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Entrevista:JAVIER SOLANA | ALTO REPRESENTANTE DE LA UE PARA LA POLÍTICA EXTERIOR | ENTREVISTA

'Abrir ahora el frente iraquí agravaría otros problemas'

Xavier Vidal-Folch

Desde su austero despacho en Bruselas, Solana busca un difícil equilibrio entre la crítica leal a las políticas polémicas de Washington y la complicidad básica con el gran aliado transatlántico de Europa.

Pregunta. Desde el 11-S habitamos un mundo más desequilibrado.

Respuesta. Sacar conclusiones definitivas aún es prematuro. Algunas nuevas tendencias se consolidarán, otras no. El 11-S fue un tremendo acontecimiento para todos, pero sobre todo para el pueblo americano. Parece que el mundo ha cambiado mucho, pero es porque ha cambiado Estados Unidos. Por primera vez se ha sentido vulnerable. Ese cambio de percepción del planeta desde EE UU nos da la impresión de que el mundo ha cambiado, dada la importancia que tiene ese país en el contexto internacional. Han cambiado sus relaciones con el resto del mundo, generando más solidaridad global en la lucha antiterrorista, pero agrandando distancias en otros asuntos tan decisivos como ella. Dudo de que el 11-S acabe marcando en la historia un hito como el fin de la guerra fría, pero sí para EE UU. Algunos intelectuales americanos nos explican que el mundo que se ve a través de los ojos americanos se acerca al de Hobbes, compuesto por una jungla que requiere un orden drástico, mucho más que el mundo percibido por los europeos, un mundo de Kant, con su paz universal, que ellos juzgan ingenuo.

'No queremos competir militarmente con Norteamérica, pero debemos gastar un poco más en defensa si queremos ser una potencia civil con medios militares'
'La UE usa los métodos del multilateralismo: trabajar juntos, entretejer el mundo, respetar un conjunto de reglas. Estados Unidos da marcha atrás en el multilateralismo'
'Europa vive su momento de máxima seguridad en la historia; al contrario de lo que sucede en EE UU, que se ve vulnerable en su territorio. Hay que ponerse en la piel del otro'
'Los europeos no podemos olvidar que Irak incumple 9 resoluciones' de la ONU, 'ni tampoco el peligro de que las armas de destrucción masiva lleguen a manos terroristas'
'Los palestinos debaten sobre la necesidad de acabar con los atentados suicidas, cambiar la naturaleza de la Intifada, convertirla en un movimiento pacífico. Sería un gran paso'
'Jamás creería en una Europa cuyo mensaje fuera '¡caña al inmigrante!'. Se hace más ruido sobre la inmigración ilegal, pero a la vez hacemos una política de integración de la legal'

P. Usted es uno de los europeos que más han hecho por tender puentes transatlánticos. Pero los europeos se despegan cada vez más de Washington.

R. Europa dispensó al pueblo americano una enorme solidaridad. El despegue parcial actual se debe a una diferente percepción del mundo desde entonces. Los europeos no hemos vivido un momento de mayor seguridad que este final del siglo XX-principios del siglo XXI, en buena parte gracias al paraguas norteamericano. Quienes han vivido las dos guerras mundiales o el riesgo de invasión masiva saben que no hay riesgo de una tercera en su suelo, se sienten más seguros que nunca. Además, los europeos conocen el terrorismo desde hace tiempo. En EE UU sucede todo lo contrario, existe la sensación de máxima inseguridad. Se ven vulnerables en casa. Nunca habían sufrido, tras la guerra civil, un trauma así sobre su territorio. Habían participado en las guerras mundiales, pero siempre fuera, no habían visto Nueva York o Washington como nosotros hemos visto París, Londres o Berlín. Es lógico, pues, que los estados de ánimo difieran. Podemos y debemos ponernos unos en la piel del otro.

P. Hay más razones para ese desapego.

R. Los Estados Unidos miden la lucha antiterrorista únicamente a través de un prisma militar. Pero para mí el centro de gravedad de la lucha contra el terrorismo ni es ni debe ser militar, debe ser el intercambio de información franca entre unos países y otros, que aún es insuficiente. Los europeos han hecho muchas cosas, muy importantes, y muy bien. La paz de Afganistán se hizo en una ciudad que se llama Bonn, que está en Europa, y dirigida por equipos de europeos. El mayor contingente de fuerza para mantener la paz es europeo. Y la mayor y más rápida ayuda económica es europea. A los sectores norteamericanos mentalmente militarizados les parece que nadie les ayuda. Pero se equivocan.

