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Reportaje:

La caída de las bolsas hace historia

El mercado español vive su tercer ciclo más negativo, sólo superado por la crisis del petróleo de los años setenta

El difícil momento por el que pasan las bolsas mundiales está haciendo historia. Después de años de grandes subidas se suceden varios ejercicios de caídas. En el mercado español, sólo en otras dos ocasiones se han conocido tres años consecutivos de pérdidas en los índices. Una visión histórica de los ciclos de los mercados que puede ayudar al inversor, ahora huérfano de referencias, a iniciar estrategias para su ahorro basadas en el pasado.

Tras las crisis bursátiles más severas, los mercados han iniciado largos periodos de subidas. Caídas y alzas tienden a concentrarse
Que en la Bolsa se gana siempre a largo plazo es un mito. Quien invirtió en 1973 debió esperar hasta 1986 sólo para recuperar el dinero
Con sus estudios sobre los ciclos en Bolsa, Santiago Fernández Valbuena espera una Bolsa plana, aunque positiva, hasta 2010

El comportamiento de la Bolsa durante este verano ha sido un claro ejemplo del desconcierto. Subidas máximas y pronunciados descensos se sucedían con pintorescas explicaciones intentando justificar la falta de un rumbo claro. Esta misma semana, el mantenimiento de los tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense en el 1,75% ha sido capaz de dar un varapalo a los mercados para, en una posterior reelectura, servir de argumento a una fuerte subida.

En esta situación de extrema volatilidad de las acciones una visión histórica de los mercados puede ayudar a la toma de decisiones y escapar de la irracionalidad actual. El siglo largo de historia de las bolsas es un apoyo para los que gustan de hacer un análisis más profundo que no tropiece con las miserias del día a día. Una visión que busca respuestas en el comportamiento pasado de las bolsas, y que también sirve para romper algunos mitos acuñados en los últimos años de esplendor, que han conocido su fin con la brusca caída actual.

Las bolsas mundiales están haciendo historia. Un conocimiento del mercado español que se extiende desde nuestros días hasta el 5 de marzo de 1940, jornada en la que la Bolsa reabrió sus puertas tras el cierre impuesto por la Guerra Civil. En este periodo, el mercado madrileño sólo ha vivido tres momentos tan negativos como el presente, con tres ejercicios bursátiles ofreciendo pérdidas a los inversores. Una situación que se conoció desde el año 1957 hasta 1959, y que desde el servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid justifican en la quiebra del modelo económico basado en la autarquía, en una economía que ya empezaba a dar sus primeros pasos para abrirse al exterior.

Un tercio de su valor

El peor ciclo bursátil correspondió desde el año 1976 hasta 1979. Principalmente, la crisis del petróleo sumada al cambio político tras la muerte de Franco se encargaron en este cuatrienio de hundir el mercado español. Así, el índice largo elaborado al efecto por la Bolsa de Madrid pasó en esos años de los 1.897 puntos a los 686. En ninguna otra ocasión la Bolsa española ha sufrido cuatro años de caídas seguidas.

El momento actual de los mercados va a cumplir otro ciclo negativo histórico. El índice cayó en 2000, 2001, y en este año el descenso acumulado del 20% cerrará unos de los periodos de mayor castigo.

Los momentos previos y posteriores a estos hitos del mercado español son estudiados por los expertos, que dan credibilidad a las teorías de los ciclos por las que existe una propensión a la repetición de los fenómenos. Antes de la crisis de finales de los años cicuenta, la Bolsa subió de forma ininterrupida durante siete años, en los que pasó de los 174 puntos en el indicador hasta los 545. Después de la crisis de esos años el mercado vivió una época de bonanza, que se prolongó por un periodo de 10 años, con la excepción de 1963, donde el índice madrileño registró un retroceso de sólo el 2,95%. Los planes de estabilización fueron los responsables del fuerte impulso de la economía y la Bolsa.

Los años previos a la crisis petrolífera de mediados de los setenta fueron más irregulares, pero se consiguió mantener una línea ascendente en los índices. Eso sí, tras el duro ajuste de ese cuatrienio dramático para los inversores, siguieron 10 años de subidas, con la única excepción de 1982. Así, durante todos los ochenta la Bolsa madrileña subió con la única interrupción de ese año y, por ejemplo, en 1986, fecha de la integración de España en la entonces Comunidad Europea, se produjo el alza más sobresaliente de los últimos 60 años en el mercado de acciones, con el 108,48% de revalorización del índice.

Así, después de estas dos crisis de los cicuenta y setenta, se han vivido largos periodos de alzas en las acciones, una experiencia que podría servir para pronosticar la marcha del mercado a partir de este año.

Los billones se esfuman

En esta crisis histórica iniciada en el año 2000, los años previos han sido excelentes. En el quinquenio iniciado en 1995 la Bolsa ha registrado fuertes subidas, que suman una revalorización superior al 146% en el índice largo del mercado madrileño. Una situación que ha sido especialmente llamativa en mercados como el neoyorquino, que estuvo subiendo nueve años sin interrupción.

