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Condena de 4 años para una mujer que secuestró al abogado de su ex marido

La Audiencia de Madrid ha condenado a una mujer, Rosario F. H., de 43 años de edad, y a su hijo, Carlos H. F., de 26, a cuatro años y medio de prisión por secuestrar y lesionar al abogado del ex marido de la acusada y padre del joven para vengarse de él por su actuación profesional en la mediación de su separación matrimonial.

El abogado defendió los intereses de Francisco H. G. en los contenciosos que éste y su ex esposa Rosario mantenían. La mujer se sentía perjudicada y maltratada por la actuación del letrado, ya que fue excluida del reparto de las más importantes ganancias obtenidas por la pareja, y separada del cuidado y custodia de sus hijos menores.

Asimismo, la Audiencia madrileña ha condenado a Ángel León R. T., de 37 años de edad y actual compañero sentimental de la imputada, a cinco años de cárcel por su participación en los mismos hechos. La sentencia señala que poco antes de las seis de la tarde del 5 de abril de 2000, Miguel J. S., representante legal de Francisco, acudió a la empresa Cibeles, que explotaba un negocio de tarot y adivinación a través de líneas telefónicas, para tratar con sus responsables de la viabilidad de la compañía.

El letrado mantuvo un encuentro profesional con la ex mujer de su cliente, que había ingerido gran cantidad de bebidas alcohólicas, en presencia del hijo de ésta, Carlos y del compañero sentimental de la procesada, Ángel León.

En un momento dado, los tres inmovilizaron al abogado, le ataron con cinta adhesiva y cuerdas, y le amordazaron. Al cabo de un tiempo, Miguel J. S. se percató de que su teléfono móvil permanecía abierto, ya que cuando fue atacado estaba manteniendo una conversación con una compañera de trabajo de Barcelona, que se vio interrumpida por el asalto.

Nervios y contusiones

El letrado aprovechó esa circunstancia para pedir auxilio a través del celular. La joven, que escuchó al otro lado del teléfono gritos de auxilio de su compañero, quien también le indicaba la dirección donde se encontraba detenido ilegalmente, alertó a la policía para informarles del suceso. Mientras tanto, Virginia A. R., una empleada de la empresa Cibeles, entró en varias ocasiones a la estancia donde estaba recluido el abogado para supervisar su estado. Cuando los efectivos policiales llegaron al lugar, esta trabajadora negó que Miguel se encontrara allí, y les sugirió la posibilidad de que el abogado hubiera regresado a Barcelona.

Los agentes no la creyeron y decidieron interrogar a los responsables de la compañía, momento que aprovechó el retenido para desatarse de sus ligaduras.

La policía logró acceder a la habitación en la que el letrado había estado secuestrado y comprobó que éste aún tenía las marcas de las cuerdas en sus manos y que, además, presentaba numerosas contusiones y un estado de gran nerviosismo y desesperación.

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