El difícil reto de salvar la Tierra
Seis mil millones de seres humanos están sometiendo al planeta a una presión incontrolada y tan fuerte que el futuro de la humanidad adquiere tintes muy oscuros si no se reconduce la actividad de esta especie, capaz como ninguna otra de explotar sin límites los recursos. La idea es que el desarrollo socioeconómico y el medio ambiente no deben ser enemigos, sino cómplices. A eso se le llama desarrollo sostenible. Y para avanzar hacia esta nueva forma de comportamiento global se reúnen, a partir de mañana y hasta el día 4 de septiembre, en Johanesburgo (Suráfrica), los líderes de todo el mundo en la Cumbre de la ONU sobre Desarrollo Sostenible.
La conferencia se ha apodado ya Río+10 por celebrarse justo una década después de la primera Cumbre de la Tierra, que en 1992 lanzó desde Río de Janeiro la voz de alarma sobre los acuciantes problemas globales de desarrollo y medio ambiente, y que intentó encaminar acuerdos y medidas internacionales para hacerles frente.
La conferencia abordará cinco problemas claves: agua, energía, salud, agricultura y biodiversidad, entrelazados sobre el tapiz de la lucha contra la pobreza y la defensa del medio ambiente
La pugna entre quienes exigen compromisos y quienes prefieren que la cosa quede en declaraciones de buenas intenciones protagonizará los debates
'La UE debe asumir el liderazgo y garantizar que en Johanesburgo el mundo pase de las palabras a los hechos', dice la comisaria Margot Walström
EE UU ha dicho que su estrategia será conservadora, intentando evitar cualquier cambio de acuerdos internacionales sobre el comercio o la ayuda al desarrollo
Escasez de agua y de energía, pobreza y desigualdad, deficiencias sanitarias graves, sobrepoblación y explotación incontrolada de recursos naturales son males que exigen un remedio urgente, advierte Naciones Unidas.
'Tenemos que pasar del actual modelo de desarrollo al de desarrollo sostenible, o corremos el riesgo de poner en mayor peligro aún a la humanidad', ha declarado Nitin Desai, subsecretario general de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas y secretario general de esta segunda Cumbre de la Tierra. Las sesiones girarán en torno a cinco problemas claves: agua, energía, salud, agricultura y biodiversidad, todo ello entrelazado sobre el tapiz de la lucha contra la pobreza (con especial atención a África) y la defensa del medio ambiente.
La asistencia de un centenar de jefes de Estado y de Gobierno (incluidos los más altos dignatarios europeos), miles de delegados de 180 países, organismos internacionales, representantes de entidades sociales y económicas, y centenares de organizaciones no gubernamentales convertirán esta cumbre, con más de 50.000 participantes según las previsiones de la ONU, en una de las conferencias más multitudinarias que se hayan celebrado jamás. Decenas de actos paralelos extenderán el alcance de la reunión más allá de las sesiones oficiales.
'La Cumbre sobre Desarrollo Sostenible representa tanto una oportunidad como una responsabilidad para los líderes mundiales. El reto es poner en práctica las promesas de la Cumbre de la Tierra de Río y los Objetivos de Desarrollo del Milenio para erradicar la pobreza y mejorar los niveles de vida basándose en patrones de producción y consumo sostenible, así como asegurar que los beneficios de la globalización son compartidos por todos', señala la declaración formal de la UE ante la cumbre. Ante la conferencia, la Europa comunitaria aspira a lograr que se adopten objetivos cuantificables y calendarios, así como mecanismos para vigilar que se cumplan esos objetivos.
Una oportunidad, un reto
Pero la pugna entre quienes exigen que en Johanesburgo se alcancen compromisos concretos de actuación y quienes prefieren que la cosa quede en simples declaraciones de buenas intenciones protagonizará los debates y negociaciones, que alcanzarán su máximo nivel durante los días 2, 3 y 4 de septiembre, con la asistencia de los jefes de Estado, de Gobierno y los ministros. De entrada, el presidente estadounidense, George Bush, ha anunciado ya que no asistirá, pese a que su padre, ocupando el mismo cargo hace 10 años, acudió a Río. En esta ocasión, Washington estará representado por el secretario de Estado, Colin Powell.
La ONU espera que en la cumbre se logre una declaración política en la que los países se comprometan a tomar las medidas necesarias para hacer del desarrollo sostenible una realidad, un plan de acción negociado por los Gobiernos sobre las medidas a tomar en áreas específicas, y acuerdos para poner en marcha las iniciativas de desarrollo sostenible a escala internacional, nacional y regional.
Los retos parecen colosales, y ni siquiera los más entusiastas afrontan la cita de Suráfrica con excesivo optimismo. Al fin y al cabo, ¿qué quedó de la Cumbre de Río de hace 10 años, pese a la euforia que la rodeó?
Muchos veteranos de aquella conferencia consideran que tuvo un efecto positivo porque colocó en la agenda mundial muchas cuestiones que hasta entonces sólo parecían importarles a los defensores del medio ambiente. 'Río supuso un gran cambio en términos de actitud. Hoy día no hay que defender la causa de la integración del medio ambiente y el desarrollo', afirma Desai.
De aquella cumbre histórica arrancaron tres convenciones internacionales de medio ambiente: la de cambio climático, la de biodiversidad y la de desertificación, más la Agenda 21 de Desarrollo Sostenible. Una década después, el balance de los avances no es optimista.
La Convención de Cambio Climático, con su Protocolo de Kioto sobre reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento del planeta, es la más avanzada. Aun así llega a Johanesburgo sin el protocolo en vigor debido al retraso en los trámites de ratificación de algunos países que ya han comprometido su apoyo. De cualquier forma, EE UU ha renunciado a este acuerdo, lo que reduce considerablemente su efectividad. Más atascada está la Convención de Biodiversidad, que sólo tiene acordado el Protocolo de Cartagena sobre bioseguridad. La Convención para la Lucha contra la Desertificación ni siquiera se aprobó en Río: hubo que esperar hasta 1994 y entró en vigor en 1996.
