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Una exposición en la Pia Almoina reivindica la religiosididad de Gaudí

El obispo auxiliar dice que fue un santo poque su obra atrae fieles

Era la pieza que faltaba en el entramado de exposiciones del Año Gaudí. La exposición Gaudí. El hombre y su obra, que inauguraron el viernes en el Museo Diocesano el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el obispo auxiliar de Barcelona, Joan Carrera, recorre el universo del arquitecto desde el punto de vista de la fe. Algunas piezas poco conocidas -como la lámpara del altar de la Purísima del templo de la Sagrada Familia, que Gaudí estaba realizando cuando falleció- jalonan una panorámica que incide en su amistad con ilustres católicos, como Joan Maragall, y los obispos Grau y Torras i Bages.

La exposición, abierta hasta el 31 de octubre, consta de 150 piezas. Entre ellas destacan algunos fragmentos de maquetas de la Sagrada Familia, destruidas en un incendio en 1936 y reconstruidas después por los continuadores de la obra; un altar de oratorio de líneas clásicas diseñado por el arquitecto para José María Bocabella, impulsor del templo expiatorio desde la muy conservadora Asociación Espiritual de Devotos de San José; una serie de dibujos del proyecto de la iglesia de la Colònia Güell, y un original carillón compuesto por una rueda y 12 pequeñas campanas para la misma iglesia.

Todo ello está acompañado de un importante aparato documental, que va desde algunas simples facturas hasta las cartas enviadas por Gaudí al poeta Joan Maragall, uno de los más firmes defensores de la Sagrada Familia. También se muestra una colección de testimonios gráficos sobre el fervor popular que se despertó tras la muerte de Gaudí en 1926 atropellado por un tranvía.

Todo el material abunda en el mismo aspecto de una biografía todavía controvertida, pero que ahora quiere ser transformada en fundamento para convertirle en santo. Muchas veces se ha subrayado el furibundo anticlericalismo de Gaudí en su juventud; otras, sus supuestas relaciones de la masonería. Pero para los promotores de la exhibición, lo que cuenta es la indudable religiosidad del arquitecto en los últimos años de su vida. Su 'genialidad' y el 'esfuerzo' que se esconde tras su obra obedecen, según afirmó el arquitecto jefe de la Sagrada Familia, Jordi Bonet Armengol, a 'una fe profunda, empapada de la lectura de la palabra viva del Evangelio'.

El comisario de la exhibición, Pere Jordi Figuerola, afirmó: 'Hemos querido que hablara su obra, los documentos y su palabra. Como historiadores que somos, hemos ido a buscar rastros de su relación con la masonería y en los archivos hemos encontrado que, sencillamente, no constaba'. También el obispo Carrera centró su parlamento en este aspecto y en la supuesta categoría de santo del arquitecto, en la que cree, según dijo, con 'una convicción íntima'. A juicio del obispo auxiliar de Barcelona, quien más tarde afirmó que 'el proceso para la beatificación de Gaudí será quizá tan largo como la misma construcción de la Sagrada Familia', el arquitecto fue un santo porque su obra 'atrae' nuevos fieles a la Iglesia.

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