_
_
_
_
_
CRÓNICA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El fantasma de Zeleste

La magia del cine lo ha conseguido: en unos estudios de Esplugues ha resucitado por unos días el espíritu del viejo Zeleste, el de la calle de la Argenteria, el de verdad. La famosa cortina de terciopelo rojo, el rombo con las letras de trazo infantil, las sillas y las mesitas como desperdigadas, las luces en forma de pirámide y de globo, el humo de los cigarrillos, las copas a medio beber... Parecía, como diría Gato Pérez, 'el mismo de antes'. Y sin embargo, cuando se ampliaba la perspectiva surgían un par de cámaras, unos cuantos focos, un puñado de técnicos, una claqueta y un director dispuesto a gritar '¡acción!'. Ventura Pons está terminando estos días el rodaje de El gran Gato, la película documental que pretende rescatar la magia de Gato Pérez (Buenos Aires, 1951-Caldes de Montbui, 1990), un cantante que retrató como nadie a la generación de los setenta, a los hijos del viejo Zeleste que tan bien describió en Ebrios de soledad.

El viejo Zeleste de la calle de la Argenteria ha resucitado por unos días en unos estudios de Esplugues, donde Ventura Pons rueda 'El gran Gato'

El documental estará listo muy pronto y cuenta con un reparto de lujo. Para interpretar las canciones del Gato han subido al escenario del Zeleste de cine cantantes y grupos que echan de menos sus rumbas: Los Chichos, Benjamín Escoriza, Kiko Veneno, Sabor de Gracia, Maria del Mar Bonet, Martirio, Luis Eduardo Aute, Tonino Carotone, Sisa, Moncho, Ojos de Brujo, Clara Montes, Lucrecia y Los Manolos. Pons combina en la película estas actuaciones con 48 minutos de conversaciones sobre el Gato obtenidas tras un rodaje de 22 horas. Habla gente que conoció y amó al Gato, entre ellos, su madre, Carmen Álvarez; su primera y su segunda mujer; sus hijos; los gitanos de Gràcia; Àngel Casas; Marcos Ordóñez; Javier Mariscal; Manel Joseph; Sisa; Carles Flavià; Víctor Jou; Rafael Moll; Jaume Josa, y Ramon Parellada.

'Ya hace tres o cuatro años que quería hacer esta película', comenta Ventura Pons. 'Yo había hecho con Gato Pérez La rossa del bar y siempre me quedó muy buen rollo. Me gustan mucho sus canciones, que hablan de toda una generación. Por otra parte, he querido conectar con mi primera película, Ocaña, que también era documental y que hice hace ya 25 años. Volver al documental, ahora con mucha más experiencia, me ha servido para explicar a Gato Pérez y para explicarme a mí mismo'.

'La historia del Gato es ideal para un documental', continúa, 'porque es al mismo tiempo la historia de un personaje y de un mundo que describe a la perfección. El Gato fue sobre todo un gran compositor y un gran letrista. Murió a los 39 años y dejó unas cien canciones, de las que ochenta son muy buenas. De éstas, hemos seleccionado 15 para la película'.

Pons se mueve feliz entre la magia del viejo Zeleste. 'Estoy haciendo cine, que es lo que más me gusta', sonríe. 'Me gusta más que el pa amb tomàquet'. Sus películas, por otro lado, van por buen camino. Food of love se estrena el próximo 25 de octubre en Nueva York, y Anita no pierde el tren, el 6 de noviembre en París. Mientras, Food of love está recogiendo elogios en una serie de festivales y en Varsovia y Montevideo se preparan amplias retrospectivas de su obra.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Ventura Pons está pendiente de todos los detalles. Hoy es el día de Aute, que interpreta sobre el escenario del falso Zeleste Todo sexo femenino.Taburete, pantalón y camisa negra, pose de duro sentimental y eterna barba de cuatro días. No está muy fino, ya que se ha pillado el dedo en el ascensor y han tenido que darle nueve puntos, pero deja que la claqueta le abra la cámara y ataca el tema con sentimiento. 'Sólo he visto mujeres en mi casa, desde el día en que el abuelo nos dejó. Me crié con mi madre y con mi abuela y una serie incalculable de empleadas del hogar...'. Tras alguna vacilación, para y vuelve a empezar. 'Esto de cantar por las mañanas...', se queja. Y repite en catalán, fiel al espíritu bilingüe de la película y del Gato: 'Això de cantar pel matí...'. Pero enseguida encuentra el punto. Lleva la canción al territorio Aute, la envuelve de sentimiento y la borda. Estalla una salva de aplausos espontáneos en el estudio.

Ventura Pons se muestra satisfecho. El rodaje está a punto de terminar y todo ha salido a pedir de boca. Pronto se desmontará el decorado que reproduce el viejo Zeleste, se arrinconarán la cortina y las mesas, y en algún lugar de la ciudad alguien cantará con nostalgia Ebrios de soledad: 'Ese bar fue nuestra vida y por eso está presente en las iras y alegrías que nos mueven a vivir. Aunque ahora es diferente y ya nada es como antes su recuerdo permanece y se merece una emoción...'.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_