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Entrevista:JOAN PELLICER | Botánico

'Hay una simpatía popular flotante por la naturaleza'

Joan Pellicer nunca llegó a ejercer la Medicina, disciplina en la que se licenció. Tener que llegar a un pronóstico y recomendar un tratamiento le parecía 'demasiado violento'. Se inclinó por la 'implicación emocional' de las enfermedades, y empezó a indagar en cómo influye el estilo de vida de una persona en el desarrollo de alguna dolencia. Fue así como se introdujo en el estudio de la medicina alternativa y las plantas medicinales. Hoy es uno de los máximos expertos en botánica, fauna y recovecos naturales de las Comarcas Centrales Valencianas. Pellicer reivindica la figura del indígena, y considera que se debería tener el mismo interés por estudiar los animales, las plantas o las rocas, como por los pueblos que durante siglos han estado viviendo en un entorno.

Uno de mis errores al principio fue buscar a gente que supiera, como los curanderos
El espacio de estudio dedicado a las plantas medicinales no lo ocupa nadie

Pregunta. ¿Qué le llevó a inclinarse por el estudio de plantas?

Respuesta. Cuando estudié Medicina me interesó el estudio del cuerpo humano. Todavía me atrae todo el tema de la embriología, los mecanismos en los que el cuerpo funciona. Me interesaba más el funcionamiento de la enfermedad, y empecé a investigar el tratamiento con plantas medicinales.

P. ¿Se inició entonces como autodidacta?

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R. Totalmente. Iba a la montaña a recoger muestras que llevaba a las universidades de Biología, Botánica y Farmacia. Vi entonces que el espacio de estudio de las plantas medicinales no lo ocupa nadie. Sólo había un farmacéutico en Castellón, Daniel Climent en Alicante, y poco más. Los estudios universitarios son más farmacológicos. Lo que no se ha hecho es el estudio de plantas con sus usos tradicionales. Una faceta en la que hay un gran vacío. Hacen falta estudios locales. Si desde el ayuntamiento, facultades o desde la Administración se interesaran y dieran subvenciones se podría rellenar este vacío.

P. Pero usted ha publicado varios trabajos al respecto. ¿cómo obtenía la información?

R. Yo entro en la botánica con mucha humildad, que me obliga a comprobar muchas veces. Uno de mis errores al principio fue buscar a gente que supiera realmente, curanderos, a los que pedía remedios que no había encontrado en libros, pero dejaba de lado plantas no medicinales que pueden tener otros usos, como domésticos. La gente utilizaba antiguamente el bosque como despensa. Desde hace unos diez años me intereso por todo, y evito a curanderos y supuestos entendidos en plantas. Los portadores de esta información tienen hoy entre 80 y 90 años y su disco duro cada día va peor.

P. ¿Y se mantienen hoy los usos tradicionales de las plantas medicinales?

R. Sí, y yo diría que van a más. Hay una simpatía popular flotante por la naturaleza. La gente continúa utilizándola o recurriendo a ella. En toda la península se movilizan más de 24.000 millones de pesetas en ventas de plantas medicinales. Un movimiento de dinero importante. Tanto la medicina natural como la religión, al margen de las ceremonias, tienen de positivo que creen en un factor misterioso, que la ciencia todavía no ha descrito.

P. ¿De las plantas estudiadas se conocen todas sus propiedades?

R. Sólo una cuarta parte de nuestra flora se utiliza como medicinal. Hay 3.600 plantas en el País Valenciano, pero cada una de ellas tiene una gran gama de híbridos. La mitad de la flora no está estudiada farmacéuticamente.

P. ¿Cuál es el principal peligro para la preservación de la flora actual?

R. Lo que más la está poniendo en peligro es la construcción y la política forestal.

P. ¿Y qué opina de los planes de reforestación?

R. Hay que estudiar una carrera para hacer cosas tan mal hechas. El 50% del territorio no necesita la intervención del hombre. Las sombrías cuando se queman se recuperan automáticamente en dos o tres años. Las solanas también pueden hacerlo pero han estado tan castigadas por la actividad humana, y ahí es donde me gustaría ver la pericia, artes y saber de los ingenieros o silvicultores. El incendio es también una realidad boscosa. Por ello se podía haber optado por poner los ojos del científico y observar como lo hace el bosque para recuperarse hasta el final.

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