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Reportaje:

Las auditoras se enfrentan a la reválida

La depresión económica, la subida de los seguros y la venta de la consultoría dificultan la superación del 'escándalo Enron'

Amaya Iríbar

El último año ha sido duro para las grandes firmas de auditoría. El escándalo Enron minó su imagen, acabó con una de las grandes firmas (Andersen) y ha provocado reformas legales que afectan a todo el sector. El reto ahora es reorientar el negocio para evitar conflictos de interés y, al mismo tiempo, seguir creciendo en un entorno difícil.

'El mercado no ha reaccionado aún', dice la responsable de auditoría de KPMG. El sector augura precios más altos

Desde que la justicia estadounidense decidió actuar contra Andersen por su papel en el escándalo Enron han cambiado muchas cosas para los auditores. La firma desapareció y sus profesionales y clientes de todo el mundo se repartieron entre las cuatro grandes firmas supervivientes: PricewaterhouseCoopers ha incrementado su cuota de mercado en auditoría del 28,7% al 30,1%; Deloitte & Touche, que se quedó con el brazo español, del 14,7% al 20,7%; Ernst & Young, del 20,3% al 26% y KPMG del 21% al 23,2, según la estimación hecha por una de las grandes firmas.

El efecto Andersen no se ha quedado en este cambio de fronteras en el mapa mundial de la auditoría. Los seguros que cubren la responsabilidad civil de los auditores, por ejemplo, se han disparado. Ninguna de las grandes firmas consultadas ha querido precisar cuánto han subido las primas, que suelen negociarse cada año con carácter internacional. Pero la consultora de riesgos y correduría de seguros Marsh calcula que éstas se han duplicado en los dos últimos años y otras fuentes del sector asegurador precisan que cada vez es más difícil para estas empresas encontrar a alguien que cubra sus riesgos.

El caso Andersen sólo ha agravado una situación que se arrastra desde hace años, cuando empezó a aumentar el número de reclamaciones, aseguran en Marsh.Todos los auditores deben tener un seguro que, en el caso español, donde la litigiosidad es muy baja, debe cubrir 0,3 millones de euros. Las cuatro grandes deben multiplicar esa cantidad por el número de socios.

Esta circunstancia está teniendo un impacto directo en el coste de estas firmas. 'La rentabilidad del negocio cada vez es menor y la calidad de nuestros profesionales debe ser cada vez mayor', explica por escrito María Eugenia Fernández-Villarán, socio director de auditoría de KPMG en España.

Los escándalos empresariales con origen en Estados Unidos también han tenido consecuencias políticas que, a la larga, tendrán impacto en el sector. Los Gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea han aprobado o acelerado reformas legales para reforzar las incompatibilidades de los auditores, y evitar el conflicto de interés que supone que sus grandes clientes paguen más por otros servicios que porque les revisen las cuentas. En España es la ley financiera, aún en tramitación parlamentaria y cuya aprobación está prevista para finales de año. Las consecuencia es que las auditoras se verán obligadas a reducir sus actividades. Al menos para los clientes cotizados de auditoría.

Adiós a la gran consultoría

Por el momento, y sin que nadie les obligue aún, las grandes han dicho adiós a la gran consultoría. Esta tendencia empezó hace un par de años. Las dos únicas firmas que aún no se habían desprendido de la división de consultoría, lo harán este año. PricewaterhouseCoopers ha llegado a un acuerdo en este sentido con IBM y Deloitte & Touche venderá la división a sus socios de consultoría, que ya tienen nombre para la nueva empresa: Braxton.

Para las firmas consultadas -ni Deloitte & Touche ni PricewaterhouseCoopers, que negocia aún con IBM, han querido hacer declaraciones-, el impacto de las nuevas leyes en el negocio se verá a medio o largo plazo. Tanto Ernst & Young como KPMG España esperan este año crecimientos similares a los del pasado ejercicio. En el caso de la primera, manteniendo exactamente la misma estrategia: más clientes con las mismas líneas de servicio, que como en el resto de las firmas incluye asesoría legal y financiera y de corporate finance.

'El mercado no ha reaccionado aún a los acontecimientos del último año. No obstante, la tendencia será un incremento de precios', explica Fernández-Villarán. Para su homólogo en Ernst & Young, José Miguel de Andrés, 'deben fijarse precios adecuados y ahora, en general, están muy bajos. Según la estadística del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), el precio medio de la hora de auditor estaba el año pasado a 53,76 euros, un 2,8% más que el año anterior. 'Por ganar clientes se están llegando a límites poco razonables', asegura el presidente de este organismo, José Luis López Combarros.