Ahora bien, la crisis que comenzó en marzo de 2000, tras la euforia de los valores tecnológicos y de telecomunicaciones, ha sido especialmente virulenta en cuanto a pérdida de valor, porque también lo fue la rápida subida de las compañías. Tomando como referencia el índice Ibex 35, que agrupa a las compañías de mayor valor bursátil, y actualmente el valor medio de estas empresas se coloca en los 220.354 millones de euros (36,6 bilones de pesetas), cuando en el año 2000 alcanzó los 336.566 millones de euros (56 billones de pesetas). Una crisis que en más de dos años ha evaporado de media 20 billones de pesetas del valor de las grandes compañías españolas. Telefónica, Repsol y los grandes bancos (BBVA y SCH) son los principales responsables de este recorte en el valor del mercado.

Si se buscan momentos concretos de este periodo de euforia y crisis, en septiembre de 2000, el Ibex 35 alcanzó un valor máximo de 376.889 millones de euros (62,7 billones de pesetas), y la pasada semana se llegó al mínimo en 213.491 millones de euros (35,5 billones).

La visión histórica de la Bolsa demuestra que rentabilizar el ahorro no es sencillo. Por los numerosos vaivenes de los índices y la longitud de algunos ciclos alcistas y bajistas que exigen mover el dinero con acierto. Por ejemplo, el mercado español en esta crisis ha vuelto a sus niveles de 1997 y 1998, por lo que han volado tres años del quinquenio alcista iniciado en 1995. Habrá que observar cuándo los índices volverán a sus máximos de este periodo, cuando el Ibex 35 se movía en los 12.000 puntos.

Mover la cartera

Pero, además, pone en cuestión la aseveración de que en Bolsa siempre se gana a largo plazo. Un plazo que debe medirse en términos de necesidad en la vida. Por ejemplo, quien entró en la Bolsa madrileña en 1973 recuperó su inversión en 1986. Tuvo que esperar 13 años de fortísima inflación para tener las mismas pesetas. Habría que mantener sus inversiones hasta 1988 para que esa inversión se duplicase y, de esta forma, contar con un dinero que le acercase al poder adquisitivo de su dinero invertido en 1973.

Del mismo modo, las crisis bursátiles han hecho retroceder muchos años en el calendario inversiones que se revalorizaron de forma generosa durante algún periodo, con los datos del índice largo elaborado por el Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid. En 1979, finalizando ya los efectos de la crisis del petróleo, el índice volvió a los 600 puntos, nivel que había marcado en 1965.

Unos datos, tanto en situaciones la alza como a la baja, que evidencian la necesidad de saber mover la cartera. Tan importante como ganar es también saber vender a tiempo para que buena parte de lo ganado no se acabe perdiendo en una situación crítica de los mercados.

Del estudio histórico se desprende que las alzas tienden a concentrarse en dilatados periodos de tiempo. Una vez pasan, se complican las posibilidades para sacar rentabilidad a las acciones. De igual forma, las caídas, aunque salpican la evolución de los mercados, también suelen reunirse en periodos de tiempo, donde se liman los excesos. Una visión de ciclos que escapa a los sustos que sufren en un momento determinado los mercados.

Así, por ejemplo, el crash bursátil de 1987 pasó finalmente desapercibido para los índices de aquel ejercicio.

Como en todas las actividades vivimos tiempo de demasiada prisa, y el análisis de los ciclos tiene sus resultados a largo plazo.

Santiago Fernández Valbuena, actual director financiero de Telefónica y ex consejero delegado de Fonditel, ha elaborado recientemente un trabajo sobre los ciclos y creado una herramienta que ha bautizado como 'ciclómetro' para averiguar el momento histórico en el que se encuentra la Bolsa y su tendencia. El modelo persigue extraer y anticipar el ciclo de medio plazo. Se trata de estacionalizar la tendencia.

Fernández Valbuena apunta que el mercado ofrece un PER (veces que en el precio está contenido el beneficio por acción) de 34,2 por encima de la parte alta de la banda histórica. Además, los beneficios son un 4.4% por debajo de su tendencia secular. En su opinión, la burbuja de valoraciones que se hinchó hasta 2000 no se ha desinflado del todo en Estados Unidos.

En los supuestos en que el PER converja y los beneficios recuperan su tendencia, y la inflación se sitúe en la media histórica, su estudio apunta que hasta '2010 deberíamos esperar tendencias muy planas y modestas en las bolsas, pero positivas'.

No obstante, pese a que en su estudio apunta una tendencia plana de los mercados para los próximos siete años, ello no supone que no se encontrarán buenas oportunidades de inversión. Una visión de la que se deduce en buena lógica que una estrategia de inversión pasiva que sólo busque replicar los índices no será la adecuada.

Las retribuciones al accionista también cuentan

En la elaboración del índice largo de la Bolsa de Madrid desde 1940 también se tiene en cuenta la retribución que consiguen los accionistas de forma directa por parte de las empresas (dividendos, ampliaciones de capital liberadas o devolución de aportaciones y reducciones del valor nominal de los títulos), y que los índices normales no recogen, limitándose a establecer ganancias o pérdidas entre dos puntos concretos. Unos pagos que tienen una gran importancia por cuanto sirven para medir la rentabilidad obtenida en su conjunto, máxime en una Bolsa como la española, de larga tradición en valores tarifarios (eléctricas, autopistas, telecomunicaciones), que daban mucha importancia a estos pagos. En el estudio comparativo de ambos indicadores se aprecia una diferencia de rentabilidad que oscila entre los 2 y los 4 puntos, contando con estos pagos. Así, en tan largo periodo histórico, el índice completo es diez veces superior al que únicamente mide diferencias de precios.

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