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Reportaje:

El increíble juicio de dos niños y su amante fontanero

Dos jurados de Florida juzgan un caso de asesinato con dos acusados distintos: dos hermanos y un amigo de la familia

Enric González

Los estadounidenses han podido asistir esta semana, gracias a las cámaras de televisión, al juicio más extraordinario y más terrible que pueda imaginarse. En un banquillo de Pensacola (Florida) se sientan dos niños, Derek y Alex King, de 14 y 13 años, acusados de asesinar a golpes a su padre. La semana pasada ya se juzgó a otra persona, un amigo de la familia llamado Rick Chavis, por el mismo asesinato, y el veredicto permanecerá sellado hasta que el jurado decida sobre la culpabilidad o inocencia de los niños. Chavis mantenía relaciones sentimentales y sexuales con Alex, el menor de los hermanos King.

La celebración de dos juicios distintos, y casi paralelos, por un mismo delito es algo insólito. El propio juez de ambos casos, Frank Bell, admite su extrañeza: '¿Es posible que dos jurados distintos emitan un veredicto de culpabilidad? Sí. ¿Es posible que dos jurados distintos emitan un veredicto de inocencia? Sí. Inusual, muy inusual'. Muchos abogados consideran, sin embargo, que el caso va más allá de lo insólito y se acerca a la aberración ética. En primer lugar, porque si los niños son culpables, Chavis es inocente, y al revés; en ningún caso pueden ser todos asesinos. En segundo lugar, los fiscales se han visto obligados a ejercer casi como defensores, de Chavis para acusar a los hermanos, y de los hermanos para acusar a Chavis, presentando teorías distintas en cada juicio.

Derek King, el mayor, muestra, según los psicólogos, rasgos muy pronunciados de psicopatía. Su padre, Terry King, un empleado de copistería, se divorció en 1995 de la madre y obtuvo la custodia de los niños, pero cedió el mayor a una familia adoptiva que en otoño del pasado año lo devolvió, harta de unas gamberradas cada vez más inquietantes. En octubre de 2001, un mes antes del asesinato, los dos hermanos se reunieron otra vez bajo el techo paterno. Ambos se quejaban de la disciplina impuesta por el padre, pero nunca hubo indicios de castigos físicos.

El pasado 26 de noviembre, los bomberos acudieron a apagar un incendio en casa de los King y encontraron al dueño muerto a golpes. Los niños estaban en casa de Rick Chavis, un fontanero amigo de la familia. Pocos días después, los críos confesaron ante su madre y ante la policía. Dijeron que tenían miedo de los castigos de su padre y por eso decidieron matarle. Esperaron a que se durmiera y Derek, con un bate de béisbol de aluminio, le asestó un golpe en la cabeza. 'Gruñó un poco, temí que se despertara y nos viera y seguí golpeándole; yo le maté', explicó Derek. Luego provocaron un incendio con disolvente. La policía encontró, en efecto, restos del producto inflamable en las suelas de los zapatos de ambos. Finalmente, llamaron por teléfono a Chavis para que fuera a sacarles de allí.

Chavis, condenado varias veces por abusar de niños, mantenía relaciones con Alex, el pequeño. 'Antes de conocer a Rick era heterosexual, pero ahora soy gay', escribió el niño en un cuaderno, semanas antes del crimen. 'Estamos enamorados', comentó ante la policía. Chavis fue procesado por esa relación ilegal, que él definió como 'exclusivamente platónica'.

Pero, al cabo de unas semanas, los chicos cambiaron su historia. Dijeron que Rick Chavis era el asesino, que él había blandido el bate de béisbol mientras ellos se ocultaban en su automóvil, y que les había convencido para confesar, con el argumento de que a ellos, por ser menores, no les pasaría nada, y podrían vivir los tres juntos cuando todo hubiera terminado. En realidad, los dos hermanos están siendo juzgados como adultos, de ahí que se permitan las cámaras en la sala, y si son condenados tendrán que pasar el resto de su vida, hasta la muerte, en prisión. 'Chavis temía que King descubriera las relaciones que mantenía con su hijo menor, por eso cometió el crimen', afirmó el fiscal David Rimmer en el primer juicio.

El defensor de Chavis, Michael Rollo, hizo ayer su alegato final y proclamó que las acusaciones de los dos niños carecían de credibilidad. Pidió al jurado que no se fiara de la 'carita de niño' de Derek, al que presentó como 'un psicópata funcionalmente huérfano con un largo historial de piromanía y conducta antisocial', e hizo notar que los chicos tenían restos de disolvente en los zapatos, pero no Chavis. El juicio quedó ayer visto para sentencia.

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