El Pichichi no garantiza la Liga
Únicamente en dos ocasiones coincidieron en el Barça el título de campeón y el de máximo goleador
El empate concedido ante el Atlético ha avivado en el Camp Nou el debate abierto, especialmente desde la salida de Rivaldo, sobre la necesidad de fichar a un ariete, porque Kluivert no garantiza goles, aun cuando suma 90 desde que llegó al Barça (1998-99). Fue el propio Van Gaal quien instó a la directiva a fichar un delantero centro, y de ahí las negociaciones con distintos jugadores, entre ellos Ronaldo, que al decir del director general, Xavier Pérez Farguell, fue descartado por 'razones técnicas y no económicas'. Una vez cerrado el plantel sin novedad en el frente de ataque, la sensación de que al Barça le falta gol se ha agrandado.
La estadística dice, sin embargo, que tener al pichichi no le ha garantizado el título. Únicamente en dos de las 16 Ligas logradas por el Barça han coincidido los galardones de campeón con el de máximo goleador: ocurrió en 1948-49 con César y en 1993-94 con Romario. Ni los 34 tantos de Ronaldo en 37 partidos (1996-97) le sirvieron para alcanzar la Liga como ya pasó con los otros pichichis azulgrana de la historia: Mariano Martín (32 goles en 23 encuentros en 1942-43); Re (25 en 30 en 1964-65); Rexach (17 en 28 en 1970-71); Krankl (29 en 30 en 1978-79); o Quini (20 en 30 en 1980-81 y 26 en 32 en 1981-82).
Más que para presidir la alineación, Van Gaal quería un ariete que presionara a Kluivert, que vive como Dios, sin competencia, pues Dani no se reencuentra en el Barça. El juego del equipo, al fin y al cabo, no está concebido para que lo remate el 9 sino que el técnico entiende que los goles son responsabilidad tanto de Kluivert como de los jugadores de la segunda línea (Saviola y Luis Enrique), al margen de otras aportaciones y de rentabilizar las jugadas de estrategia, muy productivas últimamente.
Van Gaal utiliza a Kluivert como pivote, jugando de espaldas a la portería, para asistir a los volantes, y de ahí la dificultad de encontrar remedio al problema con un delantero centro que actúe de cara al meta y remate a gol. Habría que darle la vuelta al ariete o replantearse el dibujo, que por otra parte tampoco favorece a los jugadores de banda, muy exigidos en defensa y en ataque, con demasiado campo por correr. La propuesta de Van Gaal, en cualquier caso, no es necesariamente suicida frente a equipos que se cierran mucho y juegan rápido a la contra sino que llevada a sus máximas consecuencias puede ser hasta deliciosa como tuvo a bien demostrar el Ajax ante el propio Barça en la pretemporada cuando le combatió con tres defensas y tres puntas, dos de ellos desbordando como extremos.
El asunto es que al Barça le falta un 9 para cuadrar la alineación, y, tal como está montada, no puede prescindir de ninguno de los que juegan sino cambia su distribución. La alternativa de los suplentes momentáneamente tampoco convence, porque el azulgrana no tiene la profundidad de banquillo de sus rivales. A la que la pelota no entra, no se adivinan soluciones entre los reservas, y entre ellos Riquelme, que no es un goleador sino otro pasador, de manera que su presencia más que una solución incide aún más en el debate sobre la falta de un ariete. Van Gaal, de todas maneras, acabó tan contento el domingo que felicitó uno por uno a sus jugadores: el empate no fue un problema de juego sino de gol, y el gol no se entrena.
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