El bailaor Antonio Canales quiere abrir una universidad del flamenco en Sevilla
El artista estrena 'Minotauro', una obra que rompe con lo anterior
Para Antonio Canales, sevillano de 41 años, siempre habrá un antes y un después de Minotauro, que se estrena hoy en el teatro Lope de Vega, dentro de la Bienal de Flamenco de Sevilla. El bailaor y coreógrafo ha vuelto a vivir a su ciudad y quiere crear una universidad del flamenco. 'Son los políticos los que tendrán que llamarme y ofrecerme proyectos. Para eso vengo, no para quedarme plantado como un olivo de Mairena. Los políticos pasan, yo no. Yo soy más importante porque a mí no me elige nadie', aseguró ayer Canales.
'El patrón lo tenemos ya funcionando en Madrid. Hay 370 niños aprendiendo flamenco con seis profesores que han formado parte del Ballet Nacional. Todo se mantiene con una subvención de 150.000 euros y a los chicos no les cuesta nada', explicó ayer en Sevilla Antonio Canales.
El bailaor, que lleva dos décadas viviendo en Madrid, asegura que ha llegado el momento de volver a Sevilla porque es la ciudad ideal para crear una universidad del flamenco.
'A mí me quedan dos alternativas o monto una academia privada y me lucro o hacemos algo público para que salga ganando todo el flamenco. Son los políticos los que tendrán que ofrecerme algo, para eso soy una persona ilustre aquí', dijo el bailaor refiriéndose a la Medalla de Andalucía que la Junta le otorgó en 1999.
'Minotauro es hiriente y muy emocionante, bonito no se puede decir que sea. El escándalo está servido, no lo he buscado pero ha salido así', adelantó el bailaor que ha recreado el mito de la criatura mitad hombre mitad toro con la idea y el guión de Lucho Ferruzzo.
'Es un guión libre en el que me he permitido no tener ningunas ataduras y alejarme de cualquier otro de mis trabajos. No hay referencias para que se pueda decir que se trata de flamenco nuevo o contemporáneo, no quiero que la gente se confunda. Es un espectáculo de Antonio Canales y Antonio Canales es flamenco', insiste el bailaor que no permite comparaciones con su nueva obra. Minotauro, que podrá verse mañana y el lunes en el teatro Lope de Vega -al cierre de esta edición quedaban localidades para el día 9-, pondrá sobre el escenario a 13 músicos y 9 bailarines durante 42 minutos. Para interpretar al Minotauro, que está todo el tiempo en escena, Canales ha perdido peso y ha contado con un entrenamiento bastante duro: las 52 galas que ha realizado durante este año. 'He trabajado mucho porque bailar y dirigir te exige un esfuerzo doble. De todas formas estoy contento con el resultado y el bicho está como yo quería', comenta el bailaor que lleva trabajando en su nueva obra un año y medio.
El espectáculo incluye una primera parte titulada Noche de café cantate. 'Aquí todo es ortodoxo, pero no por eso añejo. La puesta en escena recrea el ambiente de un café de hace 60 años y aparecen bailarines excepcionales, como Juan de Juan, David Paniagua o Mónica Fernández, muchos de ellos colaboran conmigo hace años', añade.
En ausencia del duende
El chiste era fácil y se oyó salpicado por el patio de butacas: 'El duende está todavía de vacaciones'. Y es que precisamente eso que vendía el espectáculo del pasado viernes en el Real Alcázar, titulado Duende, apenas se asomó, a juzgar por los comentarios y la cara del público. El concierto, que cerró el ciclo que la Bienal de Flamenco de Sevilla ha dedicado a recordar los festivales, dejó al público frío. La cantaora y bailaora Aurora Vargas, la última en subir al escenario, fue la única que subió un poco los ánimos con unas bulerías. Acompañada con la guitarra de Diego Amaya, su cante gitano y su baile improvisado consiguieron algún calor en la fría noche, no sólo en cuanto al arte, sino también en la temperatura. El bailaor José Joaquín comenzó la noche con una zambra, una seguiriya y un martinete. '¡ Ozú cuanto me quiero!', ironizaba un aficionado cuando el bailaor comenzó a meter unos brazos nada ortodoxos en su primer baile, como si se acariciara. Largo, reiterativo y sin alma son los calificativos que podían oírse después de su intervención. Pansequito, también con la guitarra de Diego Amaya, conquistó con sus soleares. La revelación de la noche para dos jóvenes japonesas que son asíduas a la Bienal, llevan tres ediciones consecutivas, y que habían acudido atraídas por la fuerza de Aurora Vargas. 'Para nosotras ha sido muy bueno descubrir a este cantaor', dijeron diplomáticas. Los aficionados echaban chispas con el cantaor Pepe de Lucía, hermano del famoso guitarrista. Problemas de voz, desajustes con su guitarrista, Niño Josele, e intentos fallidos de subir el tono. Menos mal que la noche terminó con Aurora Vargas por bulerías y el duende, siquiera, se asomó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.