórica que en Andalucía sigue muy viva. Ni el envoltorio ni la romería de ministros ha conseguido levantar el pulso a un cónclave átono, desesperanzado y sin propuestas de futuro para nuestra comunidad autónoma.
El PP sale con los mismos problemas con los que entró a su congreso regional: el débil y ficticio liderazgo de Teófila Martínez, una presidenta sin poder real en la organización de su partido, la falta de democracia interna apuntalada estos días con la amenaza de una disciplina férrea e inmisericorde contra todo el que discrepe y -os hay- y, sobre todo, que el PP no es una alternativa ilusionante para los andaluces. Este encuentro estéril, insulso y carente de debate, más allá del ataque feroz al PSOE de Andalucía, no ha permitido consolidar liderazgos nuevos, ni caras nuevas.
La alcaldesa de Cádiz ha perdido una clara oportunidad de hacerse con el control del partido. La ausencia de cambios de relevancia y el mantenimiento del status quo anterior ponen en evidencia que es Javier Arenas quien controla a su antojo al PP andaluz, con el mando a distancia desde Madrid y gracias a una cohorte de fieles que le guardan las espaldas en nuestra comunidad autónoma.
No sólo ha tenido que apechugar con una dirección controlada por la guardia pretoriana del ministro, con Antonio Sanz a la cabeza, sino ha visto como Javier Arenas, a su conveniencia, le ha marcado la agenda y le ha chafado el congreso. Teófila Martínez quería controlar los tiempos y aplazar su proclamación como candidata a la Junta, una decisión que la debilitaba como jefa de la oposición, pero que le permitía cierta tranquilidad en su pluriempleo en el consistorio gaditano. Que si el congreso no era el foro reglamentario, que este no era el momento oportuno... Palabras que el viento se llevó y Arenas, en otra demostración de sus artes de prestidigitación, se sacó de la chistera una nueva fórmula para endosarle a Teófila el trágala de una nominación a contrapelo.
De esta forma, una vez cerrado el cartel a las autonómicas de 2004, Javier Arenas aborta cualquier posibilidad de retorno político a Andalucía para dedicarse en cuerpo y alma -como democristiano de pura cepa- en la batalla sucesoria de Aznar. Una vez más, el PP andaluz ha demostrado carecer de proyecto político propio, poniendo toda su estrategia al servicio de los intereses personales y políticos de Javier Arenas
El factótum de la derecha andaluza ha ejecutado una carambola a cinco bandas que deja con el pie cambiado y en fuera de juego a la presidenta regional del PP. En este escenario, Teófila Martínez se resigna a jugar un papel secundario y subalterno como en los últimos años, sin participar de las decisiones estratégicas de su partido con respecto a Andalucía. Así, no es posible la interlocución con los populares andaluces cuando la sala de operaciones la maneja Arenas en Madrid.
Este congreso, más próximo a un acto social que a un ejercicio de reflexión política, se salda con una guerra soterrada en la cúpula del PP andaluz, con la certeza de que el tiempo lo sigue marcando el mismo reloj de arena(s). Tres días de debate que no han despejado la principal incógnita del PP: su incapacidad de generar una alternativa o de, al menos, articular una oposición seria que defienda los intereses generales de esta tierra. Y es que la derecha ni entiende ni tiene simpatía por los andaluces y las andaluzas.
Quizá por seguir al pie de la letra a su correligionario Julio Iglesias los populares andaluces han cerrado su congreso tarareando La vida sigue igual, laralá, lará.
Luis Pizarro Medina es secretario de Organización del PSOE de Andalucía.
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