Sueños y leyendas andaluzas
AMANHAVIS, un pequeño hotel en Benahavís (Málaga)
Hoy, si se quiere gozar verdaderamente de la Costa del Sol, es preferible escapar hacia su interior. A pueblos como Benahavís, que resumen en su blancura la esencia de lo andaluz: cal, rejas, celosías, el olor a jazmín y azahar, la sinuosidad de sus callejas... Y en medio de todo ello, una de sus casas más típicas se ha convertido, con ayuda foránea, en un alojamiento turístico de esos de los que sólo dan cuenta las avispadas publicaciones de la Europa del norte. Gracias al embrujo del sur, el alemán Burkhard Weber ha recreado, a 20 kilómetros de Marbella, una alcazaba sensual con nueve suites temáticas sobre la historia más relevante de Andalucía.
Amanhavis tiene algo de hotel hippy y simpático en el que todo parece funcionar al azar. En recepción, Leslie Weber puede estar al teléfono atendiendo una reserva mientras sujeta con una mano una taza de café y con la otra frena las travesuras de su hijo, sin perder en absoluto el control de la situación. Luego, el servicio desgranará una eficacia digna.
AMANHAVIS
Categoría oficial: tres estrellas. Dirección: Pilar, 3. 29679 Benahavís (Málaga). Teléfono: 952 85 60 26. Fax: 952 85 61 51. Internet: www.amanhavis.com. Instalaciones: piscina, restaurante. Habitaciones: seis dobles y tres 'suites'; todas con baño, calefacción, aire acondicionado, teléfono, minibar, TV vía satélite, secador de pelo y albornoz. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite perros. Precios: temporada alta, 135,23 euros + 7% IVA; temporada baja, 105,18 + 7% IVA; desayuno, 10,52 + 7% IVA. Tarjetas de crédito: Master Card, Visa. Cierra: consultar al entrar el invierno. Arquitectura ... 6 Decoración ... 7 Estado de conservación ... 7 Confortabilidad habitaciones ... 5 Aseos ... 6 Ambiente ... 9 Desayuno ... 3 Atención ... 7 Tranquilidad ... 6 Instalaciones ... 7
El restaurante, en el patio, centra la actividad y da prestancia nocturna al hotel. Los Weber se esfuerzan por que la cena aúne los ingredientes de la cocina de abuela y los sabores especiados de la India y el Extremo Oriente. Lástima que este empeño no se aprecie igualmente en los desayunos, de bufé muy somero y con zumos de frutas sintéticos.
El ambiente en el interior de sus nueve únicas habitaciones puede resultar agobiante. Ni el ventilador de aspas ni los modernos aparatos de aire acondicionado refrescan lo suficiente en las horas rojas del día. Pero difícilmente se respira en otra parte el hálito cinematográfico que aquí llena cuartos como el llamado Aposentos de los Reyes Católicos, un dormitorio con dosel, mobiliario artesano de madera y viguería a la vista, o el Escondite del Ladrón de Caballos, en cuyos tálamos pueden leerse los nombres de los rocines sustraídos -Rayo, Luna, Tornado y Lucero-; la Torre del Sultán Boabdil, con su torre morisca; el Camarote de Cristóbal Colón, con ventanas de ojo de buey; el Observatorio del Astrónomo, desde cuya bóveda acristalada se vislumbran las estrellas; el Estudio del Filósofo y sus suelos de terracota; el Laboratorio del Alquimista; el Santuario del Monasterio, o la prodigiosa Caravana del Mercader de Especias. Como en una buena película de aventuras.
ALREDEDORES
CALLEJEAR por las cuestas de Benahavís no es mal plan, especialmente cuando algún evento anima las calles. En las próximas semanas destaca, por ejemplo, el Festival de Cante Flamenco del día 6 de octubre por la noche, y, al día siguiente, se celebra una romería (en honor a la Virgen del Rosario) que se inicia por la mañana en el pueblo para dirigirse hacia el cortijo de Campanes. Tirando hacia el mar (que se sitúa a unos ocho kilómetros de la localidad), la carretera N-340 desgrana un rosario de pueblos, ciudades y aglomeraciones turísticas de fama internacional: la Costa del Sol. Pero la singularidad del hotel exige rincones más tranquilos, como los que se respiran en Istán, Ojén, Coín, Gaucín y Alhaurín el Grande, donde residió y murió Gerald Brenan. Sin olvidar el tipismo cañí de Casares, con sus casitas blancas, sus callejas empinadas y el castillo cimero. Una clásica postal...
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