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Reportaje:Signos

La huella de un mundo interior

Novelistas señalan que vivir fuera de los centros editoriales es irrelevante en su actividad

Son varios los novelistas andaluces que escriben su obra en la comunidad. Ya no es importante vivir en Madrid o Barcelona, los dos grandes centros editoriales, si se quiere llevar adelante la actividad literaria. El viaje a Madrid que emprendieron en el pasado Benito Pérez Galdós, Pío Baroja o muchos autores de la posguerra no es una condición obligatoria para darse a conocer en un ámbito tan difícil y tan lleno de trampas como el literario. En cierta ocasión Pío Baroja respondió así a un autor en ciernes: '¿Quiere ser escritor? Pues váyase a Madrid y póngase a la cola'. El mundo en el que se movía el autor guipuzcoano ha cambiado mucho. Así lo reconocen varios novelistas andaluces que han publicado sus obras en editoriales de Madrid o Barcelona.

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Una especie de paraíso perdido

Jesús Maeso de la Torre (Úbeda, 1949) ha emprendido en los últimos años desde su residencia de Cádiz una ambiciosa tarea narrativa. Hasta el momento ha publicado tres novelas históricas, Al-Gazal, el viajero de los dos orientes, La Piedra del Destino y El Papa Luna. 'Hoy en día no es necesario estar en Madrid para escribir. Varios novelistas andaluces vivimos en la periferia. Estamos en el siglo XXI, el siglo de las comunicaciones. No hay que estar en la pomada para que tu obra se divulgue', señala Maeso de la Torre. 'Antes todas las editoriales estaban en Madrid y trasladarse a Madrid era difícil. Hoy en día tenemos Internet. En la era de Internet no hay por qué escribir en Madrid a menos que seas académico como mi paisano Antonio Muñoz Molina', explica el autor.

Maeso de la Torre señala que residir en Cádiz le da 'sosiego'. 'En una provincia alejada se está más tranquilo. Además, eso te permite no estar en el cenáculo de los escritores. Lo ves todo desde la barrera y no participas en ese mundo de cierta competencia. Lo ves como espectador. No entras en esa guerra de emulación personal', agrega. Con todo, Maeso de la Torre resalta el peligro que tienen muchos 'buenos escritores' que viven en la periferia de convertirse en 'glorias locales y no trascender fuera'. 'Pero los que publicamos en editoriales nacionales no tenemos problema ninguno. La clave está en que tu editorial trascienda', concluye Maeso de la Torre.

Juan Cobos Wilkins (Riotinto, 1957) reside en Huelva. Autor de la novela El corazón de la tierra, Cobos Wilkins explica que 'en los últimos tiempos se demuestra que desde la periferia no es que se pueda hacer buena literatura, que es algo que se ha hecho siempre, sino que se tienen oportunidades'. 'Los medios de comunicación han ayudado a poder estar en contacto: el tren, el avión, Internet y el correo electrónico te permiten estar perfectamente comunicado. La literatura se escribe en casa, en el lugar que hayas elegido como tu hogar. Da igual que vivas en Nueva York que en Riotinto para la creación', dice el escritor onubense.

'Cuando la literatura es de un mundo propio, de introspección, cuando busca esa luz abisal, da igual donde estés. Ese mundo interiorizado, esa mitología personal, forma parte de mí y lo traslado. He estado en Nueva York escribiendo de Riotinto. Si tienes un mundo propio, algo que es fundamental para la creación, da exactamente igual donde estés porque acabas bordando en las sábanas tus iniciales a esos fantasmas. Da lo mismo que estés en un hotel de cuatro estrellas que bajo las estrellas sin hotel', asevera Cobos Wilkins.

Antonio Cascales (Sevilla, 1940) es el autor de las novelas Los tornadizos, Rodafortuna, Crónica londinense del reverendo Blanco-White y El cuarteto de Praga. Vecino de Tomares (Sevilla), Cascales ve 'irrelevante' el lugar de residencia. 'No creo en la biografía; creo en la obra escrita. Nunca me he planteado hacer una biografía de escritor. Ir o no a Madrid me parece sin importancia'.

'Si la literatura es algo, es la huella de un tiempo interior. El vértigo de los canapés madrileños es insoportable. Sólo se puede escribir en provincias, en un lugar donde sea posible la cristalización del tiempo interior. La lucha del escritor consagrado por su tiempo interior es una cosa dramática', comenta.

Cascales recalca 'el drama que supone para un hombre totalmente famoso encontrar el espacio de silencio imprescindible para que salga una literatura de calidad'. 'Hay que tener una cierta técnica de oso hormiguero. Hay que cortar los teléfonos, los compromisos y la vida social', concluye.

El trabajo de la memoria

Hipólito G. Navarro (Huelva, 1961) hila desde su casa de Sevilla una obra repleta de sorpresas y sentido del humor. Autor de los libros de cuentos El cielo está López, Manías y melomanías mismamente, El aburrimiento, Lester y Los tigres albinos y de la novela Las medusas de Niza, Navarro opina que el lugar de residencia no tiene demasiada importancia a la hora de escribir, ya que, con 'el correo electrónico o el fax, el tipo que vive en una aldea perdida está conectado'. 'El escritor trabaja muchísimo con la memoria. Luis Mateo Díez trabaja en un despacho del Ayuntamiento en plena plaza Mayor de Madrid y escribe de sus recuerdos de infancia en Villablino, en León. Uno se nutre de lo que lee y de lo que vivió en la infancia', dice Navarro.

El novelista cree que en Sevilla se puede perder tanto tiempo como en Madrid en el carrusel de las presentaciones de libros y las conferencias. 'Asistir a los actos culturales quita mucho tiempo. Y en Sevilla ha habido este año muchos actos de este tipo. También quita mucho tiempo el ser lector furibundo de suplementos de libros o estar pendiente de las novedades literarias. Eso quita y da tiempo a la vez porque también te nutre como escritor', explica.

'Ser escritor quita mucho tiempo para escribir. Casi todos los libros que he publicado los he escrito cuando no era escritor', concluye.

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