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Reportaje:CAMINO VIEJO DE SEGOVIA | EXCURSIONES

Sombras en el pinar

Un paseo por la ladera occidental del valle de la Fuenfría, el más rico en bosques, animales y soledades

No hace falta ser ingeniero para saber que lo más lógico, a la hora de abrir un camino, es seguir los valles, como hacen los ríos, y los puertos más bajos, como las palomas o las vacas.

A la hora de la verdad, en cambio, prevalecen intereses como los que hicieron que Carlos III eligiera el puerto de Navacerrada (1.860 metros) en detrimento del de la Fuenfría (1.793 metros) con tal de trazar la carretera más directa a La Granja, sin considerar que esa diferencia de altura supondría más nieve y menos transitabilidad.

Es como los trenes de alta velocidad, cuyo itinerario depende menos de la lógica del terreno que del pueblo donde haya nacido el gobernante de turno.

Gracias a aquella histórica decisión, el puerto de la Fuenfría nos ha llegado libre de vehículos, mas no de insensatez caminera.

El trazado obedece al ir y venir de vaqueros y gabarreros entre Cercedilla y Segovia

Y es que, para subir a él, existen dos sendas oficiales, a cual más concurrida e ilógica: la calzada romana y la pista forestal o carretera de la República.

La primera lo hace en tan corto trecho (tres kilómetros), que su pendiente rompepiernas del 13% justifica el quejido quevediano: '¡Oh, cómo volaría yo con pólvora gran parte deste puerto, y hiciera buena obra a los caminantes!' (La vida del Buscón, 1604). En la segunda senda hay que dar tal rodeo por la ladera de las Berceas (nueve kilómetros), que uno peina canas antes de llegar a lo alto.

Prueba definitiva de esta sinrazón es que, por la ladera contraria del valle, la occidental o del Infante, sube olvidado del mundo el camino viejo de Segovia.

Es perfecto, ni corto ni largo (unos cinco kilómetros), presenta una pendiente casi constante del 9% y su apertura no ha obedecido al capricho de ningún mandamás romano, ilustrado o republicano, sino al libérrimo y secular ir y venir entre Cercedilla y Segovia de los vaqueros, gabarreros y demás nativos conocedores del terreno. Y como encima surca la ladera más boscosa y apartada, las posibilidades de sorprender a las bestezuelas silvestres en su espontáneo trajinar son altas, tirando a muy altas.

Al buscar este camino, como quien busca un tesoro perdido, nos acercamos al hospital de la Fuenfría, en el valle homónimo de Cercedilla, y, encarando la puerta principal, nos echamos a andar a mano derecha por una senda que sube señalizada con círculos rojos en los pinos.

En apenas cinco minutos, en la pradera conocida como Plaza de España, obtenemos nuestra recompensa: a la diestra, con nuevas marcas blancas y amarillas, además de las ya dichas, se nos presenta el camino viejo de Segovia como una suerte de túnel en el pinar que desciende inicialmente hasta otro claro ocupado por una casa forestal, a partir del cual ya es todo suave subida.

A una hora del inicio, o algo menos, el camino se divide en dos: el más trillado, balizado con círculos rojos, dobla a la izquierda para trepar en zigzag hasta el collado de Marichiva; mientras que el viejo, el nuestro, se reduce a un vereda que sigue de frente y pasa rauda, casi furtiva, por encima del albergue de Peñalara.

Lo que resta, hasta el puerto, es otra hora de gratísimo paseo entre pinos y rasos con vistas a Majalasna -el primero de los Siete Picos, atalaya de la ladera oriental- y a los dos grandes caminos -calzada y pista forestal-, que a estas alturas todavía están arrastrándose por el fondo del valle, con su jabardillo de domingueros y ciclistas.

Somos sombras en el pinar, sombras deslumbradas -como los corzos o los picapinos al vernos- por las bayas de los acebos, los serbales y las zarzas no rapiñadas por las turbas, y por el verdor de los helechares y los ribazos de los regatos que bajan de peña Bercial y cerro Minguete, guardianes de la ladera occidental del valle.

Ya en el alto de la Fuenfría, vencemos la tentación de volver por el mismo camino -a darnos un verde de moras- y tiramos a la izquierda por la pista del Infante, que corre casi horizontal hasta el collado de Marichiva (a media hora del puerto), desde donde bajamos por la empinada senda de los círculos rojos al punto de partida.

Información a 500 metros

- Dónde. Cercedilla dista 57 kilómetros de la capital yendo por la carretera de A Coruña (A-6) y la antigua N-VI hasta Guadarrama, para desviarse a la salida de este pueblo a la derecha por la M-622. Hay trenes de Cercanías-Renfe (teléfono 902 240 202). Unos metros más arriba de la estación de Cercedilla nace la carretera de las Dehesas (M-966), que en poco más de dos kilómetros lleva hasta el hospital de la Fuenfría, punto de partida de esta excursión. - Cuándo. Marcha circular de 11 kilómetros y tres horas y media de duración -dos de subida y una y media de bajada-, con un desnivel acumulado de 450 metros y una dificultad baja, muy recomendable en verano por discurrir casi toda a la sombra del pinar. - Quién. El personal del Centro de Educación Ambiental Valle de la Fuenfría (teléfono 918 522 213) pondrá a nuestra disposición planos, croquis y folletos para ayudarnos a realizar éste y otros itinerarios por la zona. Atiende todos los días de 10.00 a 18.00 horas, en el kilómetro 2 de la carretera de las Dehesas, a 500 metros del hospital de la Fuenfría. - Y qué más. Cartografía: mapa Sierra de Guadarrama, a escala 1:50.000, editado por La Tienda Verde (teléfono 915 343 257); en su defecto, hoja 18-20 (Cercedilla) del Servicio Geográfico del Ejército.

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