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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

SÔBER RECORRE EL PAÍS CON SU ROCK OSCURO Y SU APETITO VORAZ

El cuarteto madrileño despliega naturalidad y buen rollo, amor a la comida y a Ozzy Osbourne. A punto de lograr el disco de oro con 'Paradysso', su último concierto, en Las Palmas de Gran Canaria, enloqueció a 4.000 seguidores

Pese a las propagandas tremendistas, lo de 'sexo, drogas y rock and roll' se ha quedado casi tan antiguo como lo del 'agua, azucarillos y aguardiente'. En el caso del grupo madrileño Sôber, tal vez el enunciado más apropiado fuera 'risas, papeo y dark rock', llevado siempre con naturalidad y buen rollo. Juan Carlos Escobedo, de 26 años, bajo y voz; su hermano Jorge, guitarrista, de 30; Antonio Bernardini, también guitarrista y de 30, y el batería Alberto Madrid, de 30, sobrevuelan el Atlántico para llevar ese mensaje a las Canarias, paraíso en el que nunca antes habían tocado, pero desde donde les llueven e-mails de fans enloquecidos por este cuarteto cuyas influencias musicales van, como explica Jorge, el más pequeño en tamaño y también el más inquieto, 'del rock al heavy'. No en vano se confiesan admiradores de bandas como Barón Rojo y, a la vez, de los penúltimos mesías del metal: Tool.

Por exigencias del festival, la banda tendrá que estar un día más en la isla. ¿Veinticuatro horas libres en Canarias? Tiempo para ir a la playa y pasear sus adustos cuerpos, que exhiben el genuino color verde del madrileño, envueltos siempre en negro. Antonio confiesa que ya va directamente a las tiendas de deportes y se compra las camisetas negras de veinte en veinte: 'En cuanto se ponen grises las tiro'.

Sôber llevan casi diez años peleando por un sueño sin desviarse del objetivo estético trazado, y saltando de sello en sello, hasta que por fin una compañía grande, Muxxic, ha puesto los medios necesarios para que, en tiempos de claro retroceso musical, pongan sus canciones en la anhelada vía que hace que la música salga del entorno de los creadores y llegue al gran público. Los resultados son prístinos: rozan ya el disco de oro con su cuarto disco, Paradysso -50.000 copias legales vendidas en un país abordado por los piratas discográficos- y más de ochenta galas en 2002, primer año triunfal de OT.

Pero, antes de nada, hay que comer. La organización ha dispuesto un menú en un restaurante concertado. Al llegar, Jorge echa un vistazo al local, arquea la ceja y exclama: 'Mucho diseño, ¿no?'. Millán, manager del grupo, confiesa: 'No fuman, ni beben, ni suelen desparramar en las galas. Pero con los hoteles y los restaurantes son muy especiales'. Para olvidar la frustración culinaria, el grupo se disgrega, ocupándose unos en la siesta, otros en la sauna del hotel y alguno hasta en el gimnasio. La revancha llega a la hora de la cena, cuando se asalta un restaurante más típico y se pide de todo, más un pescado de seis kilos que al final se quedará a medias. La cuenta, claro, lleva escondido un clavo. Pero ¿qué más dan los ceros cuando se lleva el estómago lleno, se es joven y a uno le gusta Ozzy Osbourne? Resultado: el cuarteto y los miembros de su equipo salen a bajar el pez de los seis kilos, buscando por la isla el tesoro más preciado por los rockeros: un bar donde, en lugar de tecno y Aserejé, OT o salsa pongan música rock.

Como no todo en las islas es sabor latino, los jóvenes de Gran Canaria se disponen a disfrutar de la estruendosa música de los portorriqueños La Secta, los argentinos Super Ratones, Sôber, Amaral y Dover en el Infecar, recinto situado en la Ciudad Alta de Las Palmas. Hay 4.000 chavales que combinan el tostado del verano con sus mejores galas alternativas y muchos de ellos están por Sôber, como expresan con sus gritos de ánimo media hora antes de que salga el grupo. El cuarteto vela armas en un camerino aromatizado con incienso. Los cuatro llevan muchos años tocando juntos y eso se nota. Apenan necesitan escucharse para empastar y ofrecer un repertorio duro y lleno de letras en las que la seriedad y las emociones se tiñen siempre de oscuridad. Juan Carlos, cantante y letrista, ha explicado antes: 'Sólo escribo letras que me creo cuando estoy pasando un momento bajo. Entonces me salen las letras con fluidez, e incluso me levanto a las siete de la mañana a escribir canciones'.

Desde luego, el público canario, enloquecido con los temas del grupo, demuestra que, hoy por hoy, hay mucha audiencia potencial dispuesta a comprometerse con la oscuridad de Sôber. El grupo ha triunfado en Canarias y tanto ellos como el manager, como la multitud de chavales que ha entrado al camerino a pedirles un autógrafo están de acuerdo en que el grupo volverá pronto. Está claro, Sôber están en racha.

El cantante del grupo Sôber, durante su actuación del viernes.
El cantante del grupo Sôber, durante su actuación del viernes.AM2G

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