En cuanto a la Agenda 21 de Desarrollo Sostenible, el secretario de la cumbre resume: 'Hemos visto muchas iniciativas muy innovadoras a pequeña escala, pero necesitamos avanzar hacia proyectos a gran escala'.
La conferencia viene precedida por cuatro sesiones preparatorias, la última de ellas celebrada en Bali (Indonesia) a principios de junio. De estas reuniones han salido borradores de lo que pueden ser los acuerdos de Johanesburgo, pero muchas ONG han denunciado que estas negociaciones han ido derivando hacia objetivos cada vez más vagos.
'Creo que lo que hemos logrado aquí nos encamina en una buena posición hacia el éxito en Johanesburgo. Muchos creerán que podríamos haberlo hecho mejor. Estoy completamente de acuerdo, pero ésta es la naturaleza de las negociaciones multilaterales', reconocía tras la reunión de Bali la ministra de Medio Ambiente británica, Margaret Beckett, y señalaba: 'No tiene sentido buscar un culpable, las diferencias son reales', aunque 'hay una tremenda voluntad de acortar distancias'.
Estas distancias se manifiestan entre la presión de las organizaciones no gubernamentales dispuestas a pelear por resultados específicos que obliguen a los Gobiernos y los países más reacios a comprometerse, como Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia. Washington ha comunicado que su estrategia en la cumbre será conservadora, intentando evitar cualquier cambio de acuerdos internacionales sobre el comercio o la ayuda al desarrollo.
Por su parte, los países en vías de desarrollo acuden a Johanesburgo con escasa cohesión entre ellos y pocas propuestas.
El liderazgo de la UE
La UE quiere mantener su papel de liderazgo internacional en las políticas medioambientales globales, y presentará y apoyará iniciativas en los grandes temas de negociación: agua, energía, salud, consumo y producción sostenible, recursos naturales y biodiversidad, globalización económica y comercio, y ayuda al desarrollo. Como muestra del interés por los objetivos del desarrollo sostenible, la representación de la mayoría de los países de la UE será al más alto nivel. Así han anunciado su asistencia el presidente francés, Jacques Chirac, y el finlandés, Tarja Halonen, así como nueve jefes de Gobierno, incluidos el alemán Gerhard Schröder, el italiano Silvio Berlusconi y el danés Anders Fogh Rasmussen, que preside la UE este semestre.
Sólo España, Luxemburgo, Grecia y Austria estarán en la ocasión representadas a un nivel inferior, con ministros como máximos responsables de las delegaciones. En concreto, el Gobierno español ha sido acusado por las organizaciones no gubernamentales de pasividad y falta de interés por la cumbre, recordando que ni siquiera está aprobada la Estrategia Española de Desarrollo Sostenible. La delegación estará integrada por 38 personas y encabezada por el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas.
Cristina Narbona, secretaria de Medio Ambiente del PSOE, denunciaba esta semana: 'El Gobierno no presta la debida atención al desarrollo sostenible, y prueba de ello es la anunciada ausencia de José María Aznar en la cumbre debido a razones de agenda personal'.
La comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Walström, ha dejado claro que 'la Unión Europea debe asumir el liderazgo y garantizar que en Johanesburgo el mundo pase de las palabras a los hechos. Tenemos que hacer oír nuestra impaciencia en el ámbito mundial'.
Demandas de las organizaciones sociales españolas
FRENTE A LA PASIVIDAD de la representación oficial de España ante la Cumbre de Johanesburgo, 11 organizaciones sociales españolas han aunado fuerzas y han presentado una propuesta de objetivos detallados para la conferencia. Las organizaciones implicadas, desde grupos ecologistas hasta sindicatos y asociaciones de vecinos y de consumidores, han constituido el Foro Social por la Sostenibilidad, y sus demandas se centran en: energía, agua, comercio, responsabilidad corporativa, recursos forestales y marinos, ayuda al desarrollo, empleo y consumo. En todas estas cuestiones se reclama que la UE asuma un papel destacado, y se piden tanto compromisos globales como modificaciones de políticas europeas. Por ejemplo, en comercio internacional -'regido actualmente por reglas y prácticas que están llevando al fracaso a los pobres del planeta y destruyendo los recursos naturales', apunta el Foro Social- se pide a los Quince que den ejemplo y acuerden 'un calendario para eliminar los subsidios a las exportaciones agrícolas, reorientándolas hacia una agricultura ecológica u otras formas de producción sostenible. En el capítulo de la energía se apoya el objetivo de lograr que en 2010 el 10% de la energía primaria en el mundo se obtenga a partir de nuevas fuentes renovables. En el problema del agua se propone una gestión integrada de las cuencas hidrográficas para el 80% de los ríos y lagos mundiales, y medidas de ahorro. Para proteger los recursos forestales y marinos se pide un protocolo internacional de conservación y usos sostenibles de los bosques con una red mundial de áreas forestales protegidas. Asimismo deben alcanzarse acuerdos internacionales para proteger los hábitats marinos y avanzar hacia la explotación pesquera sostenible. En la ayuda al desarrollo, el Foro Social pide calendarios y compromisos con los recursos necesarios. Un capítulo importante de la propuesta se refiere al empleo, destacando la necesidad de incrementar las medidas para mejorar la educación, la capacitación y el adiestramiento profesional de los trabajadores, especialmente en los ámbitos de salud y seguridad en el trabajo y medio ambiente. También reclaman medidas para un consumo sostenible, ético y saludable.
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