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Crítica:XII BIENAL DE FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una cuestión de familia

Programa doble en esta sesión de la Bienal, con una familia de larga trayectoria flamenca como protagonista: los Miño-Montes.

El hijo, Pedro Ricardo Miño, ha hecho del piano su medio de expresión. Es instrumento con historia importante en lo jondo, que después de años sumido en cierto remanso últimamente está experimentando un notable resurgir, con algunos jóvenes valores desarrollando una interesante labor creativa.

Pedro Ricardo Miño es uno de ellos, y en Mass Flamenco ofreció el estreno absoluto de su última producción, un recorrido por distintos estilos que van desde la granaína a la rumba. Fueron mejores los primeros temas -la soleá, la farruca que ha dedicado a Antonio Gades, incluso las alegrías-, en que el piano solo, o casi, corre por entero con la responsabilidad de sumergirnos en la emoción de su música. Después, cuando los temas derivan ya hacia lo rítmico, con acompañamiento sustancial del grupo, todo nos parece más ligero y corriente. En cualquier caso, el piano de Miño es muy fiel al espíritu flamenco, sigue el esquema de los estilos, en ocasiones, como si de sustituir a la voz del cantaor se tratara, con un toque lineal que no se pierde en florituras.

Mass Flamenco y Cal y Sal

Piano: Pedro Ricardo Miño. Baile: Pepa Montes. Guitarra: Ricardo Miño. Cante: Enrique Soto, Pepe de Pura y Emilio Cabello. Bajo: Manuel Nieto. Teatro Lope de Vega, Sevilla, 15 de septiembre.

En Cal y Sal, los padres, Ricardo Miño y Pepa Montes, nos recordaron tiempos en que les veíamos con gran frecuencia. La bailaora siempre sedujo por su extraordinaria flamencura, por su empeño en no hacer concesiones en modos de los que hoy se abusa en exceso, y que desvirtúan en gran parte la belleza de esa disciplina sin par. Es otra representante extraordinaria de la escuela sevillana de baile, que en la caña, alegrías y tangos hizo ese baile impagable al viejo estilo que entusiasmó a la concurrencia, con una estética corporal admirable y unas manos maravillosas. Ricardo Miño, por su parte, además de acompañarla hizo en concierto bulerías y rondeñas.

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