En este sentido existe una amenaza añadida para el sector, que subraya la consultora DBK: la posibilidad de que las grandes empresas sometan a concurso la revisión de sus cuentas, lo que presionaría a la baja los precios. Este peligro contrasta con la fidelidad que hasta ahora mostraban éstas con sus auditores. 'Se han producido bastantes cambios de auditores en 2002 y esta tendencia se mantendrá el próximo año', asegura de Andrés.

La auditoría facturó en España el año pasado 400,4 millones de pesetas, según el ICAC. Esto supone un crecimiento anual del 6%, que contrasta con el 13% del año anterior. Para López Combarros, esta pérdida de fuelle es 'ficticia' porque en el año 2000 afloraron trabajos que no se habían declarado anteriormente.

Además una cosa son los ingresos por revisar cuentas, que es lo que se declara al ICAC, y otra lo que facturan sus divisiones de auditoría. Según el estudio de mercado de la consultora DBK, que incluye todos los ingresos de estas líneas de negocio, el mercado de auditoría movió el año pasado 772 millones de euros y creció el 15%. Salvo Deloitte y Andersen, que tenía en su cartera a la mayoría de las empresas del Ibex, los negocios de auditoría de las otras grandes firmas de servicios profesionales crecieron en el mismo periodo por encima del 10%.

Previsión pesimista

La previsión de DBK para este año es más pesimista. Los servicios de auditoría crecerán un 8,4% hasta generar 772 millones de euros, si bien otros servicios típicos de estas firmas, como la asesoría legal, lo hará el 12%.

Para la mayoría de los consultados, el menor crecimiento del sector con respecto a años anteriores responde más a la situación económica general que a los cambios que se han producido desde que estallara el escándalo Enron. Estos tardarán en llegar y, según Josep Maria Gasso, presidente del Instituto de Auditores-Censores de Cuentas, una de las tres corporaciones que agrupan a los auditores en España, tendrán más consecuencias en la profesión de auditor que en el negocio de las firmas para las cuales trabajan.

Desde que la justicia estadounidense decidió actuar contra Andersen por su papel en el escándalo Enron han cambiado muchas cosas para los auditores. La firma desapareció y sus profesionales y clientes de todo el mundo se repartieron entre las cuatro grandes firmas supervivientes: PricewaterhouseCoopers ha incrementado su cuota de mercado en auditoría del 28,7% al 30,1%; Deloitte & Touche, que se quedó con el brazo español, del 14,7% al 20,7%; Ernst & Young, del 20,3% al 26% y KPMG del 21% al 23,2, según la estimación hecha por una de las grandes firmas.

El efecto Andersen no se ha quedado en este cambio de fronteras en el mapa mundial de la auditoría. Los seguros que cubren la responsabilidad civil de los auditores, por ejemplo, se han disparado. Ninguna de las grandes firmas consultadas ha querido precisar cuánto han subido las primas, que suelen negociarse cada año con carácter internacional. Pero la consultora de riesgos y correduría de seguros Marsh calcula que éstas se han duplicado en los dos últimos años y otras fuentes del sector asegurador precisan que cada vez es más difícil para estas empresas encontrar a alguien que cubra sus riesgos.

El caso Andersen sólo ha agravado una situación que se arrastra desde hace años, cuando empezó a aumentar el número de reclamaciones, aseguran en Marsh.Todos los auditores deben tener un seguro que, en el caso español, donde la litigiosidad es muy baja, debe cubrir 0,3 millones de euros. Las cuatro grandes deben multiplicar esa cantidad por el número de socios.

Esta circunstancia está teniendo un impacto directo en el coste de estas firmas. 'La rentabilidad del negocio cada vez es menor y la calidad de nuestros profesionales debe ser cada vez mayor', explica por escrito María Eugenia Fernández-Villarán, socio director de auditoría de KPMG en España.

Los escándalos empresariales con origen en Estados Unidos también han tenido consecuencias políticas que, a la larga, tendrán impacto en el sector. Los Gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea han aprobado o acelerado reformas legales para reforzar las incompatibilidades de los auditores, y evitar el conflicto de interés que supone que sus grandes clientes paguen más por otros servicios que porque les revisen las cuentas. En España es la ley financiera, aún en tramitación parlamentaria y cuya aprobación está prevista para finales de año. Las consecuencia es que las auditoras se verán obligadas a reducir sus actividades. Al menos para los clientes cotizados de auditoría.

