'Hemos mejorado nuestra capacidad para escuchar'
La nueva responsable de la filial explica sus planes y el efecto del caso judicial en la compañía
Sólo lleva un mes al frente de Microsoft Ibérica, pero Rosa María García parece conocer bien cómo funciona la filial de la compañía de software, y también ha decidido cómo quiere que funcione a partir de ahora. No es una recién llegada. Esta madrileña de 37 años trabajó seis en la sede española de la corporación, hasta que en 1996 fue fichada por el número dos de Microsoft, Steve Ballmer. García pasó otros seis años en la sede central de Redmond (cerca de Seattle), donde se encargó de las relaciones de Microsoft con sus empresas colaboradoras o partners. Era la española más poderosa de Microsoft.
Esta mujer abierta y expresiva , casada y con dos hijos, ha vuelto ahora para sustituir a Francisco Román, que ha sido fichado por Vodafone. Lleva trabajando en su despacho de la localidad madrileña de Tres Cantos desde el 1 de agosto, y ya ha llamado 'de uno en uno, a muchísimos empleados de todos los niveles', explica. 'Estoy gratamente sorprendida de la calidad del personal con el que voy a trabajar', añade. García, matemática de formación, demuestra su pasión por los números y la lógica enumerando y explicando, punto a punto, su visión sobre el negocio de la filial y el futuro de Microsoft.
'En etapas anteriores hubiéramos dicho a los fabricantes de PC: éste es el contrato y así tienes que operar con nosotros'
'Tengo mucho miedo a que se abra una brecha entre los niños que tienen acceso a los ordenadores personales y los que no lo tienen'
'El 50% del 'software' en España es 'pirata'. Sólo se dedica un 0,9% del PIB a I+D porque hay temor a invertir en propiedad intelectual'
Pregunta. ¿Ha tomado ya alguna decisión de cambios en el equipo directivo?
Respuesta. No, para nada, mi gestión será de continuidad. Sí me he parado a pensar cuál debe ser mi labor principal, cuál es ese toque personal que Rosa debería poner a la filial en España. Y he decidido que mi labor es como la de la de un director de orquesta que tiene unas herramientas para trabajar muy especiales. Tengo la tecnología de Microsoft, que es diferenciadora y puntera; cuento, además, con 15.000 partners que se dedican a la distribución de software o a desarrollar aplicaciones, y que son tan importantes que vamos a aumentar la inversión en su formación en un 50%. Y tengo un equipo humano brillante. Me veo como director de orquesta de estos tres pilares.
¿Y qué canción quiero tocar? Pues realmente son cuatro. Por una parte, están las necesidades de la gran cuenta. Cada vez hay más clientes que utilizan la tecnología Microsoft para aplicaciones críticas. En España, por ejemplo, Microsoft ha cambiado el sistema de contratación de la Bolsa en 18 meses. La segunda canción tiene que ver con la pyme. Queremos transmitir que la tecnología es importante para que la pequeña empresa sea más competitiva.
P.En la pyme, Microsoft tiene un problema con la piratería de su software. ¿Tienen algún plan concreto para erradicarlo?
R. El 50% del software que se utiliza en España es pirata, y esto está haciendo mucho daño a la economía, y a la sociedad. Sólo se dedica un 0,9% del PIB a I+D, y es porque hay muchísimo miedo a invertir en propiedad intelectual. Este problema no está afectando sólo a las grandes compañías americanas, sino a la sociedad española, y vamos a trabajar con otras empresas en la concienciación social sobre este problema.
Mi tercera canción tiene que ver con las administraciones públicas; queremos trabajar con ellas en el desarrollo de la administración electrónica. Y la cuarta gran canción va a ser una propuesta al consumidor. Queremos ayudarle a disfrutar de su ocio, y ahí estamos hablando, por ejemplo, de XBox, que es la consola de videojuegos más sofisticada del mercado, o MSN, líder en los portales de Internet en España, con 6 millones de usuarios.
¿Y cómo suena este concierto? Ésa es mi gran pasión, la de ser capaces de que nuestros clientes rentabilicen su inversión. En este año de crisis, es lo que Microsoft debe y puede hacer.
P. Precisamente, Microsoft ha decidido modificar su sistema de ventas a empresas. Éstas deben actualizar su software por un pago anual [llamado software assurance], lo que significa que las que solían hacerlo con menos frecuencia deben pagar más [según Gartner, las que cambian sus programas cada cuatro años ven aumentar sus costes en software un 107%]. Y eso, en un año de crisis.
R. Microsoft ha tenido un problema de comunicación importante en el tema de las licencias. La compañía tomó su postura hace 14 meses, la explicó e hizo poco más que eso. Hemos permitido que nuestros competidores, y que estudios que calculan medias tremendas, asusten a nuestros clientes. Pero hemos reaccionado, y en los últimos tres meses se han invertido 20 millones de dólares en comunicación, en sentarse con los clientes y discutir cómo utilizan el software. Y hay una tremenda acogida a la posibilidad de pagar anualmente por tener el software siempre actualizado. Los clientes pueden decidir dejar de comprar Microsoft, y volver a comprarlo dentro de siete años, y le aseguro que eso sería más barato. Pero no lo han hecho. De otro modo, lo vería reflejado en las ventas.
