Inmisericordes
No quisiera que escuchasen ustedes a Bono, menos que le admitiesen, cuando dice que hay que ser 'inmisericorde contra ETA como se fue con la Baader-Meinhof'. Misericordia es una voz civil formada de 'cor', o corazón, víscera curiosa a la que se atribuye todo lo bueno -amor, piedad, inteligencia-, aunque no sea verdad, y 'miser', desdichado. En el sentido cristiano, el misericordioso es Dios, que 'perdonará tus faltas porque su misericordia es infinita'. El ejemplo que pone el presidente de Castilla-La Mancha es el de un crimen. En 1976 murió en una celda blindada Ulrike Meinhof: al año siguiente, y en las mismas condiciones de aislamiento, murieron Baader, Enselin y Raspe, todos condenados a cadena perpetua, porque en la misericorde Alemania no hay pena de muerte. Los libros de historia pudorosos dicen que estas muertes se produjeron 'en circunstancias no aclaradas'. Es decir, se creyó que fueron asesinados, y la explicación de una serie de suicidios no convenció a nadie. Probablemente, muchos creyeron que la verdadera forma de acabar con los atentados de una banda izquierdista era matarlos. Supongo que uno de ellos era Bono y por eso la propone ahora, con algunas contradicciones -la equipara al IRA, que no ha terminado y que se acaba por negociaciones- y con las Brigadas Rojas en Italia, en las cuales hubo también muertos 'en circunstancias no aclaradas'.
La ventaja de Bono sobre quienes piensan así es que lo explica claramente con la palabra 'inmisericorde', que ya ha alarmado a algunos católicos, a algunos demócratas y, en fin, a muchos ateos de los que creen que una sociedad se distingue, entre otras cosas, por su misericordia. Creo que ya no quedan esos santones laicos que se produjeron en el siglo XIX y se realizaron en el XX, porque ya se cree que es la sociedad mundial la que no permite la misericordia. El muchacho que mató de 50 puñaladas a la chica que prefirió a otro, los 44 inmigrantes asesinados en Madrid este año, formalizan esta idea. Pero algunos creemos todavía que los inmisericordes son los miembros de ETA que matan o mandan matar por una alucinación patriótica y territorial, o idiomática o no se qué; pero un Estado no puede serlo. Es la diferencia: unos quieren matar, otros no queremos que maten, ni el juez ni el desesperado.
Me inquieta este pensamiento en quien puede ser jefe de Gobierno, una vez que se quite de en medio al duquesito torero, que le será fácil. No quiero un demócrata inmisericorde: prefiero un dictador misericordioso.
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