_
_
_
_
_
Reportaje:

La boda frustrada de dos marroquíes

Cien policías bloquean el Ayuntamiento de Valence para arrestar al novio

Malika el Alami, una chica de origen marroquí y con residencia legal en Valence (Francia) desde hace 12 años, intentó casarse el sábado con un compatriota residente en Marruecos. Pero el alcalde, que había dado plantón a los contrayentes unas semana antes, dimitió junto con sus 14 adjuntos para impedir la ceremonia, alegando que el visado del futuro marido estaba caducado. Un centenar de policías trataron de esposar al novio, y no precisamente con Malika, pero aquél se escabulló mientras el alcalde dimisionario y sus partidarios cantaban La Marsellesa en señal de victoria, como si en esta historia se hubiera jugado el honor nacional de Francia.

Era la segunda vez que Malika intentaba llegar hasta el salón de bodas del Ayuntamiento de Valence, una ciudad de 68.000 habitantes sin especiales problemas de inmigración. Como otras parejas, ella y su novio, Hamid Benaghmouch, se habían sentado el sábado anterior sobre los sillones rojos en que los futuros contrayentes esperan al alcalde. Pese a la obligación legal de celebrarla o de delegar esa función, éste no se presentó. Al cabo de tres horas de espera y en medio de la crispación, la chica prorrumpió en sollozos y la comitiva se retiró.

El alcalde dimite para evitar la ceremonia pese a que Hamid tenía autorización tras caducarle el visado

Tanto la pareja como sus amigos y familiares eran conscientes de que el futuro marido se encontraba en situación irregular. Una abogada les había resuelto los trámites y había constancia de que no existía acto judicial ni administrativo en contra de la boda: hasta el libro de familia estaba listo para registrar la inscripción del matrimonio.

'Es mi primer amor, le quiero', afirmaba Malika días más tarde en una concentración de protesta organizada ante el despacho del prefecto (gobernador) del departamento, Christian Decharrière. Este hombre -vinculado al Gobierno de Jospin- intentó arreglar las cosas, concediendo a Hamid un plazo de siete días para abandonar el territorio francés: era un modo de garantizarle que no sería detenido si intentaba casarse al sábado siguiente. 'No pertenece a la tradición republicana detener a un extranjero antes o después de su boda, es un día de fiesta que merece ser respetado', alegó el prefecto, que dijo haber sido informado de que el futuro marido no pretendía una simple boda de conveniencia.

Pero este rasgo fue transformado por el alcalde, Patrick Labaune, en un desafío político. Ni corto ni perezoso, el primer regidor presentó su dimisión y junto con él renunciaron los 14 tenientes de alcalde, todos ellos del partido presidencial, UMP. 'En nombre de la ley y en conciencia, yo no podía casarles', explicó el alcalde, muy convencido de que a la pareja 'no le guiaba el fuego del amor, sino la voluntad de provocar', explicó al diario Le Dauphiné Libéré, no sin admitir que 'me he colocado fuera de la ley contra un fuera de la ley'.

Hamid y Malika decidieron presentarse por segunda vez en el mismo lugar en que no habían podido casarse una semana antes. Aparentemente, la novia había recibido seguridades de que el alcalde no iba a estar, pero había delegado la celebración en uno de sus adjuntos. Sin embargo, Patrick Labaune continuó presionando hasta que el prefecto rectificó su anterior decisión tolerante y notificó que la policía había recibido orden de conducir a la frontera a Hamid.

A la hora prevista para el segundo intento de boda, una veintena de agentes de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS) taponaban el acceso al Ayuntamiento y en los alrededores se apostaban varias decenas más. Un joven se situó de repente junto a la novia, cubierto por una máscara blanca veneciana, pero cuando iba a ser detenido logró escabullirse en medio de los gritos de los asistentes.

Amigos de los frustrados contrayentes han condenado lo que califican de 'acto racista'. Como mínimo, la surrealista historia de la boda frustrada es un acto político. Parisiense, de 51 años y doctor en Ciencias Políticas, el alcalde de Valence es uno de los húsares del neoconservadurismo francés: militante de la unión de las derechas desde el momento en que éstas perdieron las elecciones de 1997 a manos de Lionel Jospin, la vuelta de la tortilla en los últimos comicios permite ver otros modos en la Francia actual, cantada en otro tiempo como patria de las libertades.

Tumulto ante el Ayuntamiento de Valence (Francia). A la derecha, Malika con un ramo de flores. PLANO GENERAL - ESCENA
Tumulto ante el Ayuntamiento de Valence (Francia). A la derecha, Malika con un ramo de flores. PLANO GENERAL - ESCENACORDON PRESS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_