Fraude televisivo

Quería manifestar mi repulsa, indignación y hasta repugnancia por la actual programación de las televisiones. En el caso de cadenas públicas, es un flagrante fraude de estado programas como Tómbola o Mamma Mía (Telemadrid).

Quiero manifestar mi repugnancia por la publicidad sexista, que trata a la mujer como un mero objeto de reclamo de atención, prostituyendo su dignidad con el objetivo de aumentar las ventas y el conocimiento de un producto. Me repugna el recurso a los instintos naturales de incontrolados. Me repugna que desnudos y pornografía gratuita, servida para anunciar desde detergentes hasta viajes o concursos y productos cosméticos, se emita en los descansos de programas infantiles a cualquier hora, escapando al control de los educadores sensatos.

Me repugna que cause más conmoción en el debate público una avería que interrumpa la emisión televisiva durante tres horas que décadas de guerra civil.

Me repugna que ante este panorama televisivo nuestros vástagos, futuro de la sociedad, pasen una media de tres horas diarias delante del televisor. Me repugna que éste sea el sustitutivo de los programas educativos o de la vida familiar. Me repugna tener que oír de una persona cercana: 'Hay que ver la de cosas que hicimos juntos la semana que tuvimos la tele estropeada'.