La gran mentira
El autor explica las razones del PNV para votar contra la ilegalización de Batasuna, en el tercer artículo de la serie sobre el proceso para dejar fuera de la ley esta formación política.
No hay mayor perversión para un sistema democrático que la aprobación de leyes en función de los intereses puntuales, partidistas y, sobre todo, electoralistas de la fuerza política que en cada momento está en el poder. Esto es lo que, hoy por hoy, con la complicidad del Partido Socialista, está haciendo el Partido Popular al impulsar la aprobación de una ley cuyo objetivo anunciado es Batasuna.
Y la perversión es aún mayor cuando, como prueba definitiva, PP y PSOE esgrimen un comunicado de ETA. Uno más, del mismo tono y contenido que otras decenas de este grupo cuya única tarjeta de presentación es el chantaje, el amedrentamiento y la muerte. Un comunicado que sólo merece para la inmensa mayoría de los vascos el desprecio y para los nacionalistas vascos la repugnancia ética, moral y política más absoluta, además, por la pretendida confusión que provocan con la 'utilización de supuestos objetivos nacionalistas'.
Para el PP y el PSOE, los comunicados, las elucubraciones de ETA, tienen valor probatorio
Con la ilegalización serán muchos más los que se sientan tentados por la lucha armada
Tampoco extraña al Partido Nacionalista Vasco esta paradoja. Desde que el Partido Popular está en el poder, los comunicados de ETA han tenido siempre, para ellos, y también para el PSOE, muchísima mayor credibilidad que los posicionamientos y declaraciones del Partido Nacionalista Vasco y del Gobierno vasco, silenciados vergonzosamente. No hay que remontarse mucho en el tiempo y basta solamente seguir las declaraciones de Mayor Oreja y del propio Aznar desde 1997.
Lo novedoso es que ahora también los comunicados, las elucubraciones vergonzantes de ETA, tienen valor probatorio. ETA, sin duda, estará contenta. Además de seguir haciendo lo único que sabe, matar, su palabra es ley para el Partido Popular y para el Partido Socialista.
Éste es el panorama previo a una fecha que Aznar quiere que sea histórica, el 26 de agosto de 2002. Aznar ha convocado un espectáculo que será retransmitido en directo a todos y cada uno de los habitantes del Estado. ¡Primero el Congreso y luego el Senado! ¡Menudo montaje a mayor gloria de ETA!
Cada día que pasa uno tiene la impresión de que los análisis que hace el PP de la sociedad vasca se alejan más y más de la realidad. Y no es fruto de la ensoñación, sino de una estrategia deliberada. Pero ni Euskadi es un invento nacionalista ni el problema del terrorismo desaparecerá con la presunta ilegalización de Batasuna.
Es como el cuento al revés que alguno, de tanto relatarlo, termina por creérselo, aunque en este caso se apliquen altavoces al vecindario con la intención de que todos nos lo terminemos asumiéndolo. Lo mismo ocurrió en la pasada contienda electoral vasca. Llegaba la hora de la reconquista, de arrojar al mar a los nacionalistas gobernantes. El pueblo iba a hablar y... habló. Y luego se acusó a la mayoría de la sociedad vasca de falta de madurez.
Quien no quiere aprender de los errores del pasado termina por volverlos a cometer en el futuro. Y tal vaticinio se presenta hoy con la ansiada pretensión de populares y socialistas de ilegalizar Batasuna.
Porque la pregunta que cualquier ciudadano español debiera hacerse es la siguiente: ¿ilegalizando Batasuna se acabará con el terrorismo? Al parecer, una importante mayoría de la opinión pública española, según indican las encuestas que maneja el Gobierno español, está persuadida de que la ilegalización de Batasuna ayudará a derrotar a ETA. Por el contrario, en Euskadi, también los estudios sociológicos verifican que la respuesta de los vascos es proporcionalmente la contraria a la obtenida en el resto de la Península.
Y no habrá tertulia o desaforado cónclave de pesebreros de la opinión que nieguen legitimidad a la mayoría social vasca a la hora de opinar sobre una materia, sobre una decisión, que única y exclusivamente les va a afectar a los vascos y a las vascas. Porque, se quiera o no, la ilegalización de Batasuna es una medida excepcional que sólo tiene un destino, Euskadi.
Pero, volviendo a la pregunta -¿ayudará la ilegalización de Batasuna a la erradicación del terrorismo?-, es curioso que haya llegado también de círculos policiales una respuesta sensata. La ilegalización de Batasuna no será de ayuda en la lucha contra ETA; más bien al contrario, dejará el camino libre de la ilegalidad y del delito a quienes de facto se encuentren en esa nueva situación de proscritos.
Dicen los entendidos que cuando se modificó el Código Penal para tipificar como 'pertenencia a banda armada' lo que antes era una simple 'colaboración' con la misma, el número de comandos legales de ETA se incrementó sensiblemente, porque, de facto, las condenas eran las mismas para quienes prestaban un coche para una huida o un piso para un escondite que para quien identificaba futuras víctimas o colocaba distintos artefactos. Así surgieron taldes-comandos de apoyo hasta entonces inexistentes, nuevas células que terminarían por atentar abiertamente y engrosar el listado de militantes activos.
Dicen igualmente los mencionados medios, próximos a la seguridad, que cuando el Código Penal modificó las penas en materia de lucha callejera igualándolas a las de terrorismo, los activistas de la kale borroka dieron el paso definitivo de empuñar una pistola o colocar una bomba lapa en lugar de incendiar un cajero.
