Riquelme aprieta a Van Gaal
El argentino, suplente en un Barcelona muy táctico, responde cada vez que el técnico recurre a él
Louis van Gaal aprieta a Riquelme en los entrenamientos, haciéndole ver que no está a punto todavía para entrar en la alineación, y Riquelme aprieta a Van Gaal cuando le pone en los partidos, reivindicando un puesto en el equipo, como ocurrió el miércoles ante el Legia de Varsovia después de marcar un golazo. El argentino ha respondido cada vez que el técnico le ha necesitado, ya sea en la pretemporada o en la previa de la Liga de Campeones, y se ha ganado la estima de la hinchada, necesitada de un jugador bandera. Un paisaje que ni pintado para abonar el conflicto que cada temporada parece demandar el barcelonismo para sobrevivir en una eterna contradicción. Ni el entrenador ni el futbolista, sin embargo, participan de momento de la polémica, sino que se cuidan mucho de guardar las formas procurando sobre todo no parecer incompatibles y facilitar la convivencia.
Riquelme compite con Luis Enrique y sabe que no le conviene mover el árbol para ver quién se cae
Van Gaal insiste en que Riquelme debe asumir responsabilidades que no tenía en el Boca Juniors
'Disfrutaremos mucho con Riquelme en el futuro', proclama Van Gaal midiendo sus declaraciones para no abrir ningún contencioso y marcar al tiempo su territorio. El holandés accedió a la contratación del argentino, negociada exclusivamente por la directiva, porque entendió que la relación calidad-precio no admitía otra salida que el fichaje. Pero, puesto que no era ninguna prioridad para él, que prefería a un zurdo como el valencianista Kily González, Riquelme debe vender su alma al diablo, que no es otro que la libreta de Van Gaal. 'Estando en el Boca Juniors', explica el técnico, 'le daban la pelota al pie y aquí debe trabajar para robarla. El sistema y las responsabilidades son distintas'.
Resumiendo: en un dibujo que contempla a dos medias puntas que actúan por detrás de Kluivert (3-4-2-1), Van Gaal le pide a Riquelme la mitad de lo que puede hacer en la misma medida que a Saviola le reclama el doble. Riquelme, un diestro, ya no ejerce de enganche, sino de punta izquierda, con Saviola en la otra banda, una demarcación que no respeta sus características naturales. Y Riquelme, al igual que Saviola el curso pasado, lo acata y se remite al bien del equipo cuando se le pregunta individualmente. No le queda más remedio. También el propio Saviola y Mendieta han comentado que Van Gaal les pide cosas que en su vída pensaron que les iba a exigir un entrenador. La diferencia es que ambos juegan y Riquelme guarda tanda en el banquillo. Hay más: cuando a Van Gaal se le preguntó el miércoles por los jugadores calificó la actuación de Mendieta -el viejo Mendieta del Valencia, como le llama- de 'fantástica'.
El preparador quiere cuadrar la alineación de acuerdo con su filosofía y no admite excpeciones. A día de hoy, entiende que Riquelme sólo puede jugar en un puesto para el que todavía no ha asimilado los derechos y los deberes que conlleva llevar el 10 de Rivaldo. A fin de cuentas, tampoco Marcelo Bielsa contó con Riquelme para la selección argentina. Así que Van Gaal no debería de estar tan equivocado cuando no le pone. A Riquelme, por contra, le bastaron el miércoles 20 minutos para simplificar el trabajo que sus compañeros no pudieron cerrar en una hora frente al Legia. Justo cuando se agotó el método, el Barça se encomendó al individualismo, pues Riquelme actuó como en el Boca al marcar el 2-0.
Riquelme ha aprovechado tanto el tiempo que Van Gaal le ha dado que cada partido sale en portada. Ya pasó en el torneo del Ajax, contra el Parma, cuando Van Nistelrooy, Beckham y Arrigo Sacchi coincidieron: 'Tiene una rapidez mental y una visión del juego únicas. Posee mágia. Es mejor de lo que pensábamos'. Igual ocurrió tras el 3-0 sobre el Legia.En cualquier caso, el futbolista no quiere ser el nuevo Rivaldo. Una cosa es cargar con su número y otra heredar sus reivindicacionas, de manera que se resguarda de la prensa -no concede entrevistas-, mide sus palabras e insiste en que siempre soñó con jugar en el Barça, aun cuando, por lo que se vio, celebra los goles como lo hacía en el Boca.
Por lo demás, Riquelme sabe que, de momento, compite con Luis Enrique, el capitán, que tiene a la afición enamorada, de manera que no le conviene mover el árbol para ver quién se cae y menos sabiendo que el asturiano difícilmente jugará todos los partidos. El argentino va poco a poco, paso a paso, en espera de ser titular, de que llegue su familia de Buenos Aires, de aclimatarse..., y ya se verá. El protagonismo le corresponde ahora a Van Gaal, cuyo método desgasta tanto, es tan exigente física y mentalmente, que ha acabado hasta con las pilas de Puyol, quien, reventado, pidió el cambio ante los polacos.
Van Gaal quiere que cada jugador conozca sus funciones hasta que el equipo dé con los automatismos. Sólo cuando el sistema no logre expresar su superioridad ante el rival recurrirá a Riquelme. La pugna entre la previsibilidad, presente incluso en las jugadas de estrategia -el Barça marcó dos goles a balón parado al Legia- y la imprevisibilidad está en juego. Y, en el debate, la pregunta es: ¿cuánto tiempo debe jugar Riquelme?
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