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GESTIÓN Y FORMACIÓN

Hablemos de Enron

Los 'masters' para directivos reaccionan a los últimos escándalos corporativos de Estados Unidos reforzando los contenidos de ética

Amaya Iríbar

Muchos de los directivos asociados a los últimos escándalos corporativos que han sacudido Estados Unidos pasaron por las aulas de las más prestigiosas escuelas de negocios. Estos centros han reaccionado a la crisis de confianza reforzando los contenidos de contabilidad y ética de sus programas. En España se ha reabierto el debate sobre cómo deben encararse estas cuestiones.

La mala imagen de los ejecutivos de EE UU no ha tenido consecuencia en las escuelas: las solicitudes se han incrementado un 22%

La mala imagen que hoy tienen los directivos en EE UU ha llevado a las escuelas de negocios a mostrar un renovado interés por la ética. Algunas, como la de la Universidad de Michigan, han puesto deberes a sus estudiantes: que expliquen en un ensayo el dilema moral más importante al que se han enfrentado en su vida, según recoge Business Week. Otras, programan visitas a la cárcel para visitar a empresarios que se desviaron del camino correcto; y, la mayoría, ha decidido reforzar sus asignaturas de ética o programar coloquios sobre escándalos como el de Enron, a la espera de que las editoriales especializadas tengan listo el caso de esta empresa para llevarlo a las aulas.

Se trata sólo de algunos ejemplos de cómo los escándalos corporativos están transformando la formación de directivos. Hablar de ética a los alumnos de un master en Administración de Empresas (MBA) no es ninguna novedad, ni en EE UU ni en el resto del mundo. La mayoría de las escuelas incluyen en sus programas asignaturas obligatorias sobre la función directiva, los conflictos de interés o la responsabilidad social de la empresa.

'Cuando entré en el IESE en 1963 ya existían estas clases', explica Antonio Argandoña, profesor de Economía de esta escuela. Éstas adoptan diferentes formatos, pero suelen ser muy prácticas -debates, estudio de casos concretos reales- y se completan con actividades optativas, como foros con directivos en activo o discusiones sobre películas relacionadas con este asunto. En la española ESADE, por ejemplo. los alumnos de MBA vieron y discutieron el curso pasado la película El dilema, donde el actor Russell Crowe se ponía en la piel de un ejecutivo de la industria tabaquera que decidía desvelar los trapos sucios de su empresa en El dilema.

A pesar de ello, un estudio del World Resources Institute del año pasado revela que más del 25% de las escuelas no podían demostrar que habían integrado en sus programas asignaturas relacionadas con el impacto social de la gestión. Para este trabajo se analizaron más de 80 escuelas de 14 países, entre los que no estaba España.

'Las escuelas están cambiando todo el tiempo', subraya Nunzio Quacquarelli, MBA de Wharton, una de las escuelas más prestigiosas de EE UU, y que está al frente de la empresa especializada topmba.com. Quacquarelli asegura que una consecuencia directa de los escándalos es que 'los programas pondrán más énfasis en los contenidos de contabilidad, el gobierno corporativo y la ética'. En el IESE esperan tener el caso Enron en el primer trimestre de 2003.

Solución 'ingenua'

'Es ingenuo creer que por meter ocho cursos sobre ética vamos a cambiar la situación', subraya Ángel Cabrera, decano del Instituto de Empresa, que tiene una cátedra de ética empresarial que financian los antiguos alumnos. Para Josep Maria Lozano, profesor de ESADE, 'uno de los errores que pueden cometer las escuelas es pensar en estas cuestiones a partir de un desastre empresarial', lo que parece estar sucediendo en EE UU. Lozano apunta una alternativa: 'Hay que preocuparse más por construir un modelo de empresa que tenga en cuenta el entorno que por evitar errores concretos'.

El debate está abierto. 'Lo que está pasando es una llamada de atención para las escuelas, sobre todo las de EE UU', subraya Argandoña. Muchas se preguntan si no enseñan a sus alumnos a ser demasiado ambiciosos, a primar el enriquecimiento rápido a las buenas prácticas empresariales o a poner el énfasis en el resultado empresarial y en crear valor para el accionista, coinciden varios consultados.

La situación actual tampoco ayuda. Las listas que clasifican a las escuelas, como la de The Wall Street Journal, Financial Times o Business Week, por citar sólo algunas de las más conocidas, no tienen en cuenta los contenidos éticos de los MBA y en todas ellas el salario de los graduados es un criterio fundamental para medir el buen trabajo de una escuela. La versión digital de la revista Business Week permite incluso calcular el retorno de la inversión en un MBA según la escuela elegida y sólo existe un ranking específico para estas cuestiones, el de World Resources Institute, que encabeza Harvard Business School.

De esta situación son conscientes los profesores y responsables de casi todas las escuelas de negocios. José Antonio Puente, presidente de IEDE, resume este sentimiento: 'El que hace un MBA pensando en cuánto va a ganar es como el médico que estudia pensando en lo que va a cobrar a sus pacientes'.

Pero de ahí a asumir la culpa de la crisis de imagen que sufren los directivos americanos, va un gran trecho. Todos los consultados coinciden en la idea de que las escuelas no son responsables de las manzanas podridas que pasaron por sus aulas. La pérdida de imagen de la clase empresarial estadounidense no se ha traladado a las escuelas. Las solicitudes para enrolarse en los MBA de las principales escuelas han crecido de media en EE UU un 22%, más incluso en Europa, según los números que maneja topmba.com, que organiza el World MBA Tour, una gira anual que lleva 200 escuelas de negocios a más de 30 ciudades del mundo (en España aterriza el 15 de octubre). Y eso que la crisis se ha hecho ver también para esta élite, que tiene más dificultades para encontrar un trabajo al acabar su MBA y que ha visto, por primera vez desde 1996, que el salario medio -74.267 dólares en 2002, según un estudio reciente-, bajó el año pasado con respecto a 2000.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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