P. También crece la divergencia sobre los métodos para resolver los conflictos.

R. Desde luego. Nuestra manera de enfrentarnos con los problemas de hoy es continuar usando los métodos del multilateralismo. Porque sabemos por experiencia que el multilateralismo, trabajar juntos y no cada uno por su lado, entretejer mejor el mundo, respetar un conjunto de reglas acordadas, es mejor. La UE es el mejor ejemplo de multilateralismo. Los países que configuran Europa han luchado sobre su suelo y han creado conflictos mundiales cuando practicaban la política de las hegemonías. Todo eso cambió cuando decidieron trabajar juntos. Para nuestros padres, la opción era o multilateralismo o guerra. Alguno dirá que el multilateralismo es históricamente el refugio del débil, y el unilateralismo, el recurso del fuerte. Nosotros pensamos que el futuro está delante y no detrás. Fujiyama sostiene que el único actor reconocible es el Estado-nación y que las instancias supranacionales no hay que tomárselas en serio. Para él, el futuro no está delante, sino detrás, en el Estado-nación clásico como única expresión del interés nacional y única fuente de legitimidad, en la política hegemónica..., lo que creíamos superado tras las dos guerras. Así, constatamos una marcha atrás de EE UU en la valoración del multilateralismo. Por el contrario, Europa no puede tolerar que en el orden internacional el to play by rules -actuar dentro de las reglas- se convierta en un to play with the rules, jugar con las reglas.

P. Ese regreso al unilateralismo, o a un neoimperialismo norteamericano, tiene aplicaciones inquietantes, como la obstaculización al Tribunal Penal Internacional (TPI), el nuevo proteccionismo agrícola de la Farm Bill y la ausencia de Johanesburgo.

R. Muchas de esas cosas son acentuaciones de tendencias anteriores al 11-S, como la posición sobre Kioto. Clinton firmó la creación del TPI, pero a sabiendas de que el Senado nunca lo ratificaría, para darse un margen de negociación en el futuro, soy testigo de excepción de eso. Clinton tenía que ser coherente. Con los europeos, creó un tribunal penal para Ruanda y Yugoslavia. Fue fundamental para la caída de Milosevic, y aún hoy EE UU condiciona su ayuda comprometida con Serbia a que coopere con el tribunal. EE UU animó esos tribunales y teme ahora al TPI, es contradictorio. Soy capaz de ponerme en su piel y entender que el país con más responsabilidades globales tema que el tribunal se instrumentalice contra él. Pero su entramado legal minimiza ese riesgo. En cuanto a Johanesburgo, EE UU sí ha estado presente, aunque no su presidente, como tampoco lo estuvo el español. Más que la asistencia, lo importante son las posiciones que se defienden. Ciertamente, EE UU y Europa han diferido en este caso.

P. Sobre el TPI, ¿qué hará Europa frente a la presión de Washington para alcanzar acuerdos bilaterales que inmunicen a sus soldados?

R. Nosotros fuimos decisivos en la génesis de esta nueva criatura de la multilateralidad, lo haremos todo para que no se debilite. Y a la vez para que se acomoden los países no firmantes.

P. Londres y Roma ya son sensibles a esa presión.

R. Eso es inexacto. Pese a unas declaraciones iniciales de Berlusconi, los Quince acordaron en Elsinor trabajar en la doble dirección de no debilitar el TPI y buscar fórmulas de acomodo para quienes están en contra.

P. ¿No diluirá su fuerza?

R. Intentaremos evitarlo. Y debatiremos con el espíritu del juez americano de Nuremberg, según el cual los americanos jamás aplicarían una ley a la que no estuvieran dispuestos a someterse ellos mismos. Ésa es la mejor América.

P. La Farm Bill dispara el proteccionismo agrícola.

R. Me parece mal. Pero delante mío, el presidente Bush dijo: 'Haremos todo para que la norma sea compatible con la Organización Mundial del Comercio'. Dicho esto, reconozcamos que en agricultura los europeos vamos con el pie cambiado, carecemos de fuerza para erigirnos en jueces morales. Al final, los subsidios agrícolas totalizan 250.000 millones de dólares, cinco veces la ayuda oficial al desarrollo.

P. ¿Ha dilapidado EE UU el capital de simpatía logrado hace un año? ¿La gran coalición antiterrorista de ayer no se convierte en liga antiimperialista?

R. La reacción negativa coaguló con el discurso sobre el estado de la nación, por culpa de algunos términos, como el del 'eje del mal'. Pero se sigue cooperando, pese a los distintos enfoques. Algunos civiles y responsables del Pentágono lanzan frases como 'lo haremos solos, ya vendrán', que no ayudan. La política americana ha olvidado el componente soft, convencer, para concentrarse en el hard, vencer militarmente. Consideran irrelevante a quien no tenga capacidades militares para ayudarles. Sería correcto si los problemas mundiales fuesen sólo militares, pero no es así. Además, cuando una acción militar termina, viene la parte difícil, larga, policial, civil y económica. Los europeos tenemos diez veces más de peacekeepers (soldados en misión de paz) en el mundo que los estadounidenses.

