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Reportaje:

Bodegas Torres sigue apostando por China

La empresa ha invertido un millón de dólares

Para ganar clientes fuera de los mercados tradicionales, Torres se introdujo en otras regiones con potencial de consumo, como India, China y Latinoamérica. Pero en Oriente los resultados no son los esperados. Las ventas en China aún son mínimas, unas 10.000 cajas al año. Y es que el atractivo de ese mercado asiático (1.200 millones de habitantes), no obvia la dificultad para comercializar vinos extranjeros. 'No hay cadenas de distribución y cuesta montar la propia', explica el presidente de la bodega catalana, Miguel Torres.

La mayoría de las bodegas que invirtieron en China han comenzado a retirarse. Torres lleva invertido un millón de dólares en viñedos, elaboración y cadenas de distribución y piensa quedarse. 'Somos muy testarudos y hemos conseguido entrar en los mejores hoteles y restaurantes', destaca el bodeguero.

La estrategia actual de las bodegas es invertir en la distribución, mediante empresas propias o a través de sociedades conjuntas
Miguel Torres no descarta la posibilidad de invertir en alguna región de España o del mundo, aunque su base seguirá siendo Cataluña

El precio de los vinos chinos es otro inconveniente para las bodegas extranjeras. La botella cuesta unos 30 yuanes, mientras que los importados valen 110. Torres intenta competir con un caldo a 70 yuanes.

Viñedo experimental

En China, la bodega tiene implantado un viñedo experimental de 10 hectáreas de variedades Tempranillo, Garnacha, Merlot y Cabernet Sauvignon, en la zona oeste de Pekín. Hasta ahora, el tempranillo es la variedad que mejor se ha adaptado al clima.

Torres es de las pocas empresas vitivinícolas que mantienen una estructura cien por ciento familiar, administrada por tres hermanos. 'Somos independientes para autofinanciarnos y tomar decisiones a largo plazo', explica Miguel Torres.

La facturación anual en Cataluña (sin IVA) de Bodegas Torres, Jean León y Torres Import es de 130 millones de euros (21.630 millones de pesetas), a los que se suman otros 10 millones de euros de las bodegas de California y Chile. Cada año, el 95% del beneficio del grupo se reinvierte en la empresa. La estrategia actual es invertir en la distribución, que garantiza la llegada al cliente. La bodega posee empresas propias de distribución en algunos países (Suecia, China y Perú) y, en otros, mantiene sociedades conjuntas (joint venture), como en el Reino Unido, India y México.

Apuesta por la marca

Sus vinos y brandies se comercializan en 120 países del mundo, con la marca Torres. 'Apostamos a la marca porque es una garantía de calidad para el consumidor', asegura el empresario, aunque reconoce que 'cuesta más imponer el nombre propio porque hay categorías de varietales, como el Cabernet Sauvignon, que funcionan muy bien en los mercados internacionales'. La experiencia de la bodega catalana es que la apuesta por la marca es más lenta, pero con mejores resultados a largo plazo. Torres cita el ejemplo de Francia que ha resultado más perjudicada que España en la caída de ventas, debido a que no hay marcas fuertes. 'La denominación de origen es un soporte, pero la marca es la responsable última de la venta', sostiene.

Sin perder la tradicional elaboración del vino español, las bodegas exportadoras apuestan por caldos jóvenes, frutados y con nuevos colores para ganar mercados internacionales y competir con los países productores del nuevo mundo vitivinícola, como Australia, Estados Unidos, Suráfrica, Chile o Argentina.

Torres fue de los primeros en advertir el potencial de los países productores del ese nuevo mundo y, en la década de los setenta, decidió ampliar sus negocios a California y Chile. Ahora no descarta la posibilidad de invertir en otra región de España y del mundo, aunque su base seguirá siendo Cataluña, con 1.300 hectáreas implantadas en los diferentes suelos y climas del Penedès.

Para atacar el frente de los nuevos productores, Torres decidió ampliar su bodega en Chile y concentrarse en la región central del país austral. El 66% de la producción chilena está destinada a la exportación. Es diferente con los vinos elaborados en California, donde la mayor parte se comercializa en Estados Unidos.

El problema fundamental para los productores de uvas españoles en la competencia con los países emergentes es la normativa de Bruselas que limita el crecimiento de las empresas. 'Bruselas hace lo posible para que la producción europea esté atomizada, nos prohiben plantar viña y sólo podemos hacerlo comprando la tierra a algún productor que decide arrancar su viña', se queja Torres.

Torres, para adaptarse a las tendencias del consumo mundial, la bodega elabora una gama muy amplia de vinos. 'Producimos vinos que son cupajes de varias cepas y también varietales. Lo importante es que en cada vino tratemos de reflejar al máximo una caraterística determinada de un suelo, un microclima y una cepa', explica Torres. Esta dedicación al consumidor le valió el reconocimiento de la revista británica Decanter, que eligió a Miguel Torres como Hombre del Año 2002 por ser el empresario que 'cambió el gusto del vino español, transformó a la comarca del Penedés en una renombrada región de calidad mundial e inspiró a una nueva generación de bodegueros españoles a continuar en la búsqueda de la calidad'.

El empresario catalán considera que el premio es un elogió al potencial que tienen los vinos ibéricos y los resultados conseguidos en países como Suecia, donde España tiene un 30% del mercado de vinos. En el Reino Unido, la cuota de mercado alcanza al 10%; sin embargo, en Estados Unidos apenas significa un 1%. 'América es el gigante dormido del mercado de vinos español', reflexionó Torres con la certeza de que todavía queda mucho por hacer.

Instalaciones de Bodegas Torres en Vilafranca del Penedès.
Instalaciones de Bodegas Torres en Vilafranca del Penedès.LLUIS SELLART

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