A condenas iguales, la respuesta era sencilla, y quien se sintió activista del MLNV dejó a un lado el pasamontañas para integrarse en un comando y en una nueva dinámica. Ahora, el paso siguiente. Y si tras la tregua fueron varios centenares los jóvenes radicales que se incorporaron a ETA (muchos de ellos con juicios pendientes por actos de kale borroka), hoy, con la ilegalización de ese magma social que representa, según las últimas elecciones, a más de 140.000 vascos, serán muchos más los que se sientan tentados de dar el paso definitivo hacia la lucha armada.
Eso lo saben Aznar y Rajoy, y también Mayor Oreja. Pero lo ocultan a la opinión pública española. ¿Por qué? Porque para ellos el País Vasco no es sino un buen campo de pruebas del que sacan un rendimiento electoral en el Estado que muchos no llegamos a entender. Porque zumbar al vasco y al nacionalista está bien visto, porque aquí existe una miserable lucha por un puñado de votos y porque, al igual que en el pasado, existe una conciencia enfermiza que pretende, al fin, rubricar en su cuaderno azul la cita de 'perdomuit feroces vascones' (... y sometió a los vascos).
Desde Euskadi, interpretaciones legales aparte, creemos que el intento de ilegalizar Batasuna es un punto más de una estrategia para desestabilizar nuestro país y, desde el caos, procurar la derrota no de ETA, sino del nacionalismo. Es un desprecio a la pluralidad y a la libre expresión de las ideas, por mucho que la sinrazón de ETA haga más difícil comprender que en Euskadi hay mucho más y que no tiene que ver con la violencia.
Y con otras nuevas elecciones a muy poco meses. Poco antes de las elecciones autonómicas vascas se firmó el fracasado pacto antiterrorista PP-PSOE, que tenía un objetivo electoral, fijado en los comicios autonómicos del 13 de mayo del 2001 y en derrocar a Ibarretxe. Nos encontramos, sin duda, ante la segunda parte de aquel pacto fracasado y el objetivo es el mismo para Aznar, ganar unas elecciones, en este caso las municipales en Euskadi. Y si no, que nos expliquen por qué después de tanto tiempo el PP tiene tanta prisa en ilegalizar Batasuna.
El Partido Popular tendrá ya en su poder, sin duda, análisis exhaustivos de cómo quedaría el mapa político en los ayuntamientos de Euskadi sin Batasuna. Y si en los próximos meses llegan a la conclusión de que no van a poder ganar -estarán haciendo ya sus cálculos y encuestas-, tengo para mí que barajarán entre los escenarios a aplicar impedir que se celebren las elecciones municipales en Euskadi e incluso suspender la autonomía vasca y recuperar competencias.
En Euskadi estamos persuadidos -no sólo los nacionalistas- de que el final de ETA vendrá propiciado, además de por la persecución de los delitos y del terrorismo por parte del Estado de derecho, por el fortalecimiento del diálogo y de la acción política. Porque a más política, a más Batasuna o más compromiso político-institucional (se demostró en la tregua), menor ETA, y a menor Batasuna, mayor ETA.
Eso mismo -la necesidad de diálogo y acción política- lo repiten en privado dirigentes y militantes socialistas vascos que, a pesar del sufrimiento que padecen por el azote del terror, no terminan de entender qué demonios pinta su partido chupando rueda de una estrategia que ya se ha demostrado que está condenada al fracaso. Sin poder salir de la presión obscena del PP.
El mensaje que por activa y por pasiva se nos traslada es que 'el desmarque llegará cuando Zapatero gane'. Necesitan ganar para emprender una nueva vía de acercamiento. Pero, mientras tanto, a aguantar el chaparrón, aunque la riada les vuelva a pasar factura en sus ya dañadas cuentas electorales vascas. Y eso significa no arriesgar ni un milímetro ni habilitar un solo espacio de entendimiento con el PNV.
Éste es el escenario del PP. Los demás, a afrontar la nueva embestida de desestabilización, de crispación política. No les duelen prendas al mezclar traspaso de competencias con lucha antiterrorista. El objetivo de algunos -ETA y PP, ¿los dos el mismo?- es que cuanto peor estén -estemos- en Euskadi, mejor para el 'patriotismo constitucional'. Y en ello volverán a empeñar todas sus baterías sin importarles lo más mínimo que los vientos sembrados hoy recogerán tempestades mañana.
Los nacionalistas vascos no debemos a ETA sino sufrimiento, dolor y desprecio por el daño que está haciendo a nuestro país. A Batasuna no le debemos nada, salvo el reconocimiento de la legitimidad que le dan los votos. Un respaldo social que empieza a desmoronarse y que, democráticamente, estamos dispuestos a seguir provocando hasta alcanzar una sociedad normalizada totalmente.
No somos los abogados defensores de Batasuna. Ni antes ni ahora. Ni lo seremos nunca. Si algo ha demostrado Batasuna es falta de coraje. Y miedo. Miedo a soltar amarras. Políticamente, estoy convencido, nos consideran sus principales enemigos y somos, por ello, su principal objetivo.
Queremos que sean las urnas, y no una ley de excepción, las que dejen a Batasuna sin terreno de juego. Ésa es nuestra apuesta decidida. Apuesta democrática y sincera. Alguno, como el señor Iturgaiz, cree que por decir esto somos 'esbirros' de ETA. Quien lo crea, quien crea que con ilegalizar Batasuna se acabará con el terrorismo, quien crea que así se dará un paso hacia la paz, está en su derecho. Pero en esa gran mentira que algunos se aprestan a fabricar, que no cuenten con el PNV.
Mañana, Josep Antoni Duran Lleida, presidente del Comité de Gobierno de UDC y secretario general de CiU.
Íñigo Urkullu Renteria es presidente de la ejecutiva de Vizcaya del PNV.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.