_
_
_
_
_
Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Extrañamiento moral

Imprevisible, remoto, conversador deslumbrante, Gabriel Ferrater (Tarragona, 1922-Barcelona, 1972) fue un solitario calcinado por una inteligencia descomedida. Esto, y su desdeñosa ausencia de patetismo, caracteriza a quien 'con los mismos defectos pero con menos cualidades hubiera funcionado mejor', según Gil de Biedma. Reñido con el pragmatismo, pasó su vida redactando comentarios de lectura y traduciendo a destajo para Seix Barral, centro de la gauche divine barcelonesa y, en concreto, de los poetas catalanes de los cincuenta, una vez desaparecida la revista Laye.

Ferrater fue un poeta tardío. A Da nuces pueris (1960), un primer volumen publicado cuando comenzaba a afincarse en la madurez, le siguen Menja't una cama (Cómete una pierna), de 1962, y Teoria dels cossos (Teoría de los cuerpos), de 1966. Esta trilogía constituye su obra completa, reunida en 1968 con el título de Les dones i els dies. En 1979, varios años después de su muerte, se publicó Mujeres y días, muestra abundante aunque incompleta de su poesía, en edición bilingüe y con prólogo de Arthur Terry. Éste es el libro que ahora se reedita. De los tres traductores, Pere Gimferrer realiza las mejores recreaciones, dado su polimorfismo psíquico conectado a la identidad negativa que atribuye Keats al poeta, quien debe disiparse para dar voz a otros sujetos; algo cercano a la enajenación de los maudits simbolistas, según la formulación rimbaudiana 'je est un autre'. Las traducciones de José A. Goytisolo destacan por la soltura de su dicción, en tanto que las de José María Valverde son menos felices y más pegadas al original (¿quizá más inseguras?).

MUJERES Y DÍAS

Gabriel Ferrater Traducción de José María Valverde, José A. Goytisolo y Pere Gimferrer Seix Barral. Barcelona, 2002 336 páginas. 17 euros

En su poesía participan las vivencias de la ciudad, el erotismo y el tiempo

En el posfacio a Da nuces pueris

expresa Ferrater su repudio del lirismo exaltado y de las orfebrerías formales: 'Pienso que es el fondo el que hace el poema, y que, como venía a decir Goethe, las cuestiones de estilo sólo preocupan a las señoritas aficionadas'. Educado en la tradición francesa, fueron maestros anglosajones -Frost, Graves, Auden- quienes estimularon su inclinación narrativa y ajena a la grandilocuencia. Pero este enemigo de la dicción romántica y de la impostura del yo escribió dos poemas de un confesionalismo sólo contrarrestado por el extrañamiento tan ferrateriano respecto a los temas: In memoriam recompone la trama de la guerra civil vivida por un adolescente, bajo la contemplación del adulto en que se ha convertido, sin rastro de finalismo filosófico ni de pretensión de absolutos; y el larguísimo y no incluido aquí Poema inacabat es, a más de un ejercicio metaliterario a propósito de Chrétien de Troyes, una confesión amorosa y el recuento de los compañeros de viaje a lo largo de la historia y a lo ancho de la literatura.

Ferrater y Gil de Biedma, su contendiente en los chisporroteos de la inteligencia, son los casos más claros de poesía de la experiencia en catalán y castellano respectivamente. Pero Ferrater no es nunca un poeta fácil, aunque otra cosa haga pensar su receta artística: 'Tot poema hauria d'ésser clar, sensat, lúcid i apassionat, és a dir en una paraula, divertit'. Su poesía se atiene a la situación moral de un hombre en su intersección con la realidad, y en ella participan las vivencias de la ciudad, el erotismo, las rozaduras del tiempo. Su lenguaje propende a un interlocutor posible, pues 'un verso que no sabe a quién habla / se parece al que se lanza de cabeza / a una piscina vacía / o a quien invoca la eternidad'. Muerto su maestro Riba y alejado Carner de la vida cultural catalana, queda sólo relativamente emparentado con Vinyoli y menos con Foix, con cuya libertad irracionalista contrasta. Así las cosas, Ferrater es un referente fijo de la poesía catalana en la segunda mitad del siglo XX, distante de la mitología civil y del trascendentalismo metafísico de Espriu, su particular bestia negra, y en alguna medida asimilable a los poetas en castellano de la 'escuela de Barcelona', algo más jóvenes que él.