P. Entonces, ¿cuál es el papel de Europa? ¿Apoyar a Colin Powell, que parece que pierda su pulso con Rumsfeld y Cheney?

R. Europa tiene que saber navegar sobre las olas de la relación transatlántica, porque es trascendental para nosotros. Pueden ser más grandes en ocasiones, normalmente serán manejables y la mayoría de las veces habrá mar en calma. Debemos ser capaces de navegar en cualquier circunstancia, también en las más difíciles, que serán más frecuentes porque la UE influirá más en la escena internacional.

P. Para eso haría falta que Europa fuese relevante. No lo parece. Ni en Kabul, ni en Israel.

R. Se equivoca. En Afganistán, lo lógico era que liderase EE UU, porque era el país más directa y brutalmente afectado. Y después de la acción militar contra los talibanes, el mantenimiento de la paz y la reconstrucción los encabezan los europeos. Nosotros no podemos ni queremos competir militarmente con EE UU: el 90% de las bombas de la guerra de Afganistán iban guiadas por láser. No las tenemos. Nuestro enfoque es otro, fijarnos objetivos políticos claros y dotarnos de los medios militares para llevarlos a buen puerto. Mi preocupación es que quizá no estamos haciendo eso bien, ni con la suficiente rapidez ni seriedad, porque a los gobernantes les resulta difícil solicitar a los ciudadanos recursos económicos para actualizar los ejércitos.

P. Hace dos años declaraba a este diario lo contrario, que las políticas exterior, de seguridad y defensa europeas se creaban 'a la velocidad de la luz'.

R. Desde entonces han surgido imprevistos presupuestarios. Creíamos vivir en una economía mundial estable y ha surgido la cara del capitalismo real, casos como los de Enron o World Com. El crecimiento se reduce, como en Alemania. Pero ambas cosas son ciertas. Hemos ido rápido porque todo lo que había que hacer en lo institucional está hecho. Y vamos despacio porque nos falta aún elevar un poco, no mucho, los gastos para, por ejemplo, el Airbus 400 LX.

P. ¿No reduce Europa su ambición? Debería aspirar a resolver sola un nuevo Kosovo, si llega.

R. Europa está al frente del proceso de estabilización en Macedonia, también en lo militar, y haremos toda la operación de policía en Bosnia, algo que hace muy poco ni podía soñarse. Bastaron dos semanas para desplegarnos en Kabul, aunque aún no institucionalmente como UE, sino como europeos. No zanjaremos los problemas internacionales militarmente, necesitamos resolver los dramas que propician los conflictos, pues el mapa de los conflictos y el de la pobreza se superponen en buena medida. Europa no es irrelevante, ni en Johanesburgo, ni impulsando el acceso de China a la OMC, ni en Kabul.

P. Muchos creen que va a remolque de Washington. ¿Cuál es su vocación?

R. Estados Unidos es imprescindible en muchas cosas. Pero la suma de EE UU y Europa pesa más que su yuxtaposición, debemos preservarla. La realidad y la vocación de la UE es ser una potencia civil con medios militares. Es el primer donante de ayuda al desarrollo, con el 55% del total; tiene capacidad diplomática, fuerza comercial pareja a la de EE UU y capacidad de gestión de crisis política y militar. Desde 1945, la misión de los ejércitos europeos, quizá salvo el británico, era defender las fronteras nacionales. La del norteamericano era desplegarse fuera de su territorio. Estamos impulsando un cambio enorme, desplegar los ejércitos hacia afuera para hacer la paz. No se hace en dos minutos. Los alemanes no pudieron desplegar tropas en Bosnia, por imperativo constitucional, pero la operación de paz de Kosovo ya la dirigió un general alemán.

P. Algunos hablan de Europa como 'guía moral'.

R. Me parece un punto pretencioso. Pero los europeos somos los únicos que hemos dado entrada, con tarifa cero, a los países más pobres, para 'todo, menos armas'. Nos gustaría que otros hicieran lo mismo.

P. La reacción antiterrorista, con la euroorden de búsqueda y captura, fue eficaz. Pero seguridad y libertad se desequilibran.

R. Es un problema de poner mal el énfasis. El primer éxito de los terroristas internacionales llegaría si la sociedad que atacan abandonase sus valores. No podemos aceptar Guantánamos. Sería nuestra derrota. No hay seguridad infinita salvo con libertad cero, y aun así. Debemos asumir algún riesgo.

P. Holanda endurece el asilo; Londres y Roma querían combatir la inmigración ilegal a cañonazos; dificultamos la integración de la legal al retrasar en Sevilla el Estatuto del Residente...