P. Usted ha trabajado en Redmond los últimos seis años, así que ha vivido de cerca el impacto de la demanda del Gobierno de Estados Unidos y 18 Estados contra su compañía por monopolio. Cuatro años después, ¿en qué ha cambiado realmente la forma de hacer negocios de Microsoft?
R. El proceso sigue abierto. Hemos firmado un preacuerdo con el Gobierno y nueve Estados, y hay otro proceso con otros nueve, que no están de acuerdo con ese pacto. Pero independientemente de todo esto, nosotros pensamos que las medidas que se han pactado eran cosas que Microsoft debería cumplir porque benefician al mercado, y por eso las estamos implementado, incluso aunque la juez no lo haya pedido.
Entre esas medidas está la simplificación del proceso de licencias a los 20 mayores fabricantes de ordenadores, que antes negociábamos de forma independiente. Ahora las condiciones son las mismas. En etapas anteriores hubiéramos dicho 'éste es el contrato de licencia y ésta es la forma en que usted tiene que operar con nosotros'. Ahora lo que se ha hecho es trabajar con ellos y revisar cada cláusula de los contratos para ajustarse a sus procesos. Por eso, se está viendo una Microsoft que entiende que el mercado informático será más fructífero si somos capaces de trabajar en un sistema de empresas asociadas. Es una compañía con muchísima más capacidad de escuchar. Éramos fuertes en esto, pero hemos llegado ya a unos límites de absoluta pasión por escuchar a los clientes y a los partners.
P. ¿El caso ha podido, entonces, tener un impacto positivo?
R. Bueno, yo creo que lo importante es que somos muy autocríticos. Aprendemos de las cosas que hemos hecho bien y de las cosas que hemos hecho mal.
P. En el plano personal, ¿qué va a echar de menos de su trabajo en Redmond, y qué agradece de su vuelta a España?
R. En Estados Unidos se trabaja para tener un buen balance entre tu vida profesional y tu vida personal. Hay mucho respeto por cosas como los horarios, y no porque uno sea un histérico del reloj, sino porque no se puede tener a seis personas esperando 20 minutos a una reunión, porque estás gastando 20 minutos de su tiempo, que es suyo para hacer con él lo que quieran. Lo que trataré de hacer es decir: 'Chicos, he estado en Redmond, he aprendido que ésta es una forma maravillosa de trabajar que creo que sería bueno importar'.
Una cosa que me encanta de volver aquí es la honestidad. Firmamos un acuerdo, nos damos la mano, nos miramos a los ojos y está hecho. La mentalidad anglosajona es mucho más legalista, la española es clara y honesta. Además, el puesto que yo tenía allí era muy bonito, pero uno tiene sus pasiones y, para mí, volver a mi país y trabajar en la modernización en la sociedad española es... Me interesa especialmente la educación, yo tengo mucho miedo a que se abra una brecha digital entre los niños que tienen acceso a los PC y los que no. Y no quiero estar en Estados Unidos, quiero estar aquí, porque no quiero que esa brecha exista. Quiero ayudar a que seamos los más pioneros, a que la pyme quiera comprarse un ordenador para ser más productiva, no quiero estar en la China, quiero estar aquí. Y eso no se paga. Si supieran la pasión que yo tengo por el trabajo, particularmente en España, no me pagarían un sueldo.
'Es injusto decir que el 'software' abierto es la solución para un país'
La polémica crece casi día a día. Comenzó cuando Gobiernos como el de Noruega cancelaron sus contratos con Microsoft para optar por soluciones del llamado software libre, aquel que defiende la copia y distribución de programas informáticos sin licencias ni restricciones. La anécdota se convirtió en seria amenaza para Microsoft cuando la propia Comisión Europea recomendó a los Gobiernos el uso de este tipo de programas. El Estado de California estudia, incluso, prohibir la compra de software propietario. El debate llegará al Parlamento español, probablemente, este invierno.
P. ¿Cuál es la posición de Microsoft ante estas medidas?
R. Existe un debate económico y social, sin duda, pero lo que nosotros queremos es que las Administraciones no decidan el valor de un software por cómo es su código, por si es abierto o comercial. Lo importante es analizar el valor. A veces será Linux [libre] y a veces no, porque de la misma forma que Microsoft no es la solución perfecta a todas las necesidades, entendemos que es injusto decir que el software abierto es la solución para un país. El Gobierno de Dinamarca pidió un estudio a Gartner para que le explicara qué productos de Microsoft debía sustituir por otros de Linux, y oh sorpresa, resultó que lo que tenía que hacer era desmontar la mayor parte de los productos de Linux e instalar Microsoft. El software libre es un poco el 'hágaselo usted mismo', el bricolaje. A la corta, el bricolaje es más barato, pero a la larga, tienes que hacer más inversiones, con lo que, muchas veces, Linux es más caro que Microsoft. La Administración debe juzgar el software por sus méritos. Ganemos cuando nos lo merezcamos, y perdamos cuando no.
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