Tras haber anunciado en numerosas ocasiones que no le gustaría oler a viejo, una noche de la primavera de 1972 decidió no seguir en el pozo al que lo habían empujado sus excesos con la ginebra y su lucidez autodestructiva. A su muerte quedaron estos poemas austeros y cerrados, en cuya aspereza se sostiene una mirada moral posándose indesmayada sobre el curso de los días.

Una escritura a la luz de la muerte

'EN SUMA, no poseo para expresar mi vida sino mi muerte': es un verso de César Vallejo que Gabriel Ferrater no habría firmado, pues el patetismo desarticulado del peruano está en los antípodas de su poética mate, coloquialista y tupida de reflexiones sólo apuntadas. Pero, si no su vida, al menos su poesía depende demasiado del mito que su muerte ha contribuido a levantar. Hijo de padre suicida y suicida él mismo en cumplimiento de su propósito de no cruzar la linde del medio siglo (se asfixió con una bolsa, luego de atiborrarse de alcohol y pastillas), había nacido en Reus y fue habitante vocacional de Barcelona. Allí desperdigó su extraordinario talento, vivió su soledad entre nombres señeros de la literatura del medio siglo, como Barral, Gil de Biedma, los Goytisolo, el mestre Castellet, Valverde y otros, y gozó del amor de mujeres jóvenes e inteligentes. María Ángeles Cabré traza en Gabriel Ferrater una apasionada semblanza de este hombre singular. Aunque no incurre en excesos psicocríticos, lanza sugerencias de menudeo interpretativo, donde amaga y no da, como si le costara decantarse entre la condición de clásico que recaba para Ferrater, que lo pondría a resguardo de habladurías y pactos sociales, y el respeto al entorno del poeta, que en cierto modo, aunque a considerable distancia generacional, es el de la autora. No es reprochable, en fin, su subjetivismo, pero sí el que asuma con entusiasmo y sin matices determinados tópicos, como el erial de la España de posguerra, e intente justificaciones innecesarias. Un ejemplo nimio: pretende salvar la contradicción del izquierdista padre de los Ferraté(r), quien escolarizó, desganado, a sus hijos Gabriel y Joan en el único colegio religioso de la zona. Cabré sospecha que lo hizo porque el edificio tenía más ventanas que los otros, lo cual convenía a la prevención de la tuberculosis (a su hija Amàlia la escolarizó en las monjas francesas: ¿habría también allí muchas ventanas?). En la biografía se establece una correspondencia modulada entre vida y obra, lo que nos permite atisbarlo por las ranuras de sus poemas y de sus autorretratos, no obstante lo cual tenemos siempre la sensación de que sus trazos ocultan al poeta tras la tramoya del personaje: 'Me gusta la ginebra con hielo, la pintura de Rembrandt, los tobillos jóvenes y el silencio. Detesto las casas donde hace frío y las ideologías'. Semejantes píldoras, aunque no intrascendentes, no dan cuenta cabal ni del hombre ni del escritor. La misma autora nos ofrece Las mujeres y los días, primera edición castellana, lamentablemente no bilingüe, de su poesía completa. Las meritorias versiones de Cabré atienden al hilo sucesivo del sentido más que a la compostura rítmica de los poemas. Es ésta, en suma, una ocasión excelente para adentrarse en una poesía que nos rinde 'una imagen sincera y matizada de la vida moral de un hombre': aunque son palabras que Ferrater aplicó a la obra de su amigo Jaime Gil, enseguida apostilló que ése era también su caso. Las mujeres y los días. Gabriel Ferrater. Traducción de María Ángeles Cabré. Lumen. Barcelona, 2002. 272 páginas. 16 euros. Gabriel Ferrater. María Ángeles Cabré. Omega. Barcelona, 2002. 502 páginas. 29 euros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_