Adoquines y ladridos
Estoy aburrido de que miembros de la corporación municipal de Cádiz digan que la solución para el ruido de nuestra ciudad es la de asfaltar los adoquines de la ronda de circunvalación del casco histórico.
Sería lo mismo decir, si los ladridos del perro del vecino molestan, que hay que construir un espacio de vacío (pues no se conduce el sonido en él) entre la casa del vecino y las demás, y que eso se llama progreso... ¿Educar al perro?... No, eso no, es muy trabajoso.
Hace 20 años había una asociación cultural que defendía a los adoquines, ahora he tratado de buscar alguna información de ella por Internet pero nada. Alguna de las reflexiones de esa asociación era que los adoquines servían para domesticar el tráfico de las calles, es decir que los coches disminuían su velocidad al circular sobre ellos.
Esa asociación explicaba que el asfaltado sobre los adoquines en las ciudades se originó después del 68 de París, pues con los adoquines el pueblo levantaba barricadas y se defendía de los que tenían el poder. Así, Arias Navarro recomendó asfaltar también las ciudades españolas por si el pueblo se levantaba contra sus gobernantes... Menos mal que volvió la cordura, la especie humana recuperó su humanidad y la avenida de los Campos Elíseos recuperó sus adoquines luciendo espléndidamente en París. Sus gobernantes se consideran suficientemente legitimados y no tienen miedo que el pueblo les parta el cráneo con un adoquín.
Pero todavía existe un pueblo en Europa que se resiste a la civilización, tiene miedo a los adoquines e indomablemente levanta muros de asfalto: Andalucía, donde la involución es posible. Se han asfaltado los grandes y coloreados adoquines de la calle de San Sebastián de Huelva, los alrededores de la plaza de España de Sevilla (su barrio de Santa Cruz todavía no), la Cuesta de las Calesas de Cádiz y quieren asfaltar la ronda que transcurre por el casco histórico de Cádiz.
¿Preferimos una buena capa de asfalto? ¿Que las calles sean autovías? Puede.
También puede que parte de culpa sea de las constructoras, pues para arreglar unos adoquines se necesitan sólo un martillo y un cincel (es decir, los trabajadores dueños de los medios de producción..., peligrosísimo). Pero para asfaltar, la maquinaria es más complicada, las comisiones y dineros que se pierden son más sustanciosos. Ya se sabe, nuestros políticos con nuestro dinero no cosen un botón, tiran la camisa y esperan a comprar una nueva... Y no propongo coserle la boca al perro, que me gustaría, sino solamente educarlo.
PD. Los ladridos de los perros son los ruidos que menos se escuchan en Cádiz, son otra clase de ladridos...
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