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Crítica:EQUIPAJE DE BOLSILLO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Esplín' y pasión

El trasfondo de estas singulares Confesiones lo constituye una tortuosa relación amorosa entre el donjuanesco Alfred de Musset (París, 1810-1857), autor excéntrico, 'aristócrata bohemio', y la no menos extravagante y enérgica George Sand (1804-1876). Apenas unos meses bastaron para que se crease la leyenda que conmovió al París romántico de la dorada época de Balzac, Vigny o los Goncourt: el amor tempestuoso de la pareja adquirió visos épicos siendo en realidad una relación estancada, cruel y destructora. Los amantes terminaron por separarse después de que casi perdiesen la vida entre arrebatos y desvelos. Pero ambos hallaron alivio en la creación literaria.

De la malograda relación nacieron por parte de Sand páginas autobiográficas de gran hondura psicológica así como la novela Ella y él; mientras que De Musset descargó su conciencia y mitigó su dolor con sus Confesiones, novela romántica por antonomasia, muy en la estela inaugurada por el Werther de Goethe o la roussoniana Nueva Eloísa, y que es también todo un compendio intelectual cuyo trasfondo lo constituye el mediodía de un siglo XIX en que Europa ha perdido las andaderas de la razón pero también la aureola de sus glorias pasadas y dormita al socaire de la placidez burguesa.

Confesiones de un hijo del siglo

Alfred de Musset. Marta Giné (editora). Cátedra. Madrid, 2002. 392 páginas. 9,62 euros.

Un joven de 22 años, prototipo del diletante sin problemas económicos, aquejado de un insoportable esplín o melancolía difusa, enfermo del llamado mal de siglo -el nihilismo incipiente junto al tedio vital- y asqueado de su vida disoluta, creerá encontrar la paz en una pequeña población rural donde pretende retirarse del mundo. Tras un periodo de calma, conocerá a Brigitte, mayor que él y viuda, mujer seductora en su aureola de soledad, misterio y pública virtud. Camuflada de afinidades, de mutuo interés por la literatura y el arte, se abrirá paso la pasión. Tras una temporada feliz, la imaginación del amante, el vacío que deja siempre un deseo reiteradamente satisfecho y que únicamente se colma de sí mismo, condenará a la pareja a vivir un infierno sentimental que terminará estallando con furia inusitada, sobre todo cuando aparece un tercer personaje que complicará aún más la situación.

Se trata de un relato profuso y sobrecogedor que pinta con excelencia el horror al que conduce el enfrentamiento de unos caracteres arrojados a la prisión de las elecciones existenciales. Los protagonistas, excluidos de las ilusiones sociales de la época pero ansiosos de alcanzar una felicidad siempre en fuga, zarandeados por la efervescencia de sensaciones y sentimientos contradictorios, encarnan a unos seres ya plenamente modernos que gozan y padecen brutalmente el instante puesto que intuyen que sólo les espera la disolución final en el vacío.

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