_
_
_
_
59ª MOSTRA DE VENECIA

Harrison Ford saca a flote al averiado filme submarino de Kathryn Bigelow

Arturo Ripstein logra momentos de gran cine dentro de una película llena de altibajos

El accidente del submarino soviético K-19, conocido también como La fábrica de viudas, a causa de la cantidad de maridos que mandó al otro mundo, estuvo 28 años oculto detrás del muro de los secretos de Estado de la antigua Unión Soviética. Ocurrió en 1961 y salió a la luz tras el derrumbe de ese muro en Berlín, en 1989. Ahora, la cineasta estadounidense Kathryn Bigelow pretende sacarlo a flote, cosa que sólo consigue a ratos gracias a Harrison Ford, que actúa como gran estrella y logra emocionar en algunos momentos.

Más información
Las ruinas del socialismo
Paul Newman y Tom Hanks renuevan con un golpe de genio el viejo cine de gánsteres
'El caballero Don Quijote' y 'Pasos de baile' acudirán a la Mostra de Venecia
Julianne Moore recrea el gesto del melodrama clásico en 'Lejos del paraíso'
Gutiérrez Aragón presenta en Venecia un Quijote emocional y romántico

Cine rico, pero vulgar, pretencioso e incluso con un punto de rutinario, aunque parezca lo contrario. Eso es K-19, filme en el que la ambiciosa señora Bigelow despliega sus habituales inclinaciones hacia la grandilocuencia y se desmelena en algunos juegos de imágenes de gran vuelo retórico, preciosistas, innecesarias y, para colmo, subrayadas por una banda musical tonante, sinfónica y operística, que no da ni un minuto de respiro a los atronados y medio sordos tímpanos del espectador agredido por tanto elegante estruendo, tantas solemnidades de laboratorio y tantos patetismos de cartón piedra. Sólo el dúo entre los magníficos Liam Neeson y Harrison Ford sostienen con arte y dignidad el aparatoso tinglado, que al final, en unas escenas de melo muy fino y eficaz, saca lágrimas de las miradas propicias. Y este barco de papel y celuloide mojado sale a flote gracias a que Harrison Ford dispara su formidable energía identificadora y se envuelve en su célebre aura de estrella genuina, actuando realmente a lo grande, a lo Wayne, a lo Bogart, a lo Barrymore.

Nada que añadir de esta opulenta película, que no dará tanto dinero ni tan rápido como las más populares de Harrison Ford. Y tampoco parece que vaya a ser en su humilde escala rentable La virgen de la lujuria, nueva película del cineasta mexicano Arturo Ripstein, realizada en coproducción con España, que es dura de ver porque padece algunos pronunciados altibajos y lo que en ella se narra, o se representa, son contenidos que no se ajustan bien a la forma propuesta por el guión, lo que crea zonas muertas dentro de una secuencia claustrofóbica y oscura, con momentos no sólo buenos sino magníficos de gran potencia trágica, de los mejores que ha esculpido la cámara, como siempre profunda y torturada de Ripstein.Es más, esos momentos -que siguen un itinerario interior en un escenario de calidades excepcionales- nos traen en estado de pureza al Ripstein de La mujer del puerto, La reina de la noche y Principio y fin, un triángulo de obras maestras que, por desgracia, no proyectan sobre La virgen de la lujuria su redondez, su cualidad de obras circulares perfectamente cerradas sobre sí mismas. A esta última película del cineasta mexicano no se le ve -en primera mirada, que es la medular y determinante- la necesidad de prolongarse en ramificaciones y circunloquios que alargan hasta casi dos horas y media un relato -o, más exactamente, un ritual casi litúrgico, una especie de misa negra y transgre-sora- que ganaría mucho si se beneficiara del don de la concisión y si sus desvíos no obligaran a ratos al espectador a perder el hilo y a impacientarse o desentenderse de la pantalla. Eso sí, para al poco tiempo recuperar ese hilo perdido y volver a elevarse con las elevaciones formales de este fallido filme, formalmente desequilibrado, pero con el sello de un cineasta de enorme talento y de especie única.

Los actores Harrison Ford, delante, y Liam Neesom en Venecia.
Los actores Harrison Ford, delante, y Liam Neesom en Venecia.ASSOCIATED PRESS

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_