Del sillín al sillón
Del sillín al sillón en apenas 24 horas. No es un cambio gratuito; es que ayer no tomé la salida con el fin de recuperarme para el Mundial, así que este artículo pasa sin transición alguna del sillín al sillón. Lo que aparentemente es un cambio insignificante, una 'i' por una 'o', es en realidad un abismo. Hay quién verá simbolismos sexuales, y si no fíjense bien, pero no, no van por ahí los tiros. Hay quién pensará que básicamente lo que he cambiado ha sido simplemente el mullido y la base del fondo sobre el que se asientan mis cansadas posaderas. Es cierto, y razón tienen si piensan que el de hoy es mucho más cómodo y confortable que el que he utilizado en estos pasados días; es verdad, y no es sólo la novedad, pero es algo más que todo eso. Y también hay quién dirá que a ver qué es lo que voy a contar ahora que no estoy en carrera, a ver de dónde voy a sacar el detalle que me inspire para la columna diaria. Eso lo iremos viendo, yo seguiré siendo fiel a mi cita, así que espero que no me fallen.
Me enchufo a los auriculares y comienzo a escuchar música. Hablando de música, ¿saben que me vino a la cabeza anteayer cuando pasamos cara a meta por delante del auditorio de Santander? Pues que Kiko Veneno me contó y cantó el día anterior que se habían llevado las toallas del Palacio de Festivales de Santander. Y con toda la gente que había allí delante, cualquiera pilla al culpable.
En fin, cada loco con su tema y como dice Aute, hoy tengo un día de esos en que mandaría todo a hacer puñetas.
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