R. Sin referirme a países concretos, no podríamos construir Europa con la doble obsesión de dureza contra el crimen y dureza contra la inmigración. Jamás creería en una Europa cuyo mensaje fuera: ¡caña al inmigrante! Eso hace sufrir la conciencia del demócrata. Se hace más ruido sobre la inmigración ilegal que sobre la legal, pero desarrollamos a la vez políticas para ambas.

P. ¿Se retrasa la ampliación?

R. No habrá retraso. Los nuevos miembros participarán en las elecciones europeas de 2004, como está previsto. Quedan por cerrar los capítulos presupuestarios para después de las elecciones alemanas.

P. Y el atraso polaco y el problema de Chipre.

R. Polonia ya está mejor encaminada. Y las negociaciones internas en Chipre acaban de reemprenderse. En cualquier caso, será un candidato elegible. Espero que Turquía facilite las cosas. Los preeuropeos han dado un golpe de timón, han impuesto reformas, han suprimido la pena de muerte, ojalá las elecciones de noviembre sean positivas.

P. ¿Cómo ve a Rusia y China?

R. El 11-S permitió que se denunciase el tratado ABM. Y Bush fue a China, pese al conflicto aéreo de mayo. Han mejorado las relaciones de EE UU con China y con Rusia. En su campaña electoral, Bush dijo: 'Trataremos a Rusia como lo que es, no como lo que cree que es'. ¡Cuánto ha llovido desde entonces! Pero se recrudece la tensión India-Pakistán y pasa lo que pasa en Oriente Próximo.

P. Ahora viene Irak.

R. A Irak hay que exigirle que cumpla las resoluciones del Consejo de Seguridad en todos los temas de no proliferación. Ha incumplido nueve resoluciones del Consejo de Seguridad y 24 recomendaciones. Los europeos no podemos obviarlo, ni tampoco el peligro de que las armas de destrucción masiva lleguen a manos de los terroristas. Es un riesgo para todo el mundo.

P. ¿Cómo afrontarlo?

R. Los europeos pensamos que hay que seguir la vía de Naciones Unidas. Kofi Annan dispone de margen para negociar, aunque no es infinito. Hay que aprovecharlo, pues abrir ahora el frente iraquí agravaría la solución de otros problemas. Incluso si se lanza un ultimátum, debe seguirse esa vía. Otros piensan lo contrario, creen que acabar con Sadam es la solución a todos los problemas del terrorismo. Pero nosotros pensamos que es mejor ir resolviendo cada uno por su orden. También deben evaluarse los riesgos de que una eventual acción implique una presencia militar durante decenios en un escenario muy complejo y de que desemboque en una implosión del país.

Solana: 'Para luchar contra el terrorismo es necesario el intercambio de información entre unos países y otros'.
Solana: 'Para luchar contra el terrorismo es necesario el intercambio de información entre unos países y otros'.CONSUELO BAUTISTA

Callada siembra en Palestina

AL RESPONSABLE de la política exterior europea desde hace dos años, Javier Solana Madariaga, el 11-S le pilló en Yalta, en una cumbre UE-Ucrania. Sonó el móvil mientras una orquesta de jóvenes estudiantes empezó a tocar jazz. Ardían las torres.

Volvió a uña de caballo a Bruselas, y redobló su diplomacia del avión, con especial énfasis en Oriente Próximo, aún más clave (y más difícil) en el tablero mundial, por ser el polvorín del mundo árabe.

Y más decisivo para el futuro de Europa, porque con la ampliación en marcha, 'al mover ésta sus fronteras exteriores hacia el Este, Oriente Próximo es su vecino', recalca. Hasta ahora, el único -y magro- éxito estriba en que 'sin la UE, la Autoridad Palestina ni siquiera existiría', describe.

La penúltima novedad para la zona es que los Quince acaban de proponer una hoja de ruta en tres fases: la primera, hasta las elecciones, a principios de 2003; la segunda 'es el reconocimiento del Estado palestino, aunque sus fronteras no sean definitivas', y la tercera culminaría en la negociación final sobre fronteras, capitalidad, Jerusalén, refugiados. 'La voluntad es que el proceso finalice en 2005'.

¿Un sueño? No para Solana, quien cifra en el cese de la violencia de los desesperados la clave para desencallar el conflicto. Tras silente siembra, espera la noticia: el fin de la violencia palestina. 'Muy discretamente y estimulado por nosotros', explica, 'entre los palestinos se está desarrollando un debate sobre la necesidad de cambiar la naturaleza de la Intifada, acabar con los atentados suicidas y convertirla en movimiento pacífico'. Sería 'un gran paso', 'la vía para volver a la mesa política, como en Camp David'. Sabe mucho más, pero sujeta su lengua.

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