Adiós a la gran consultoría

Por el momento, y sin que nadie les obligue aún, las grandes han dicho adiós a la gran consultoría. Esta tendencia empezó hace un par de años. Las dos únicas firmas que aún no se habían desprendido de la división de consultoría, lo harán este año. PricewaterhouseCoopers ha llegado a un acuerdo en este sentido con IBM y Deloitte & Touche venderá la división a sus socios de consultoría, que ya tienen nombre para la nueva empresa: Braxton.

Para las firmas consultadas -ni Deloitte & Touche ni PricewaterhouseCoopers, que negocia aún con IBM, han querido hacer declaraciones-, el impacto de las nuevas leyes en el negocio se verá a medio o largo plazo. Tanto Ernst & Young como KPMG España esperan este año crecimientos similares a los del pasado ejercicio. En el caso de la primera, manteniendo exactamente la misma estrategia: más clientes con las mismas líneas de servicio, que como en el resto de las firmas incluye asesoría legal y financiera y de corporate finance.

'El mercado no ha reaccionado aún a los acontecimientos del último año. No obstante, la tendencia será un incremento de precios', explica Fernández-Villarán. Para su homólogo en Ernst & Young, José Miguel de Andrés, 'deben fijarse precios adecuados y ahora, en general, están muy bajos. Según la estadística del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), el precio medio de la hora de auditor estaba el año pasado a 53,76 euros, un 2,8% más que el año anterior. 'Por ganar clientes se están llegando a límites poco razonables', asegura el presidente de este organismo, José Luis López Combarros.

En este sentido existe una amenaza añadida para el sector, que subraya la consultora DBK: la posibilidad de que las grandes empresas sometan a concurso la revisión de sus cuentas, lo que presionaría a la baja los precios. Este peligro contrasta con la fidelidad que hasta ahora mostraban éstas con sus auditores. 'Se han producido bastantes cambios de auditores en 2002 y esta tendencia se mantendrá el próximo año', asegura de Andrés.

La auditoría facturó en España el año pasado 400,4 millones de pesetas, según el ICAC. Esto supone un crecimiento anual del 6%, que contrasta con el 13% del año anterior. Para López Combarros, esta pérdida de fuelle es 'ficticia' porque en el año 2000 afloraron trabajos que no se habían declarado anteriormente.

Además una cosa son los ingresos por revisar cuentas, que es lo que se declara al ICAC, y otra lo que facturan sus divisiones de auditoría. Según el estudio de mercado de la consultora DBK, que incluye todos los ingresos de estas líneas de negocio, el mercado de auditoría movió el año pasado 772 millones de euros y creció el 15%. Salvo Deloitte y Andersen, que tenía en su cartera a la mayoría de las empresas del Ibex, los negocios de auditoría de las otras grandes firmas de servicios profesionales crecieron en el mismo periodo por encima del 10%.

Previsión pesimista

La previsión de DBK para este año es más pesimista. Los servicios de auditoría crecerán un 8,4% hasta generar 772 millones de euros, si bien otros servicios típicos de estas firmas, como la asesoría legal, lo hará el 12%.

Para la mayoría de los consultados, el menor crecimiento del sector con respecto a años anteriores responde más a la situación económica general que a los cambios que se han producido desde que estallara el escándalo Enron. Estos tardarán en llegar y, según Josep Maria Gasso, presidente del Instituto de Auditores-Censores de Cuentas, una de las tres corporaciones que agrupan a los auditores en España, tendrán más consecuencias en la profesión de auditor que en el negocio de las firmas para las cuales trabajan.

Manifestación frente a la sede de Andersen en Nueva York en febrero.
Manifestación frente a la sede de Andersen en Nueva York en febrero.AP

El disgusto millonario de la tasa

El último disgusto de las firmas de auditoría viene del Gobierno. Se trata de una tasa sobre cada informe de auditoría, que se empezará a pagar cuando entre en vigor la ley financiera y que recaudará el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas. Su presidente, José Luis López Combarros, calcula que la tasa supondrá entre 2,5 millones de euros y 3 millones para el sector, menos del 1% de su facturación en 2001. Los auditores deberán pagar al trimestre 80 euros por cada informe cuando sus honorarios hayan sido menores a 30.000 euros y 160 cuando superen esa cantidad. Esto hace que el impacto varíe mucho según la empresa. Es 'un coste más' que disminuirá la rentabilidad de las compañías, confirman en KPMG. De las firmas consultadas, sólo Ernst & Young ha estimado ese coste: 400.000 euros anuales (facturó 60,1 millones en 2001). Su responsable de auditoría, José Miguel de Andrés, resume la opinión de los auditores: 'Espero que la iniciativa no prospere'. La enmienda ya está en el Senado, donde el Partido Popular tiene mayoría absoluta y está previsto que la ley entre en vigor en noviembre.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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