Cernuda, poeta de la sociedad contemporánea
García Montero dirige un curso en la UIMP sobre 'La realidad y el deseo'
Luis Cernuda, el poeta que estaba aparte de todo, el escritor de los mundos propios mermados en un mundo hostil, regresa con toda su fuerza en el año del centenario de su nacimiento. 'Su sentido de la poesía es perfecto para la sociedad contemporánea', afirma Luis García Montero, poeta también y director del curso Realidades y deseos de Luis Cernuda, que se celebra esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander.
En las clases, que se celebran entre ayer y el viernes, se desnuda al artista radical, abrecaminos; al sufriente bicho raro, autor de La realidad y el deseo, miembro fundamental de la generación del 27, y se analizan los aspectos fundamentales de su vida y su obra, como la guerra, el exilio, su pertenencia al grupo poético más rompedor de la literatura española en el siglo XX, un grupo en el que se reconoció su huella. 'Cernuda alimentó siempre la leyenda de su soledad y la incomprensión, pero no era cierta', afirma García Montero. Lo prueba el homenaje que se le hizo con motivo de la aparición de La realidad y el deseo, en el que participaron desde Federico García Lorca a Pablo Neruda.
Fue un pionero de la 'conciencia radical', dice el director del curso, un rasgo que le hace poeta de hoy. 'Su reivindicación de la homosexualidad como un orgullo fue fundamental', afirma. Fueron rasgos que, como el exilio, primero imaginado, voluntario, en sí mismo, y, después, real, 'porque no había sitio para él en la España franquista', dice García Montero, van a ser desgranados esta semana en el Palacio de la Magdalena.
Lo mismo que sus influencias. 'Las francesas de Mallarmé y su poesía pura, que le acercaron a Jorge Guillén; los surrealistas, determinantes en su mundo; o André Gide, precursor de una visión del mundo sensual, por un lado. También las inglesas de Woolworth y Coleridge, poetas a los que se acercó durante el exilio en Londres, que abrieron su obra a un ámbito de reflexión moral y a la meditación', juzga el poeta granadino. Y, cómo no, las españolas: 'Él se formó con Pedro Salinas y éste la acercó a la poesía de Juan Ramón Jiménez', dice García Montero.
Precisamente de su compañero de generación se presentaron ayer en la UIMP las Cartas a Katherine Whitmore (Tusquets), la mujer a quien parece que Salinas dedicó La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento, su crucial trilogía amorosa. Son 151 misivas escritas por el poeta para esta mujer a la que conoció ya casado y que era una hispanista norteamericana que amplió sus estudios en Madrid en la época de la Segunda República. Su contenido se conoció en 1999: por expreso deseo de ella -que las legó a la biblioteca Houghton en 1979, tres años antes de su muerte- no se pudieron consultar hasta entonces.
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