'Las corridas de toros deberían depender de Cultura, no del Ministerio de Interior'

A los diez años dijo que quería ser matador. Sus padres aceptaron el envite con la condición de que además de la muleta dominara otra herramienta profesional. Tomó la alternativa en la plaza de Valencia en 1994, después de haber pasado por la escuela taurina y haber cumplido como novillero, de la mano de José María Manzanares y con Enrique Ponce como testigo. Desde hace dos años, Manuel Carrión, de 29 años, cambia el traje de luces por la toga, pretende faenas de lujo en ambas plazas, con quien mejor se entiende es con el toro, se define como purista, acepta las críticas excepto las que vienen de los prohibicionistas de la fiesta y puestos a recibir cornadas, prefiere que le vengan de la lidia.

Pregunta. ¿Son buenos tiempos para la fiesta de los toros?

Respuesta. Sí, hay una baraja de figuras muy importante, con gente joven que está apretando mucho y público que va en masa a las plazas.

P. ¿Y aficionados?

R. La corrida se ha convertido en un espectáculo social. Prueba de ello es que una feria como San Isidro exhibe cada tarde el cartel de no hay billetes. No importa tanto quien toree como ir a los toros a dejarse ver. Para los aficionados de verdad no es buena época porque la fiesta se ha comercializado muchísimo, prima más el público que va a la plaza a ver a los toreros que ve en la televisión que el público que se interesa por la trayectoria de un torero.

P. A quién prefiere el empresario ¿Rivera Ordóñez o Esplá?

R. Normalmente, no coincide la calidad de un torero con la fama de papel cuché. Rivera Ordóñez, por ejemplo, artísticamente, no está considerado como máxima figura, pero tiene nombre, se mantiene y al empresario le resulta muy rentable porque lleva gente, queda bien en un cartel, es conocido y no tiene el caché elevado. En cambio, hay toreros de aficionados. Esplá lleva aficionados, pero no llena y no torea mucho porque su caché es muy alto. Lo que ocurre ahora va en perjuicio de toreros que empiezan, que no tienen mucho nombre y el empresario no les contrata porque cobra como Rivera Ordóñez.

P. ¿Hay convenio colectivo?

R. Hay unos honorarios mínimos fijados. En muchos pueblos, el Cordobés o Rivera Ordóñez cobran poco más de lo mínimo, porque les interesa sumar corridas y al empresario le conviene, se asegura el lleno.

P. ¿Se torea bien?

R. Mejor que nunca. La técnica se ha depurado y hay mucha competencia, casi 300 matadores de toros en España.

P. ¿Las escuelas sirven?

R. Son buenas siempre que los profesores no intenten imponer un modelo. Cada torero tiene su personalidad y le sale en la forma de torear. Para adquirir técnica y oficio es muy bueno, pero muchos de los que salen de la escuela son clones.

P. ¿Cómo torea usted?

R. Pausado, con pureza, lentamente, bajando la muleta, con el toro lo más sometido posible. Mi concepto del toreo es artístico. No concibo el toreo si no es creando belleza plástica.

P. ¿Torear no es un crimen?.

R..Acepto todas las críticas. Creo que quienes se manifiestan contra la fiesta reclamando su prohibición se quedan en la sangre y no profundizan en el toreo.

P. ¿Pasaron las horas bajas de las ganaderías?

R. La fiesta vive un gran momento. El toro está saliendo con más integridad que nunca, con más trapío y tamaño que nunca. Los ganaderos le están dando al toro casta para que se mueva más. Hubo una época en la que los toros se caían más de lo deseable.

P. ¿Son buenos los presidentes de las plazas?

R. Creo que la fiesta de los toros no debería estar intervenida por el Ministerio del Interior sino por el de Cultura, como espectáculo que es. Iría mejor la fiesta si se dejara en manos de quienes somos parte del espectáculo. Muchas veces, con buena fe, no han estado afortunados en decisiones que son fundamentales, como en el tercio de varas, donde creo que el presidente debe estar sometido a la voluntad del matador, que es quien se pone delante del toro y sabe mejor que nadie cómo es el animal.

P. Entre el estrado y la arena, ¿dónde hay más nobleza?

R. En el toro, es un animal y no es manipulable. Entre toro y torero hay un diálogo sin interferencias. Fuera de la lídia, como en todos los negocios, se mueven muchos intereses, es la vida misma, como en el derecho.