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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

BARENBOIM CREA ARMONÍA MÁS ALLÁ DE LA MÚSICA

El éxito del concierto que ofreció en el teatro de la Maestranza, de Sevilla, la orquesta del West Eastern Divan, formada por jóvenes judíos y musulmanes, demostró que el objetivo del director, el 'entendimiento individual', no está tan lejano

Margot Molina

Sonrisas, miradas de complicidad y caídas de ojos, con las que los jóvenes músicos recibían el beneplácito del maestro, eran los gestos que corroboraban lo que ya sabían los oídos. Daniel Barenboim, exultante de felicidad, dirigió la noche del sábado en Sevilla a una orquesta formada por 78 jóvenes: israelíes, de los países árabes de Oriente Próximo, españoles y marroquíes. El West Eastern Divan, un proyecto que pusieron en marcha hace cuatro años el director y pianista argentino de orígen judío y el escritor palestino Edward Said, presentó el resultado de tres semanas de ensayos y convivencia: armonía.

Barenboim probó, ante un teatro de la Maestranza totalmente lleno, que puede existir la paz entre los pueblos israelí y palestino. 'Esto es la demostración clara de que es posible. Estoy contento de que todos compartamos esta experiencia que, realmente, es única', dijo emocionado Barenboim desde el podio, justo antes de entonar las primeras notas de la Sinfonía número 5 de Beethoven. 'Estoy tan conmovido como cada uno de vosotros. Todos los días leemos en la prensa y vemos en la televisión gente que se mata, que sufre; sin embargo, aquí hemos encontrado una armonía no institucional, no política, sino individual que nace para servir a la música', añadió el pianista, que es director de la Orquesta de la Ópera Estatal de Berlín y de la Sinfónica de Chicago. El público se puso en pie y contestó las palabras de Barenboim con una ovación cerrada.

En el teatro de la Maestranza no faltaron los políticos. El secretario general del Congreso de la Unión Europea, Javier Solana; el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y varios consejeros de su Gobierno estuvieron allí. Pero la presencia institucional se diluyó en la emoción del público que, además de buena música, asistió a otro espectáculo menos frecuente: una muestra de tolerancia.

'El unísono con el que arranca Leonore -la obertura de Beethoven que dio comienzo al concierto- se mantiene y va creciendo. Esto, que es muy difícil incluso para una orquesta estable, es increíble ver cómo Barenboim lo ha conseguido en menos de tres semanas', comentaba el crítico Carlos Tarín. Aunque con menos fundamento teórico, la opinión de Tarín era general entre el público.

Dos bises tuvo que ofrecer Barenboim antes de que los aficionados le dejaran retirarse. Tras 15 minutos de aplausos, incluidas las palmas por sevillanas, la orquesta interpretó Rosamunda, de Schubert, y la obertura de El barbero de Sevilla. Pero a los chicos, que tienen entre 13 y 26 años, todavía les quedaba repertorio. Después del concierto celebraron una pequeña fiesta, en el mismo teatro sevillano, en la que cada uno ofreció una muestra de la música de su país.

La Consejería de Cultura y la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, anfitriones del proyecto que España ha acogido por primera vez, han ofrecido Sevilla como sede permanente para el taller del West Eastern Divan. Aunque la respuesta no es aún oficial, 'todo indica que se quedarán. Falta acordar el número de becas y las cuantías', comentó Bernardino León, director de la fundación.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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