Danza, payasos y juegos malabares, en el paseo de Gràcia
Barcelona Arts de Carrer (BAC) es uno de los mejores inventos de los últimos años de la Mercè. Es un derivado de la Fira de Teatre al Carrer de Tàrrega, donde se formó Toni González, director del BAC, y se asienta sobre el éxito de iniciativas anteriores de la misma Mercè mucho menos ambiciosas, como Un port de nassos. Después de tres años, el BAC, pese a la importancia creciente y al aumento del número de sus actividades, aún no ha encontrado plenamente su singularidad. Si dejara de ser un experimento en crecimiento, podría convertirse en una de las mayores manifestaciones teatrales de Europa.
Ahí está, por ejemplo, el espléndido Capitán Maravilla, que fue el ganador del primer premio para Artistes de Barret de la pasada Mercè y que se presentó el lunes en el paseo de Gràcia. Divertidísimo en sus improvisaciones y capaz de asimilarse, por su capa, a Superman y al Papa, mientras ejecuta malabarismos notables con el yoyó y las mazas. Con todo, lo mejor del Capitán Maravilla es su desbordante simpatía y su talento para cazar al vuelo las mejores oportunidades del directo para marcarse un chiste. En el paseo de Gràcia pudo verse también el espectáculo de danza contemporánea de Senza Tempo Frena, para bailarines y coches, o el Circo de la Pena, capaz de combinar equilibrismos, malabarismos y payasadas de la forma más alegre y dinámica. Junto con ellos, Caroline Dream hizo lo que pudo y D'Aigua, dentro de Ona Emergent, presentaron Línia 6, de escasísimo interés.
El BAC incluye, asimismo, el ya clásico Un port de nassos. Pep Callau i els Pepsicolen hicieron bailar a padres e hijos con una simpatía desbordante. No se olvidó Pep Callau de felicitar a todas las Mercès allí reunidas, ni de presentar a su hija, Aina, de 14 meses, que ganó con trampa y abuso de autoridad la carrera de cochecitos de bebé.
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