'Sabíamos que el viento nos iba a dar la forma del auditorio'
'Sabíamos que el viento nos iba a dar la forma'. Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) está explicando los inicios de su proyecto para el Palacio de la Música y de las Artes Escénicas de Vitoria y se refiere a esa bolsa de papel con la que jugó hasta llegar al poliedro definitivo. Habla el artista que bebe de todas las disciplinas y al que no le importa jugar con la papiroflexia si hace falta, siempre que ayude en ese difícil sendero que es la búsqueda del continente idóneo.
En principio, el arquitecto y pintor cántabro ya contaba con una ubicación ideal para el auditorio. 'Es un lugar francamente bello; próximo al casco antiguo, unido por esos árboles de la Senda y el parque de la Florida, que crean una avenida natural, que se podría considerar una arquitectura de iniciación. Este paseo se corta con esa vía peatonal que surgirá de la desaparición de las del ferrocarril', explica Navarro Baldeweg, quien concluye: 'Es un cruce geométricamente muy definidio, con paseos que acometen en oblicuo que dejan un solar de forma trapezoidal'.
Como la consecuencia inevitable después de un razonamiento bien trazado, el edificio que merece el lugar no podía tener otra forma que el poliedro, que surge gracias a la energía que sopla a esa bolsa de papel con la que jugaba el arquitecto. 'Es como cuando se introduce un coche en el túnel del viento para comprobar la resistencia aerodinámica; también he trabajado en busca de la forma perfecta para ese espacio', comenta el autor del Palacio de Congresos de Salamanca, donde ya puso en práctica algunas de sus intuiciones sobre acústica en grandes salas; los museos de Altamira y Burgos o la Biblioteca Hertziana en Roma.
La experiencia definitiva en este ámbito llega con otro de los proyectos que tiene en marcha, los teatros que ha diseñado para Madrid en los terrenos del canal de Isabel II.
'He cumplido las exigencias de dos salas, una de gran capacidad, para 1.500 personas, en la que se podrá representar teatro y ópera y ofrecer conciertos de orquestas sinfónicas, y una segunda sala, para creaciones experimentales, que ofrece la posibilidad de situar al público en los cuatro lados', explica sobre su proyecto en la capital alavesa quien ha optado por 'decisiones de eficacia'.
Para permitir unas salidas fáciles en caso de evacuación, las dos salas se encuentran prácticamente a la altura de la calle. El resto de los servicios, como el restaurante, adonde se acude voluntariamente, se encuentran en la parte superior. 'Son estancias que recibirán luz natural y que contarán con unas vistas privilegiadas de los árboles de La Senda que estarán en diálogo permanente con ese árbol artificial que es el umbráculo'.
El umbráculo. En este elemento aparece el Navarro Baldeweg que reflexiona sobre las formas y las posibilidades más escultóricas de la arquitectura. En la presentación de su proyecto al jurado, presidido por el Premio Nacional de Arquitectura, Manuel de las Casas, Navarro Baldeweg hizo una mención especial a esta estructura fruto de sus investigaciones. Esta sobrepiel responde al interés por la arquitectura 'en cursiva' que viene practicando el autor desde los años 70 y que convive con la arquitectura racional heredera del movimiento moderno. 'Son estructuras libres de todo contenido, de cualquier necesidad', comentó en aquel momento.
El edificio se integra, por su tamaño y por este umbráculo, perfectamente en el entorno, una de las directrices del arquitecto santanderino cuando afronta nuevos proyectos. 'La altura será de 24,5 metros, por lo que el paseante descubrirá un edificio sin estridencias', explica. 'Creo en una arquitectura que posibilite las cosas, que permita encontrarse a gusto. Puede que haya arquitecturas más expresivas que la mía, pero también más impositivas. Creo que mi arquitectura es sensual', añade.
Navarro Baldeweg estudió en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Ha sido profesor invitado en el Center for Advanced Visual Studies en el MIT de Boston, en las escuelas de Arquitectura de Pennsylvania y en Yale. En este ámbito hay que incluir las reflexiones que respaldan este proyecto. 'Siempre he dicho que la arquitectura no tiene obligación de ordenar el mundo, sino de hacerlo visible. Por eso hablo siempre de la arquitectura como algo que pone las cosas al alcance de la experiencia: de lo natural y de lo que no lo es, de lo visible y de lo invisible', concluye.
En cuanto al presupuesto del proyecto de Vitoria (34,5 millones de euros), Navarro Baldeweg aclara que es el más barato de los tres que se presentaron al concurso -los otros dos fueron elaborados por Guillermo Vázquez Consuegra y los suizos Herzog y De Meuron- porque incluye todo el equipamiento escénico, 'que supone unos nueve millones de euros, por experiencias anteriores. Este apartado no aparecía en los otros proyectos'. Ahora sólo queda que el próximo martes, el Ayuntamiento de Vitoria dé luz verde al estudio de arquitecto cántabro para que redacte el proyecto definitivo. La inauguración del auditorio está prevista para la primavera de 2006.
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